El viernes se estaba aproximando de manera precipitada, tanto así que cuando Lauren fue a revisar su agenda, se dio cuenta que ya era jueves. Febrero se estaba terminando de manera apresurada y al parecer iba a finalizar con algunos cambios climáticos. A Lauren le encantaba la lluvia, pero no viajar bajo ella. Las posibilidades de los accidentes de tránsito aumentaban y después de lo que le pasó a Dominique, los nervios y el miedo habían aumentado.
Lauren siempre que llovía y debía viajar a un lugar, así fuese a pocos kilómetros de su ciudad, prefería posponerlo. Pero ¿Cómo hacerlo ahora? Ya el fin de semana pasado había tenido que postergar su visita a Medy por otros compromisos y no podía darse el lujo de tener esta vez que volver a faltar.
—Claro que puedes. Es solo que no quieres. —le respondió Audrey aquella tarde de jueves cuando pasó a su oficina con dos vasos de café.
—En realidad los tiempos van bien y podría permitirme no ir, pero no puedo ser tan irresponsable.
—Entonces ve. Además, ¿Qué probabilidad hay de que si llueva?
—Muchas según el canal del clima.
—A veces hasta el canal del clima se puede equivocar.
No, el canal del clima nunca se equivocaba, por eso Lauren el día siguiente en el terminal llevaba sus botas moradas impermeables y con buena razón, pues apenas se bajó del taxi empezó a caer una intensa lluvia que retrasó la salida del bus.
<Está lloviendo y el bus va retrasado. Por favor explícales al personal> le escribió Lauren a Brandon.
<No te preocupes. Ojala no traigas contigo esa lluvia que arruinaría el hermoso día que hace acá> le respondió él. <Cuida de no mojarte>
Lauren sonrió ante la última frase e inmediatamente empezó a recordar las frases atentas que Brandon le había dedicado en esa semana. Desde que ella le dio su número de teléfono, los mensajes intercambiados entre los dos no habían parado ni un solo día. La mayoría de veces por cuestiones de trabajo, pero en las noches siempre intentaban dejar a un lado aquellos asuntos y entrar en unos más personales. Eso siempre y cuando Lauren no se quedara dormida.
—Ya hasta me parezco a ti —le había dicho a Audrey— a excepción de que yo no me despierto sino hasta la mañana siguiente para disculparme por haberme quedado dormida.
Cuando dieron la orden para que abordaran el bus, Lauren caminó temerosa hacia el parqueadero y esperó que quien le recibiera el tiquete o le deseara buen viaje aquella mañana fuese Tyler, así a lo mejor se sentiría más tranquila. Pero el chico no apareció. En cambio ella se ajustó la chaqueta, guardó las manos en los bolsillos de esta y se apresuró a dormirse, pero le fue imposible. Mientras el bus empezaba una lenta marcha, con el tamborileo de las gotas y perdiendo la mirada a través de la ventana empañada, Lauren pensó en los últimos minutos de Dominique.
Muy poco pensaba en eso y trataba lo menos posible de hacerlo en los días lluviosos. ¿Tenía una persona derecho a pensar qué sintió otra al morir? Ahora ella lo hacía. ¿Sabría Dominique que aquel viaje a Medy City sería el último? ¿Pensó en su hija Sofía que en ese entonces tenía un año y en Josh? A lo mejor sí. Dicen que al morir ves pasar toda tu vida frente a tus ojos, pero Lauren solía decirse que ojalá antes de morir pudiese ver el futuro del que se perdió.
Dominique y Josh se casaron seis meses después de hacerse novios. Una decisión bastante apresurada para Lauren, pero su hermano sabía que aquella mujer de pecas y cabello negro era la indicada. La pequeña Sofía llegó el año siguiente y se convirtió en la pizca de felicidad que sus vidas estaban necesitando en ese momento, durando dos años hasta el trágico accidente en que Dominique murió.
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Salud, dinero... ¡achís!
RomanceA Lauren nunca le salen los tres estornudos, excepto aquella mañana en el Terminal de Transporte. A Lauren no le gusta tomar autobuses para viajar. Es de las que prefiere quedarse en la oficina editando los videos de las campañas que al lado de sus...