CAPITULO 5: Dolida

810 53 0
                                    

Cuando llegué a los baños no pude evitar patear todo lo que se me atravesó, puertas, papeleras, paredes. Afortunadamente no había nadie, no pretendía que me vieran así ¿Por qué esa idiota me había hablado así? ¿Qué derecho tenía? La odiaba, odiaba que me hubiera tratado como una niña tonta porque no lo era, era una mujer, nada de lo que había dicho era cierto ¿Verdad? Era cierto que me gustaba llamar la atención pero era por el simple hecho que me gustaba tener el control de cualquier situación, no por lograr ser aceptada, yo ya era aceptaba y no necesitaba hacer más, yo ya era alguien a diferencia de ella que era una aparecida que posiblemente buscaba dinero fácil para seguir con su estúpida vida. Yo lo tenía todo, dinero, autos, casas, amigos o al menos algo parecido, una vida social bastante movida, eso era todo lo que necesitaba, no tenían por qué afectarme sus palabras, pero extrañamente lo hacían.

Después de descargar mi ira contra todos los objetos del baño, me miré en el espejo y lo único que vi fue dolor, estaba destrozada por las palabras absurdas de una chica que había aparecido en mi vida sólo tres días atrás y eso me enfurecía, había recibido insultos peores, pero el que lo dijera ella... ¡Maldición! ¿Quién era ella para hacerme sentir así? Era verdad, era patética, patética en ese mismo instante, estaba dejándome llevar por las emociones, no podía dejarme caer, tenía que seguir de pie y demostrarle al estúpido mundo lo fuerte que era, nadie iba derrotarme.

Quité bruscamente la lagrima que rodaba por mis mejilla y tomé un trago de agua, arreglé un poco mi maquillaje y antes de salir, respiré profundo ¡Allá vamos! Al parecer todos se habían enterado del espectáculo en la cafetería por lo que no pasé desapercibida en los pasillos del instituto, tenía que llenarme de toda la paciencia del mundo si quería terminar aquel día sin asesinar a alguien, así que puse mis audífonos y con el ritmo de 'My Prerogative' entré a la clase de historia.

Afortunadamente no me volví a topar con Natalia y Melannie no mencionó el tema, sabía que si lo hacía terminaría por mandarla a comer mierda en quien sabe que basurero y por supuesto, ella no quería eso. Al llegar a casa en compañía de mi amiga, nos adentramos en la cocina donde Martha preparaba el almuerzo alegremente, no quería hablar de su hija pero no podía evitar entrar en aquel lugar, estaba muriéndome del hambre.

-Hola señoritas ¿cómo les fue? – Preguntó sonriente

-Muy bien – Respondió Melannie robando una galleta de las cuales estaba preparando Martha – Hmm... Deliciosas

-Gracias – Respondió seria golpeando su mano – Pero no las toques, primero el almuerzo

-Que aburrida señora Martha – Dijo Melannie tomándose la mano que le había acabado de golpear

-¿Y saben cómo le fue a Natalia? Desde que llegó se encerró en su habitación y no ha bajado – Inmediatamente mi cuerpo se puso en estado de alerta

-Bien – Respondí secamente

-¿En serio? – Dijo sonriendo – Me alegro mucho y gracias por ayudarla a adaptar, no me gustaría que se juntara con personas que la pudieran molestar – No pude evitar sentirme culpable ante sus palabras por lo que arrastré a Melannie hasta el patio no sin antes agarrar un bote de helado de chispas de chocolate

-¿Así que tenías que ayudar a adaptar a Natalia? – Preguntó mi amiga elevando las cejas

-No quiero hablar de eso Melannie – Dije rodando los ojos – La chica se metió con quien no debía y terminó pagando las consecuencias

-No deberías tratarla así – Me miró un poco nerviosa – Si van a vivir bajo el mismo techo deberían llevarse bien ¿no crees?

-No me interesa llevarme bien con alguien que vive llevándome la contraría y que además me insulta sin razón alguna – Dije quitándome la ropa para luego tirarme a la piscina con bragas y sostén, aquel chapuzón era lo que necesitaba para relajarme

Juego de AdiccionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora