CAPITULO 1

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Otra mas— pensaba.

Era un día como cualquier otro, mi madre, que suponía quererme, me seguía dando bofetadas en la cara tanto como podía, en algunos casos hasta que se le cansara la mano y eso equivaldría a medio día en la misma sala, en frente de mi padre que al parecer no me ponía mucha atención ya que lo único que decía era que mi madre me daba una lección por mis malas conductas.

Después de terminar otro día de puros golpes en la cara, como siempre la tenia roja e hinchada de los muchos que había recibido, conseguía comida en las calles ya que no me provocaba la asquerosa comida que mi madre preparaba, de vez en cuando el humilde panadero de la esquina quien deseaba algún día tener un hijo, me regala las sobras que le quedan y doy gracias que son por lo menos la mitad de la bandeja más grande.

—NOAH!!!!!!!!!! — grito otra vez, no habían pasado ni cinco minutos desde que me dio la ultima bofetada, pero esta vez parecía venir otra ronda.

Durante mucho tiempo lo estuve pensando y por fin tomé la decisión de hacerlo, irme lejos de ese horrendo lugar. Así que tomando una pequeña caja, saque unos trozos de piedra amarilla y otras, eran oro y gemas que me había conseguido por estar cavando algunas veces en minas abandonadas a lo lejos del pueblo donde vivía, que ya se veía bastante afectado por la gran guerra.

—Espero que...— yo decía pero...

—NOAH!!!! — volvió a gritar pero estaba seguro de que ya no lo haría nunca más.

Me harte, estaba cansado de haber pasado doce años de mi vida siendo bofeteado por aquella que dice ser mi madre, desde los seis años he pasado por torturas inimaginables, pero todo eso se acabaría.

Nunca habría podido imaginar lo que pasó aquel día que fue, para mí, algo que había estado esperando desde hace mucho tiempo pero no lo esperaba de esta manera. Baje con mi bolso ya remendado varias veces y con mi bate de beisbol en la mano con el cual, mi madre una vez me partió el tobillo y baje las escaleras lentamente, lo único en que pensaba en ese momento era en irme de ese lugar de una vez por todas. Antes de decir cualquier cosa los observe a los dos, tirados en el piso sobre un charco de sangre y allí frente a ellos estaba una figura humana alta con lo que parecía ser un cuchillo lleno de sangre en la mano. No sabía qué hacer estaba completamente asombrado, la figura volteo hacia mí pero tenía una máscara que cubría su rostro pero, aun así podía sentir que me estaba observando ¿quería matarme?, de repente un relámpago seguido de un trueno me sorprendió y volteando la vista hacia la ventana me distraje del extraño, al regresar este había desaparecido, solté el bate y me arrodille frente a los cadáveres de mis padres, no quise tocarlos simplemente me puse de pie y salí corriendo de mi casa sin antes pedirles disculpas, sin saber porque lo hice.

Fui corriendo como si nada a la panadería, entre rápidamente y allí el señor Baker se dio cuenta de que algo no estaba bien.

—¿Ha pasado algo mi muchacho? — dijo con su voz tan amable que podría haber llorado en ese momento y no por haber hecho lo que hice, sino por tener que dejar a la única persona a quien amaba.

—¡Qué suerte!, hoy te tengo una bandeja llena de sobra, te irás rellenito a tu casa esta noche.

—Señor Baker, por favor perdóneme, aquí le dejo esto, aunque sé que usted gasto mas en mí, es lo único que tengo y gracias por todo— y con pocas fuerzas, corrí de la panadería, el señor Baker se quedo viendo la puerta y como me iba de su lado, pero me sentía feliz de que con el oro y las joyas, podía conseguir una mejor vida en otro lugar, al escalar la montaña más alta observe a una de las amigas de mi madre que tocaba la puerta, me aleje lo más rápido posible y era seguro que si bajaba la montaña y no se daban cuenta, jamás me encontrarían.

Encontré varios caminos detrás de la montaña, no sabía cual seguir hasta que recordé algo que me había dicho el señor Baker:

—Con esta brújula sabrás que camino debes tomar— me dijo entregándome una brújula color bronce cuya flecha no marcaba el norte sino varios lados.

—Pero no tiene un punto fijo— le dije.

—así es, muchas personas creen que su destino ya está escrito, pero te equivocas, tu escribes tu propio destino— me dijo con una sonrisa que me llenaba cada vez mas de alegría. Esa noche me había quedado en su casa ya que como era muy pequeño no recordaba el camino, al día siguiente decida ponerla a prueba y después de girar en varias direcciones, encontré mi casa, al llegar, recibí todo un día de bofetadas en la cara mientras mis manos colgaban de unas sogas.

Abrí la brújula rápidamente pero esta no dejaba de dar vueltas, no había ruido, me estaba cansando ya deberían haber descubierto los cadáveres.

—Vamos, vamos— me repetía hasta que escuche el primer grito, se escucharon las sirenas y la brújula seguía moviéndose, sin muchas opciones me fui al camino de la derecha, y corrí lo más que pude. Lo único que había por ese camino eran arboles sin hojas pero aun así decidí seguir corriendo, durante el camino no comí absolutamente nada y estaba empezando a sentirme un poco mareado, a los lados del camino se podían ver casas muy pequeñas pero no veía ninguna persona, me sorprendí al ver a un indigente correr desesperadamente hasta una casa y golpearla fuertemente.

—Ayúdenme!! — siguió golpeando la puerta. —ayúdenme!! — de repente se abrió la puerta y un señor que no se veía tan viejo alzo su rifle y le dio un tiro, yo me asuste mucho al ver que el viejo me miro.

—¿Estas envenenado? — me pregunto desde no muy lejos.

—No señor! —alce un poco la voz.

—Pues ven entonces— camine de espacio hasta su casa, tuve algo de nervios al acercarme pero luego me invito a pasar. No podía creer que lo había logrado, escape de ese horrendo lugar pero como siempre la felicidad tiene un precio, jamás me perdonare haber abandonado al señor Baker pero allí donde estaba le hice una promesa.

—Señor Baker, si me va bien en mi viaje, lo vendré a buscar y le daré la vida que siempre quiso tener— miraba hacia atrás antes de entrara a la casa.

—Vienes? — pregunto el anciano.

—Si señor— conteste con suma amabilidad.

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La llamada del Reflejo ©Where stories live. Discover now