Los primeros rayos del sol se escabulleron a través de las cortinas rojas, llegando hasta la cama, en donde Rin dormía bocabajo completamente desnudo. Haruka salía del baño vistiendo una túnica blanca y un pantalón negro abombado que se ajustaba a su cintura, formando una silueta perfecta. Un cinturón azul lo ceñía en la cadera y un par de zapatos bajos combinaban con su atuendo.
Avanzó hasta la cuna de los bebés y echó un vistazo. Sakura ya estaba despierto y lo miraba ansioso, quizá hambriento, pero jugueteaba con los pocos mechones de su hermano. El alfa sonrió enternecido por su hijo y estiró sus brazos para cargarlo envuelto en una manta.
—Buenos días —murmuró, depositando un beso en la diminuta nariz de su pequeño—. Creo que hoy estaremos tú y yo.
Haru acunó a su bebé y comenzó a caminar hasta salir de la alcoba. Aunque Rin estuviera en su semana de celo, él necesitaba terminar los preparativos de su coronación y también debía hablar con los invitados de su palacio. Además, esa mañana tenía una reunión con su padre y eso le aburría.
Se detuvo frente a unas enormes puertas y dejó que los soldados las abrieran luego de hacer una reverencia. Entonces, ingresó y escuchó el crujido de la madera a su paso. El rey ya lo esperaba sentado con Momotarou Mikoshiba y Nitori Aiichiro a su costado izquierdo. Suspiró profundo y se apresuró a ocupar su lugar, recibiendo miradas de confusión.
—¿Por qué traes a mi nieto? —cuestionó, tratando de ocultar la emoción en su pregunta. Estaba feliz de poder ver al niño, pero no iba a demostrarlo—. ¿Dónde está tu esposo? Este sitio no es adecuado para una criatura de meses.
—Rin no está en condiciones de atenderlo —respondió mientras acomodaba a Sakura en su regazo al observar que estaba quedándose dormido. El ruido le gustaba más que el silencio de la habitación.
—¿Ha amanecido enfermo? Podría llamar a una curandera del pueblo —sugirió, inocente a lo que sucedía con la pareja del príncipe.
—Es su celo —murmulló, dirigiendo su atención hacia Nitori, como si le reclamara lo transcurrido el día anterior—. Sólo está afiebrado y cansado. Fue una noche larga —añadió con orgullo. Era su manera de decirle a Aiichiro que Rin Matsuoka le pertenecía.
—¿Te ha concedido su permiso para marcarlo?
—Sí —afirmó, hinchando su corazón de placer y alegría, pese a que su expresión continuaba siendo imperturbable—. Nos hemos unido.
—Felicidades por haber encontrado a su alma, Alteza —expresó Momotarou, inclinando su cabeza como señal de respeto. No todos tenían la suerte de conectar su vida con su destinado—. Les deseo un futuro próspero.
—Alteza, mis más cordiales felicitaciones —mencionó Nitori, imitando la acción de Mikoshiba—. Sin duda alguna, usted se ha llevado la joya más hermosa de este cruel mundo. Muy pocos tienen la dicha de tener a su lado a una persona como él.
—Y que además te ha dado la bendición de ser padre —comentó Kazuma, palmeando el brazo de Haruka—. Protégelos, incluso de la muerte que nos acecha.
...
—Ese estúpido princesito te dejó hecho un desastre —bufó Sousuke, sentado en el borde de la cama con las piernas de Rin en las suyas, pues las aseaba con un paño húmedo—. Y yo tengo que limpiar sus apasionados encuentros maritales.
—Deberías conseguirte una pareja para que dejes de quejarte —contratacó el pelirrojo con una voz divertida. En realidad, le agradaba que Yamazaki aún se encargara de sus cuidados como lo hizo en su infancia y adolescencia—. ¿No será que estás frustrado? ¿No has ido a los burdeles del pueblo?

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Tú, mi diamante
FanfictionLa economía pobre de Rajar y el oro de Karabis provocó que dos poderosos reinos se unieran en un pacto que los beneficiaría a ambos con una boda entre los príncipes Haruka y Gou. Kazuma Nanase prometió semillas, frutas frescas y un vino que embriaga...