Previo al atraco en Karabis
—Ve a la recámara de mi padre y quédate ahí —ordenó Rin en un tono serio y procurando que nadie más lo oyera, aparte de Yamazaki.
—Está bien —afirmó, dando media vuelta hacia las escaleras que llevaban al segundo piso del palacio.
Sousuke subió los escalones con Sakura y Niji en sus brazos y, al llegar al último eslabón, echó un vistazo por encima de su hombro. El omega lo observaba con tristeza y desesperación, como si le acabara de entregar la única fuente de vida: sus hijos. Él sabía que algo andaba mal y Rin también.
Desde que habían entrado al reino, el ambiente que se generaba en el pueblo era desconcertante. Karabis no se caracterizaba por ser silencioso, sino una ciudad alegre y ruidosa. Las personas solían trabajar a esa hora de la mañana y la Guardia Real paseaba para hacer sus rondas de vigilancia.
¿Por qué todo estaba callado y apagado? Los soldados no atendían sus labores en momentos cruciales como ésos. Ellos debían proteger las entradas y salidas para prevenir cualquier posible ataque, se supone que se había declarado el estado de emergencia, pero tampoco se sabía de la guerra en Rajar.
El alfa empujó las puertas de la habitación y aseguró a su paso. En el interior del cuarto no había ningún sirviente, era más raro porque no era un día libre de labores. Las alcobas necesitaban ser limpiadas diariamente sin importar que estuvieran bajo la amenaza del enemigo.
¿Qué sucedía?
Suspiró profundamente y se encaminó hasta la cama para recostar a los bebés. Los arropó con sábanas y se sentó en la orilla del colchón. Tal vez era su imaginación, pero el tiempo transcurría muy lento. Comenzaba a perder la paciencia, quería ir a ver al pelirrojo. ¿Cómo podía ayudarlo?
Permaneció callado por varios minutos; minutos que parecían no cesar y tragó saliva al oír voces afuera. ¿Era la servidumbre? ¿Se habían atrasado porque el rey no estaba? No, ¡imposible! Karabis no era el lugar adecuado para el soberano de Rockland y sus descendientes, debían huir.
Se reincorporó de un brinco, dispuesto a buscar a Rin, y entonces cruzó en sus pensamientos una pregunta. ¿Por qué lo mandó a la recámara de Toraichi Matsuoka y no a la suya? Era fácil de descifrar; porque los palacios tenían diversos pasadizos y allí había uno. El baño contaba con un pasaje secreto que sólo la familia real conocía.
—N—Nos traicionaron —tartamudeó, ahogando un grito en su garganta.
Sousuke contempló a los niños, quienes despertaban de un largo descanso y empezaban a llorar incontrolablemente. Él no comprendía el lenguaje que empleaban los bebés para comunicarse, pero las leyendas decían que los hijos presentían el desastre y la calamidad a través de un lazo especial que los conectaba con sus padres. Y ésa fue la señal que lo obligó a agarrarlos para escapar.
Actualidad
Haruka Nanase se dirigía al Sur con una flota de quince barcos, incluyendo a Toraichi. Arata no podía acompañarlos porque su deber era dirigir la batalla en el Oeste, tal como su rey lo había pedido.
—No llegaremos —bramó el pelinegro, recargándose en el barandal de madera de la proa—. Es mi culpa.
—Si Momotarou no hubiera interceptado el mensaje de Seijuro, nosotros seguiríamos en Rajar —admitió, empuñando sus manos. En ese instante, era el menos indicado para animar al esposo de Rin—. ¿Cómo no nos dimos cuenta? Si él no estaba allá ni en Rockland, aprovecharía para ir a Karabis.
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Tú, mi diamante
FanfictionLa economía pobre de Rajar y el oro de Karabis provocó que dos poderosos reinos se unieran en un pacto que los beneficiaría a ambos con una boda entre los príncipes Haruka y Gou. Kazuma Nanase prometió semillas, frutas frescas y un vino que embriaga...