📝 Lección Uno 📝

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Había muy pocas cosas más vergonzosas para Han que admitirse a sí mismo sus sentimientos por Joshua.

Una era admitirlas ante su hijo adolescente.

Y otra era era pedirle consejos amorosos para tomar cartas en el asunto.

Incluso estar ahí sentado en su cama, con el menor observándole expectante desde la silla del escritorio, con las piernas cruzadas y las manos entrelazadas en la rodilla le parecía bizarro y equívoco.

Quería correr, o inventar una buena excusa. Pero más deseaba saber cómo acercarse a Joshua.

-Tenemos que hablar. Pero antes de empezar, quiero que sepas lo expuesto que me siento.

-¿En serio estoy escuchando esto del hombre que cambió mis pañales?

Sabe que no es un chiste y que Hao se está impacientando, pero pensar que era una broma para romper el hielo le estaba alejando un poco de la tensión. Se permitió reír un poco antes de respirar hondo, abrir los ojos y mirar a su primogénito buscando compasión.

-Necesito consejos.

-¿Para qué?

-Para salir con Joshua.

Una sonrisa de punta a punta adornó la cara de Minghao lentamente. El gesto asustó a su padre, que empezó a sospechar de sus intensiones y lo señaló acusatoriamente.

-Ni se te ocurra decirle nada a tu hermano.

-No hace falta - señaló a la puerta detrás del desesperado progenitor.

Han alcanzó a darse vuelta para ver la risueña sonrisa desaparecer tras una sombra que se alejó de la puerta, dejando sonoros pasitos desde el pasillo en su huida. Le devolvió la mirada a su otro hijo tan rápidamente que los cabellos se le sacudieron sedosos y le latigaron la cara suavemente.

-Olvídalo - se levantó de la cama - Fue totalmente estúpido hacer esto, ¿si? - se acomodó un mechón detrás de la oreja y cruzó los brazos mientras salía de la habitación - ¡No sé por qué te he pedido consejos! - caminó indignado bajando las escaleras, sin darse cuenta de que estaba siendo seguido - ¡Ni siquiera me gusta Joshua! -  se dio cuenta de la presencia que lo seguía por la pequeña risa que escuchó detrás suyo, suponiendo que a Minghao le causaba gracia que mienta así - ¡Y nunca vamos a salir!

-¿De verdad? - el espectro que lo siguió hasta la cocina se hizo notar con su voz, demasiado grave como para ser la de su hijo - Es una pena, realmente quería invitarte al cine de vuelta.

Esa voz que siempre sabía tensar a Han, el motivo por el cual no quería darse vuelta. Moriría si Josh lo viera así de rojo.

-Acéptalo, Hong - le dijo al aire, sin querer enfrentarlo.

-No lo acepto, «Yoon» - se volvió a burlar como siempre, pero la voz baja tan cerca del oído del nombrado supo estremecerlo.

«Maldita sea, ni siquiera me ha tocado. ¿Qué estás haciéndome, Hong

-Me ha pedido consejos para salir contigo - la voz del mierdecilla se escuchó lejana, en el pie de la escalera, detrás de ambos.

Han se dio vuelta para verlo, reaccionando a su traición y exponiendo su sonrojo a los ojos de ambos.

-¿Es verdad? - no pudo prestarle atención a Hong mientras éste le preguntaba intrigado.

-He criado un puto cuervo.

Pero el enojo se le fue cuando sintió el cálido abrazo de la persona que tenía más cerca, divirtiendo al adolescente que veía el lento cambio en la cara de su padre. Sus gestos fueron del rencor al gusto en un segundo.

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