No había logrado sacar el recuerdo de la piscina del día anterior, aun podía sentir su tacto en mi piel, era inevitable que mi cuerpo se estremeciera recordando sus caricias.
Esa noche no dormí solo de pensar que la tenía al otro lado del pasillo y no podía hacer nada al respecto. No quería parecer desesperada y mucho menos demostrar que me moría por tenerla cerca de nuevo. Si controlaba aquellos impulsos, sería capaz de controlar también los sentimientos que estaban surgiendo, así que debía llenarme de todo mi autocontrol.
El jueves desperté antes que la alarma hiciera su trabajo, al parecer mi mente y mi cuerpo se encontraban algo ansiosos por lo que el cansancio parecía no notarse.
Me organicé lo más rápido que pude y bajé a desayunar con treinta minutos a mi favor por lo que Martha me recibió con una extraña sonrisa en el rostro.
-Al parecer en esta casa están ocurriendo milagros – Comentó terminando de servir la comida
-¿Qué puedo decir? Estoy tratando de ser una niña responsable – Juro que traté de estar lo más seria posible, pero la risa escapó de mis labios
-¿A qué se debe el buen humor? – Quiso saber Natalia una vez que entró a la cocina. Aquella mañana iba vestida con un jean ancho y corto, unas zapatillas negras y una blusa amarilla oscura, llevaba el cabello suelto y un poco de maquillaje. En aquel momento me hubiera servido el vaso que Melannie me había ofrecido para chorrear la baba
-A que los milagros existen – Dijo Martha sonriendo mientras nos entregaba los platos
-Madrugar no es una hazaña – Respondí girando los ojos – Sólo no tenía más motivos para seguir durmiendo
-¿Y eso? ¿Alguna razón? ¿Un chico? – Las cejas de la madre de Natalia se movieron de una forma tan divertida que no pude evitar reír
-No creo que un chico sea una razón suficiente para perder el sueño – Una chica de pronto
-¿Entonces por qué te despertaste tan temprano? – Ahora era Natalia quien preguntaba clavándome ese café oscuro de sus ojos que me quitaba el sueño
-Digamos que unas tijeras me cortaron el sueño – Martha pareció no entender el comentario, pero Natalia no pudo evitar escupir el jugo que había comenzado a entrar por su boca
-¿Estas bien? – Preguntó su madre preocupada mientras le daba pequeños golpes a la espalda de su hija
-Sí, sí – Respondió con dificultad tratando de calmarse – No te preocupes
-Ten cuidado – Le dije sonriendo – No queremos que te ahogues con ese jugo
La chica me miraba con suspicacia, sabía lo que estaba haciendo y más que enojarla, parecía divertirla, así que una vez que hube terminado, dejé los platos sucios en el lavado y luego de agradecerle a Martha, me dirigí hacia mi habitación no sin antes acercarme a Natalia.
-Es mejor que te ahogues con el mío – Susurré justo en el momento en que daba un último trago a su vaso casi vacío dando como resultado un nuevo ataque de tos
(...)
Aquel día el instituto estuvo relativamente normal. O sea, aburrido. Los maestros seguían sin poder inculcarnos la "pasión" que sentían por la materia, logrando que varios de los estudiantes quedaran medio muertos sobre su escritorio mientras una larga y gruesa baba colgaba de sus bocas haciendo que otros cuantos se rieran a costa de ello y a otros cuantos, me refiero a la mayoría del instituto, ya que una vez que eras captado en cámara en una pose inadecuada, tu popularidad aumentaba y no precisamente para bien.
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Juego de Adicciones
Teen FictionJulianne, chica rebelde, conflictiva, adicta al alcohol, al sexo y a la marihuana, tremendamente sexy y amante del control, el prototipo perfecto de la chica imperfecta, pero eso a ella no le interesaba, lo único importante en su vida era divertirse...