¿A esto se le llama vida? Qué asco.

¿Tomé una buena decisión?

Mis personas más cercanas saben todo el drama que vivo casi día a día con la situación entre mi mamá y mi papá, y para los que no, les digo que no es nada fácil.

Empezando el año que cursa, tomé la decisión de irme a vivir con mi papá por la situación precaria por la que aún sigue pasando mi mamá con todo el tema de la economía Venezolano, aunado a eso el hecho de que le habían robado el carro a mi abuelo y con eso comíamos. Pensé mucho esa decisión, pero hoy día creo que no lo suficiente, sí estoy consciente de que el hecho que esté allá implica que hayan más gastos y preferí que mi mamá solo gastara su dinero en mi hermana menor, que obviamente no podía irse con mi papá.

Catorce años viviendo con alguien, con tu círculo de personas que a pesar de ser pequeño el amor que brindaban era gigante y sin comparación alguna. Adapté el modo de vivir, me acostumbré a ellos y no imagino la idea de estar en un mundo sin ellos.  Como todo núcleo, sea familiar, social o conyugal, siempre habrán diferencias; y son esas diferencias las que forjan y van construyendo una base para el futuro de esa relación, sea el núcleo que sea.

La relación con mi mamá siempre será "Movida", nunca habrá esa tranquilidad que semeja un río cuándo siquiera un pez está nadando en el mismo. Sin embargo, es ella la que ha sido por catorce años la cabeza de la familia, la punta de un triángulo perfecto, y a pesar de las discusiones que hayan sean grandes o pequeñas, siempre la amaré.

Quise acostumbrarme al régimen que la familia de mi papá maneja, pero es imposible. Durante estos cinco meses he sido, o he mostrado algo, más bien, alguien que en realidad no soy. Y no es que no me gusté convivir con ellos porque no me dejen hacer lo que me de la gana, no. Es que sus convicciones, sus conceptos, sus prejuicios, distan mucho de los míos. 

Los polos opuestos se atraen, pero casi nunca permanecen juntos por mucho tiempo. Eso va en contra de las leyes de atracción. Literal me siento como una bomba que con el tiempo le queda poco por estallar, sin aviso y con grandes consecuencias.

Cómo sí trataras de meter un obsequio en una caja de regalo más pequeña. Rota, vacía, sola a pesar de estar acompañada. No estoy con mi gente y eso me daña, creí poder aguantar, poder tolerar, pero vaya que es difícil.

Sí pudiera retroceder el tiempo, jamás habría tomado esta decisión. No saben cuánto quisiera tener a mi mamá al lado diciéndome que apague la computadora por tenerla mucho tiempo en uso, o que mi abuela se molestara por haber hecho comida demás a sus espaldas. Llegar del colegio con mi abuelo, ver la televisión con mi hermana... Saben esos pequeños detalles que dejan grandes recuerdos, son los que extraño, los que hoy lloro y rezo porque vuelvan; porqué en uno de cada seis días es imposible de recrear catorce años de felicidad.

Me duele que el reloj siga avanzando, que los días pasen y todo siga igual.