CAPITULO 8: ¡Descontrólate!

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De nuevo viernes y mi cuerpo lo sabía. Me levanté con asombroso entusiasmo y me organicé en menos de media hora, aún no tenía planes para esa noche pero pronto me enteraría de uno. A pesar de la terrible cena del día anterior y de no poder dormir sino tres horas por mis estúpidos pensamientos sobre Natalia, mi mente y mi cuerpo se sentían con bastante energía, me puse un short azul oscuro y una camiseta blanca con unos converse, me agarré el cabello en una cola alta y adorné mi brazo derecho con un par de pulseras que había estado haciendo en mi tiempo libre, tomé la mochila que estaba tirada al lado de la cama y bajé a la cocina, no habían rastros ni de Martha ni de mi padre y mucho menos de Natalia por lo que decidí que lo mejor sería desayunar camino al instituto, de todos modos ya iba algo tarde. Corrí hacia mi auto y una vez dentro miré el reloj en mi muñeca, faltaban quince minutos para que la campana anunciara el inicio de clase. Arranqué el motor y salí levantando humo del pavimento, como era de esperarse todos los putos semáforos de la ciudad se encontraban en rojo por lo que tenía que parar a cada minuto, cuando me disponía a pasar por la parada de buses, encontré a Natalia sentada con cara de poco amigos a la espera de la próxima ruta que si no estaba equivocada pasaría dentro de cinco minutos y para eso ya no tendría oportunidad de llegar a tiempo al instituto, así que sin pensarlo me estacioné frente a ella.

-Sube – Le dije después de tocar el claxon

-¿Qué haces aquí? – Preguntó confusa

-Eso no importa, sube sino quieres llegar tarde – La miré a los ojos tratando de no recorrerle el cuerpo con la mirada, llevaba un jean ajustado y una blusa larga color vino tinto que como toda su puta ropa, se ajustaba perfectamente a su cuerpo – ¿Qué estás esperando?

Después de lo que pareció una eternidad se subió al auto y salí disparada hacia el instituto, no nos miramos y no dijimos nada en todo el camino, ella me odiaba y yo la odiaba, no había mucho que decir al respecto. Llegamos justo en el momento en que los estudiantes comenzaban a entrar al instituto, sonreí satisfecha y volví a llenar mis pulmones de aire, casi había atropellado a un perro y a dos viejitos pero había valido la pena. Ambas bajamos del auto y caminamos en silencio hacia las aulas, al parecer Natalia había coincidido conmigo en la clase del señor Parker por lo que entramos juntas, ella se ubicó en uno de los asientos del fondo mientras que yo tomé el mío junto a Melannie. Cuando me disponía a contarle los detalles de la cena, mi móvil sonó, era mi padre por lo que dudé un poco en contestar.

-¿Sí? – Contesté algo impaciente, odiaba hablar por ese medio con él

-Hola, Julianne – Escuché su voz desde el otro lado de la línea - ¿Cómo estás?

-¿Te importa? – Esa conversación me estaba poniendo de mal humor. Lo escuché suspirar

-Sólo te llamaba para avisarte que tendré que viajar esta tarde a Colombia para organizar unos últimos detalles del negocio – Me quedé en silencio por casi un minuto, tratando de controlarme, siempre la misma mierda, estaba cansada ¿Algún día el estúpido de mi padre se preocuparía por mí?

-Eso es estupendo papá, rezaré para que el avión no se caiga – Dije con evidente sarcasmo y luego colgué, respiré profundo un par de veces ante la mirada extraña de mi amiga, luego le sonreí maliciosamente y grité a todo el salón - ¡Fiesta esta noche en mi casa!

(...)

Faltaba media hora para la fiesta y junto con Melannie me encontraba sentada al lado de la piscina fumando un poco, le había dicho a Martha que tenía el resto de la tarde libre por lo que se había ido donde su vieja amiga y aún no había llegado, Natalia por su parte se había encerrado en su habitación y no había vuelto a salir, yo sólo esperaba que no fuera a dañar la grandiosa noche que tenía preparada. Me levanté y caminé hacia la sala para subirle el volumen a la música pero me topé con Natalia cuando bajaba los últimos tramos de la escalera.

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