El mes de abril llegó a Rajar, trayendo consigo olas de calor y temperaturas que ascendían a los cuarenta y cinco grados. La gente cortaba las frutas de época que habían cosechado con anticipación y era más ruidosa en los mercados, provocando revueltas. Las celebraciones iniciaban, pese a los obstáculos, pues el reino lo necesitaba para aligerar los sentimientos negativos de la próxima guerra.
Los árboles de cerezo que rodeaban el palacio florecían, pintándose en un color rosado. Eran paisajes increíblemente bellos y Rin los amaba. Con su semana de celo finalizada y la marca en su nuca cicatrizada, salía sintiéndose más seguro porque ya nadie podía decirle que era un omega libertino.
Paseaba con Sousuke y los bebés, pero también eran vigilados por soldados que Haruka enviaba. No le gustaba ser observado, sin embargo, en la situación que enfrentaban era obligatorio; no por él, sino por sus hijos. Iba al pueblo y compraba cerezas frescas, o se quedaba y se maravillaba con los paisajes que Rajar le ofrecía.
Dentro del Palacio Azul, los preparativos estaban listos. La coronación se había atrasado por el celo del soberano de Rockland, pero se realizaría sin falta el día de mañana. No habría banquete, sólo un pequeño brindis desde el balcón público y una celebración que las personas ajenas a La Corona organizaban por mero gusto.
—Su Majestad, una carta para usted —informó un criado al pelirrojo, que se encontraba en el patio trasero descansando bajo la sombra de una cubierta en forma de sombrilla.
—Gracias —respondió, sujetando el sobre que le era entregado—. Puedes retirarte.
—Con su permiso, Su Majestad.
Al ver que el joven se marchaba, Rin rompió el sello del pequeño pergamino. El mensaje provenía de Rockland y seguramente lo escribía Arata. Suspiró, convenciéndose de que serían buenas noticias, y desdobló la hoja café para leer.
"Majestad; el alma de mi reino:
Rockland se ha fortalecido en estos meses. Hemos construido barcos más veloces, capaces de atravesar el mar furioso de los confines de esta galaxia. Las velas portan el emblema que nos identifica, como fue ordenado. Las mujeres y hombres han tenido arduas horas de batalla con espadas, arcos y escudos; puedo asegurarle que serán competentes.
Su hija, la princesa Dya, ha mostrado dotes como una guerrera. Será excelente en el campo, aunque no es su tiempo. Ella aún es una niña; las muñecas de trapo son su debilidad, o eso querríamos usted y yo, pero no es así. Adora el arco, me ha implorado por uno de madera que lleve su nombre en la punta inferior. Incluso me ha dicho los materiales y no entiendo cómo los ha conocido.
Soy un abuelo orgulloso y feliz. Le he regalado lo que tanto deseó porque se ha ganado mi corazón. Me convenció fácilmente, perdóneme. Recibiré mi castigo a su regreso.
En cuanto al peligro que nos acecha, es mi deber anunciarle lo que ha acontecido aquí, en su hogar, y sé que usted elegirá lo correcto. Ayer en la madrugada se avistó una flota de Bahía de Calaveras en la cuarta entrada del océano. Esa zona es mortal para los barcos por la marea y las elevaciones de roca, pero envié una tripulación.
No había navegantes, sólo un cofre con alimentos, así que cada miembro de nuestro reino volvió. Probablemente intentaron atacarnos o infiltrarse, pero desconocen el poder del mar en esta área y murieron en el fracaso. Por favor, no se preocupe, siempre ha decidido lo mejor para nosotros y para su familia.
Mis más sinceras felicitaciones por su unión; la joya de este mundo cruel está conectada con su único destino. Esperaremos su retorno con éxito en compañía de los príncipes y el nuevo rey de Rajar.
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Tú, mi diamante
Fiksi PenggemarLa economía pobre de Rajar y el oro de Karabis provocó que dos poderosos reinos se unieran en un pacto que los beneficiaría a ambos con una boda entre los príncipes Haruka y Gou. Kazuma Nanase prometió semillas, frutas frescas y un vino que embriaga...