Capítulo 5

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Cuando Lauren leyó el nombre del restaurante no pudo evitar sonreír. Si la selección del lugar había sido coincidencia, Brandon lo había hecho demasiado bien. Era una construcción de ladrillos con un techo alto de donde caían unas lámparas delgadas de color negro. Las paredes estaban adornadas con fotografías de productos antiguos y algunos paisajes que se les hicieron desconocidos a Lauren. Habían pocas mesas rusticas sin manteles rodeadas de sillas negras delgadas.

Ella caminó entre los pocos comensales que había y en el fondo logró divisar la espalda ancha y el cabello largo. Cuando llegó hasta la mesa para dos en donde él estaba ubicado, Brandon se levantó y le ofreció la otra silla.

—Hola. Adelante. Gracias por venir —le dijo él y Lauren notó algo de nerviosismo en su tono.

—Me hubiese arrepentido de no aceptar al conocer tu selección de restaurante.

— ¿Te gusta la comida italiana? —Lauren asintió y él sonrió. El mesero llegó, ordenaron pastas a la carbonara y una botella de vino.

— ¿Esta bien, no? Es decir, ya saliste del trabajo. —comentó Brandon con una sonrisa a medio lado.

—Bueno, si la invitación viene de parte de mis jefes, creo que está bien.

—No soy tu jefe. Mi tío lo es. Yo solo soy, como te has podido dar cuenta, una gran piedra en el zapato.

El mesero llegó y sirvió las dos copas de vino.

— ¿Te consideras una piedra en el zapato? —le preguntó ella.

— ¿Tu no me ves así? —dijo él irónicamente.

—Lo que digo es que una piedra en el zapato no hubiese podido resucitar una empresa de buses de un momento a otro y tener tan buenos resultados en tan poco tiempo —las palabras tomaron por sorpresa a Brandon que la examinó detenidamente tratando de adivinar de dónde había sacado ella aquella información. Lauren sonrió. —Tu amigo René es bastante conversador.

— ¡Ah! Debí imaginarlo. ¿Qué más te contó?

— ¿Lo vas a regañar si te cuento lo que me dijo?

—No. ¿Por qué crees eso?

—No lo sé... digamos que me ha quedado claro que quienes te llevan la contraria no son personas de tu agrado.

— ¿Ese es el concepto que tienes de mí? Vaya...

— ¿Qué otra cosa quieres que piense? Desde que llegué no has hecho otra cosa más que hacerme sentir como una intrusa —el tono de Lauren era tranquilo y sereno.

—Vale. En este momento es donde te expreso una disculpa. Me he portado como un tonto y si tengo que ser sincero, creo que he estado un poco celoso.

Lauren tuvo que hacer un esfuerzo en no tirarse el vino sobre la blusa mientras dirigía la copa hasta su boca.

— ¿Celoso? —preguntó devolviendo la copa a la mesa.

Él asintió.

—No estoy acostumbrado a que mi tío le entregue tanta confianza a alguien más que a mí. Además la campaña de los buses Premium la dirijo yo, así que creí que todas las decisiones iban a estar a mi cargo.

—Sí, tu tío me ha dicho que tenías ya en mente contratar a unos chicos universitarios.

—Exactamente. Imaginaras mi sorpresa cuando llego a la oficina y me entero que esa misma tarde conoceré a una chica encargada de los videos promocionales. Discutí con mi tío y bueno, ya el resto lo has visto. De verdad lo lamento. No he sido para nada profesional.

Salud, dinero... ¡achís!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora