CAPITULO 1: Viernes

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¡Por fin viernes! Había estado esperando toda la puta semana para este día y al fin había llegado. Salté de la cama y corrí al baño para organizarme. Aún tenía que pasar por seis aburridas clases para ser libre y disfrutar de una de las fiestas más locas y calientes a las cuales había asistido. No veía la hora de relajarme y dejarme llevar del alcohol, el sexo y como no, la marihuana, me encantaba como me hacía sentir, la forma en que arrancaba cualquier problema de mi mente y me mandaba a volar en un mundo ajeno a la realidad, era adictivo.

Me deshice de la ropa y una vez en la ducha no pude evitar sonreír recordando la noche anterior. Había estado en la casa de Nathan viendo películas, pero como todos sabrán, esa disculpa para tener sexo ya está muy usada, aunque mi padre era tan estúpido que no se daba cuenta. Y para que no piensen mal, Nathan no era mi novio, yo no era una chica de compromisos, estaba en mi adolescencia y no pretendía desperdiciarla anclándome a alguien que seguramente terminaría por romperme el corazón de alguna u otra manera. La vida me había dado muchos ejemplos como para caer en ese error, así que disfrutaba de ella al máximo, pero debía admitir que aquel chico lo hacía como los dioses, no iba a decirlo en voz alta, pero era así. Lo conocía desde que éramos niños, habíamos crecido juntos y compartido múltiples experiencias, podría decirse que le tenía cierto aprecio, pero sólo un poco, encariñarse con las personas es estar en constantes amenazas de traición, desilusión, tristeza y yo no pretendía caer en eso, la debilidad no era lo mío, si te muestras vulnerable, las personas te aplastan como cucaracha y en mi historia prefería ser el zapato que aplasta, que un bicho indefenso.

Salí de la ducha y me sequé rápidamente el cabello, había perdido demasiado tiempo bajo el agua y no podía llegar nuevamente tarde al instituto, si lo hacía, me suspenderían y por ende mi irritante padre terminaría por darme un sinfín de reproches.
Busqué mi desgastado pantalón favorito el cual me quedaba de infarto, una corta blusa blanca dejando al descubierto mi trabajado abdomen y unos converse negros. Una vez que estuve lista me miré al espejo de cuerpo entero que había al otro lado de mi habitación y sonreí satisfecha con el resultado, todos los idiotas del instituto chorrearían la baba por mí como siempre y no es que sea engreída, pero debía admitir que tenía lo mío y siempre que podía me aprovechaba de eso para tener a las personas a mis pies, ¿qué puedo decir? Me gustaba la atención y sobretodo el control.

Tomé un delgado saco gris y mi mochila para luego bajar las escaleras a toda velocidad hasta la cocina, al llegar me encontré con mi desayuno listo sobre la encimera, pero no vi rastros de Martha 'nuestra empleada' por ningún lado. No podía quedarme a desayunar, pero sabía que heriría los sentimientos de mi 'casi madre' así que arranqué una hoja de uno de mis cuadernos y me disculpé por dejar el desayuno preparado para luego salir corriendo hacia mi auto.

Llegué al salón de filosofía faltando un minuto para que la campana anunciara el inicio de clases y como siempre mi amiga Melannie me esperaba en una de las puestos delanteros del salón. Mientras avanzaba recibí un par de saludos y comentarios para nada decentes y eso sólo me hizo reír con suficiencia mientras levantaba el dedo del medio para los idiotas que no paraban de mirarme.

-Creí que no llegarías - Me informó mi amiga con una sonrisa en su rostro - ¿Hiciste la tarea? - Me preguntó entrecerrando los ojos

-¿Había tarea? ¡Mierda! - Había olvidado completamente hacer el estúpido ensayo que el señor Parker había anunciado

-¿Otra vez, July? - Melannie rodó los ojos

-¿Qué? No me culpes, valió la pena - Le dije mordiéndome el labio inferior mientras las imágenes de Nathan y yo sobre su cama no paraban de reproducirse en mi mente, su boca en mi cuello, sus manos en mis piernas, su lengua en mi...

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