Capítulo 4: ¿Donde carajos estoy?

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No doy el primer golpe, eso no va a funcionar esta vez, él ya examinó mis jugadas, por suerte, yo también.

Él se mueve primero y trata de clavar su daga en mi yugular pero obviamente desvío el golpe y el cuchillo queda clavado en mi mochila. Se vuelve a alejar. No sin antes dejar un rasguño en mi cara, más específico; mi mejilla derecha.

Aprovecho a sacar el cuchillo lo más rápido que puedo sin quitar la mirada. Solo para ver mi nueva arma y domarla.

- ¡Ey! - rezongo apenas reconozco el cuchillo. - No te metas con mis cosas.

- Tu te metiste en mi territorio y con mi gente. - brama en respuesta.

Su voz es siniestra, pero conserva el toque de un chico. No el soberbio de un adulto. Puedo sentir que hay algo más que lo siniestro pero eso no es relevante ahora. Empieza la tercera pelea.

- Tu lo mataste. - Le acuso, se que puede llegar a dolerle. - Yo no lo hice. Yo no hice nada.

Hace una mueca torcida, dando por hecho que sí le esta haciendo efecto. Perfecto.

Puedo ver como se acalora. El acaloramiento es malo. Yo soy fría y se como aprovecharlo. El chico se acalora y yo voy a aprovecharlo.

Ahora es mi turno de arremeter. Dar el movimiento más riesgoso que se me ocurre. Lanzo a un lado mi mochila con agilidad, solo me será un estorbo.

Voy directamente a su costado, específicamente donde está la lanza. Él lo advierte y lleva sus defensas a ese preciso lugar. Justo cuando desvía el golpe, bajo mi cuchillo y lo clavo con fuerza en el muslo y le desgarro.

No salgo ilesa. Me corta el brazo, no es tan profundo, pero si llega a arder. Trato de ignorarlo con la adrenalina.

Él, al mostrarme la lanza, me invitó a hacerlo y él pensó que esta vez atacaría su debilidad pero ahora necesitaba atacar su fuerza. Sus piernas son quienes le dan su velocidad, y eso es lo que me pone en peligro. Ponía.

Me doy la vuelta para encararlo y mostrarle mi nueva y regenerada sonrisa, pero él no está ahí. Siento la daga de nuevo en mi cuello, esta apunto de rasgarlo. Reacciono lo más rápido que puedo.

Me agacho y dejo que todo mi peso nos lleve a ambos al piso, donde le hago perder su daga. Caemos uno sobre el otro, él encima de mi. Una sonrisa pícara se expone en su rostro. La regreso con una patada en su intimidad. Sí, es un golpe bajo pero me va a dar la victoria.

Se retuerce sobre mi, pero no me da ni un solo espacio libre para huir. Él tiene la ventaja en esta posición, y lo sabe.

Lo escaneo para identificar mi oportunidad pero veo que todos sus heridas están sanadas. ¿Qué mierda? Si quiera la lanza, ya no está.

- ¿Se te perdió algo abajo? - pregunta con diversión.

- Una lanza. - le respondo igualando su tono. - Pero no la necesito.

Antes de que vuelva a hablar, siquiera reaccionar, tomo de nuevo mi cuchillo y lo clavo donde debe de estar el corazón. Siento como se hunde en él.

No puedo saber si vencí o no. En otro parpadeo estoy a un lado del estanque en donde encontré la botella, tiranda en el piso. En la misma posición en que estaba cuando le clavé el cuchillo.

Me levanto de nuevo. La adrenalina comienza a bajar, y las heridas comienzan a doler, la de mi cadera incluida, aunque ya la había olvidado.
No entiendo nada.

Se supone que estaba peleando con un chico extraño y derrepente ¡Puff! Estoy en otro lugar. Eso es imposible.

¿Qué demonios pasó? ¿Dónde carajos estoy? ¿Qué mierda es este lugar?

Este lugar no es en buen lugar. Eso es lo único de lo que estoy segura. Y para aquí solo hay cabida para el espectro.

- Fuiste muy valiente. - Me sobresalto por la voz que suena a mis espaldas, aunque no brinco. - Eso debo reconocerlo. Pero también reconozco que fuiste muy estúpida al pensar que me vencerías.

- Si fueras una persona normal, te hubiera asesinado en segundos. - Volteo para encararlo.

- ¿Normal? - Pregunta divertido.

- Se que no eres normal. Nada aquí parece serlo.

No dice nada ante mi afirmacion, solo me mira. Pasea su vista en mi como si fuera un cachorro perdido, y él estuviera pensando entre ayudarme o dejarme a la deriva. Está serio.

Sus ojos pasan a mi mejilla y brazo. Luego señala el estanque a mis espaldas.

- Ese es el estanque... No importa, -Habla ignorando mi anterior comentario. - solo... Lávate las heridas ahí, te va a restaurar. Te espero par nuestro próximo encuentro.

Se da la vuelta y comienza a caminar a la espesura de los árboles.

- Espera. - Para, pero no voltea. - ¿Qué es este lugar?

Ladea la cabeza y me muestra una sonrisa burlona pero siniestra, con todos sus dientes.

- Pensé que para ahora ya lo habrías deducido.

Sick BoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora