Epilogo I

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Harry

Me levanto del suelo y sacudo mi pantalón empolvado, trepo por las escaleras de madera, y cuando estoy en lo más alto, coloco una tabla de madera sobre una gran rama debajo y la clavo. Hago lo mismo con las siguientes dos tablas y queda listo.
Antes de incorporarme, una cabeza se asoma por la entrada, lo primero que llama mi atención, son sus hermosos labios curvados en una gran sonrisa y unos dientes perfectos.

—Vaya, Styles, tienes más fuerza en tus brazos de lo que parece.
—¿Es eso un cumplido?—se ríe, termina de subir los escalones, se pone de pie sobre las tablas y yo hago lo mismo.
—¿Quieres comprobar si son seguras?—murmura en mis labios. El corazón y algo más me palpitan.
—¿Cómo?—sin contestar, levanta los bordes de su vestido corto y se lo quita. 

Cada día Magy me sorprendía y cada segundo descubría más cosas de ella que me encantaban y que no conocía, como la suavidad de su piel, el lunar en su pecho izquierdo, su sensualidad y su ternura me enamoraban cada vez más, y no sabía que eso era posible.

De un minuto a otro pensaba que esto era un sueño más, pero solo hacía falta sentir su cuerpo, y sus besos para descubrir que no había sido así.  Me sentía el hombre más afortunado sobre la tierra, el más feliz, el más rico de todos por tener a mi mujer.
Nunca me había sentido tan amado en mi vida y nunca había amado así a Magy… tan real.  Y creí que duraría para siempre, pero realmente no fue así. Magy se desvaneció de mis brazos como otro sueño más, y mi alma se destrozó.
Entonces lloré, enfurecí, destruí todo, golpee mis manos, grite por ella. Luego me enteré de su pasado en la ciudad, su verdadera historia, y no me importaba, yo seguía amándola. No me interesaba con que hombre había estado, ella ahora era mía.

—Tómame—murmuro en mi oído pegando su cuerpo desnudo al mío, que aún era cubierto por finas telas.
—¿Aquí?—pregunto tragando saliva. Claro que quería, pero no lo esperaba.

—Harry, deja de ser tan caballero, saca a la bestia que llevas dentro y ámame. Quiero que me ames como si no hubiera mañana, como si fuera la última vez que me tienes. No tomas tocarme estando en cualquier sitio, quiero que cada vez que estemos juntos se sienta diferente, pero que lo diafrutemos y  lleguemos al mismo tiempo.

Me costó tanto asimilar que Magy Lovegood me amaba, después de tantos años, ella vino a mí. Era nuestro destino.

—Claro que quiero hacerlo contigo en todas partes, y hacerte cosas que ni te imaginas, ¿pero y si tus padres nos ven? Yo los respeto mucho, y a ti también. ¿Y si nos prohíben vernos?
—Así serán más interesantes nuestros encuentros—me besa colgándose de mí.

La acepto gustoso atrayéndola de la cintura, ella coloca sus piernas alrededor de mí dando en el blanco.

Aún sentía el suave de sus labios que bajaba por mi cuello hasta mi pecho, y cuando besaba mi abdomen mi cuerpo se contraía de tal magnifico  placer que me provocaba, hasta las piernas me temblaban. Su largo cabello me hacía cosquillas mientras ella trabajaba abajo, y me gustaba como rebotaba al compás de sus pechos y la pequeña perla en medio una vez sobre mí.

Quise a Magy desde que aprendí a hablar, y mi madre lo miraba en mi rostro. Sin embargo, oficialmente me enamoré de ella a los trece años. Pasé toda mi adolescencia pensándola, cuidándola y amándola de lejos. Nunca estuve con ninguna otra chica, Magy era para mí la única. La conocia bien, sabía que lo que Amanda decía de ella no era cierto. Me hice amigo de sus hermanos un tiempo para acercarme a ella pero no sirvió de mucho,  eran algo idiotas y sabían que amaba a su hermana así que fui víctima de muchas de sus bromas.

Le escribía canciones mientras la miraba estudiar desde mi ventana, busque por dos años en el mar abierto, la perla más grande y hermosa para hacerle un collar, me propuse a mí mismo, que cuando la encontrara, le diría todo lo que sentía, e iba a conquistarla. Por suerte había terminado con su novio, solo había un problema, su mejor amiga me asfixiaba, siempre me seguía y decía que Magy no era chica para mi, y convenció a mi padre que me lavó el cerebro  para que yo fuera con ella al baile de graduación, que eso era mejor a que Magy me rechazara y humillara frente a todos. Tuve que hacerlo. Magy iba a estar sola en el baile, pensé iluso, claro que no sería así, fue con su estúpido ex novio, yo me fui de ahí… sin Winn. Los siguientes años me odió por eso.

Todo estaba perdido para mi. Ya me había graduado y mi interés era alistarme en el ejército de los Estados Unidos, quería experimentar dolor y angustia física en lugar de la emocional. Luego, ocurrió el accidente y el resto es historia.

Dos años después, Magy vuelve al pueblo, yo ya estaba resignado, pero al verla de nuevo supe que aún la amaba con tanto poder, pasión y descontrol. Traté de controlarme, pero ella no controlo sus sentimientos, y Dios, fuimos tan felices. Aun así, la vida me la arrebató una vez más, y cinco años después de eso, yo seguía sin ella.

—¿Tarde, Styles?—me sorprende el doctor cuando entro en la sala.
—Lo siento, doctor, el auto bus—me disculpo. Asiente y prosigue explicando unas radiografías.
—Unos meses más y te olvidarás del auto bus mientras manejas tu nuevo Ferrari—me dice Louis a un costado mío. Mi mejor amigo de la facultad.
—No me gusta el Ferrari—digo riéndome.
—Bueno, siempre y cuando no sea un bocho para niñas—tapo mi boca con el puño y finjo que pongo atención.
—Si no me graduó va a ser culpa tuya—le digo siguiendo a los demás.
—Seré lo mejor que te quede de esta carrera.

Al terminar la jornada del día, el doctor se  acerca conmigo, palmea mi hombro.

—Harry, has sido de los mejores de la clase y en la práctica, no lo eches a perder estos días, no te distraigas con Tomlinson o con las novias.
—No tiene de que preocuparse, no lo decepcionaré.
—No te decepciones a ti mismo. Te veo mañana—asiento y me marcho con Louis hacia una cafetería.
—Muero de hambre, viejo. O me alimento o pago la renta—articula Louis cuando entramos a un restaurante.
—Pide lo que quieras, conozco al dueño—palmea fuerte mi hombro y va hacia la caja.

Mi celular suena en mi bolsillo, al tomarlo lo contesto inmediatamente.

—Hola.
—Harry, no llegues tarde  Eddie quiere verte más a ti aquí que a mí.
—No digas eso, papá. Estaré en treinta minutos.
—De acuerdo—cuelga.
Louis regresa con dos hamburguesas, papas y sodas.
—Ojala la gente no desconfié de los doctores gordos—dice mordiendo la hamburguesa.
—Hey, tenemos que seguir yendo al gimnasio--exclamo.
—Amigo, no puedo,  o me alimento o voy al gimnasio, no puedo ir sin comer y no puedo comer sin ir.
—Acabas de contradecirte—me carcajeo.
—No me interesa—sigo carcajeándome.
Inconscientemente, volteo hacia el ventanal del lugar, a través de el, observo a una chica alta y delgada, de cabello largo y claro caminando hacia la otra acera.

—Ahora vengo—le digo a Louis levantándome rápidamente. Salgo del lugar y sigo a la chica, que llevaba puesto un vestido blanco y zapatillas café.
Iba tan distraído con su cabello y su caminar que me eran tan familiares, que golpee contra alguien que llevaba muchas bolsas. Caímos al suelo y unas cajas  se abollaron contra la acera.

—Lo siento mucho, lo siento—digo rápidamente perdiendo a la chica de vista. Me incorporo y le ofrezco ayuda a la chica con la que he chocado.

—¿Harry?

—¿Clarie?

Por amarte así《Harry Styles》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora