CAPITULO 25

2 1 0
                                    

—Muchos dicen que al llegar a su casa su esposo la asesino y luego se suicido, pero otros dicen que a veces lo ven rondando por allí en el bosque y diciéndole a cada persona que se acerque que esta es su casa y, el que se atreva a entrar en ella será asesinado. Varias personas no han sobrevivido la semana en esta casa, por eso le digo que tenga mucho cuidado— la voz de la señora era suave pero muy firme, antes de salir le dije a la señora

—Gracias por el dato señora, apuesto a que me servirá de mucho saberlo, ahora debo buscar a mi esposa y tal vez el se encuentre con ella— sin más preámbulo fui a la cocina y tome todos los cuchillos que pude y los escondí en diferentes pastes de mi cuerpo, así tenía más probabilidades de morir por un mal movimiento pero estaba más seguro de poder tener varias armas con las que defenderme y defenderla a ella. Corrí de inmediato hacia la puerta y la señora veía preocupada como me desvanecía en la niebla y al mismo tiempo me deseaba suerte.

Me estremecí junto a la niebla que no quería soltarme, lo único que veía eran arboles que a medida que yo corría, aparecían desprevenidos contra mí y en un intento de esquivar uno muy ancho me golpee muy fuerte la cabeza y desgraciadamente caí a un abismo sin dejar de rodar. Al ya detenerme, la niebla se había dispersado completamente pero aun así rodeaba esa mugrosa y extraña cueva que estaba frente a mí, la niebla no se atrevía a tocarla y en la entrada de esta habían letreros de madera con escrituras color rojo que decían palabras como "no entrar" o "aléjese", las típicas palabras de alguna persona que odiaría que alguien se topara con ella.

Hubo un letrero en específico que me llamo la atención, contenía un circulo grande y dentro de este estaban dos cirulos más pequeños, parecía un ojo, eso me recordó un cuento que había leído alguna vez que decía que si vez un ojo completamente abierto se le denomina "ojo vulturi".

—así que a eso se debe el nombre— de pronto, escuche que algo se avecinaba rápido y voltee, pero solo logre que un ciervo detrás de mí se asustara, llame a Rachel y pude oír sus gritos desde lo más profundo de la cueva. Fui entrando hasta ya no ver la luz al final, volví a oír los gritos de Rachel pero hubo un momento en el que se detuvieron por completo, yo gritaba su nombre pero ella no me respondía. Camine más rápido hasta llegar a lo que parecía ser el centro de la cueva y observe muchas cosas que parecían robadas como ropa, zapatos y... ¿maletas? ¿de quién era todo esto?. Fue allí cuando recordé lo que la señora me había dicho que muchas personas habían sido asesinadas por el "vulturi" y tal vez era de todos ellos, de inmediato tome una rama fuerte del piso y la envolví con pedazos de ropa, investigue por todos lados y en una de las maletas encontré una caja de cerillas y con eso hice mi antorcha. Voltee y la luz del fuego ilumino de repente a dos esqueletos completos que me hicieron saltar del susto, dejando de pensar en eso voltee hacia el otro lado y vi a... Rachel?.

—Rachel!!! — estaba tirada en el suelo boca abajo, sus manos estaban sueltas pero se veía una marca que me decía que la habían atado, seguía diciendo su nombre pero ella no me respondía.

—Rachel, que fue lo que te paso? — estaba desesperado ¿Cómo fue que le paso esto? Hace unos momentos ella gritaba mi nombre y ahora estaba desmayada en el suelo. Con las esperanzas casi idas, Rachel reacciono de manera rápida soltando un liquido transparente y espeso por la boca, mientras tosía la volví a llamar.

—R... Rachel? — ella al mirarme se desespero como si no quisiera verme o no quisiera que yo estuviera allí.

—Noah!!! ¿Qué haces aquí? ¿Cómo me encontraste?, debes irte!!! — estaba incontrolable y no dejaba de temblar. —el lo torturo!!! Y después lo asesino— al escuchar lo que dijo no lo podía ¿de verdad ese asesino estaba aquí?.

—Rachel— la sostuve firmemente de los brazos —¿Dónde está? —estaba tan asustada que no me respondía, al voltear al piso me di cuenta de todo. Tirado y escondido en la tierra estaba un rosario y al levantarlo pude ver que estaba lleno de sangre, luego recordé que ese rosario lo usaba...

—el conductor del camión...— en ese momento voltee a ver a Rachel, ella lloraba en silencio y temblaba, yo solté el rosario y la abrace. Me pasaron un millón de cosas que le podrían haber pasado, también la pudo haber torturado y asesinado como el señor del camión, pensaba en la señora, quien esperaba un hijo. Un hijo que crecería sin un padre, un hijo que vería todas las noches a su madre llorar por la manera injusta de la muerte de su esposo, un hijo que no va a poder tener la felicidad de sentirse acompañado de una persona que lo amara a él o a su madre. No sé cómo podría vivir sin ella, por eso no puedo si quiera pensar que haría si la asesinaran o le hicieran algo, ¡me volvería loco! Rachel es mi vida, por eso debo sacarla de aquí antes de que ese loco maniático nos encuentre.

—Rachel, salgamos de aquí— ya más calmada, tome su mano y salimos corriendo del centro, nos fuimos directamente hacia la salida pero había un problema, no la encontrábamos, corrimos de vuelta hacia atrás y volvimos al centro, estaba confundido la salida debía estar por ese camino.

—quizás debamos ir por otro lado— Rachel ya estaba en sí y tal vez podía tener razón, por un pequeño orificio en la pared vi que estaba oscureciendo y era mejor que nos apuremos, pero fue eso mismo lo que me dio una idea. Rachel y yo llenamos las maletas con todo lo que había alrededor hasta que quedaran llenas y pesadas.

—a la cuenta de tres, uno.... Dos.... Tres! — al mismo tiempo volcamos la débil pared de piedra y salimos de allí, corrimos lo más rápido que pudimos hasta que nos cansamos sin haber logrado salir del bosque.

—escuchas eso?, es agua, la cascada debe estar cera y si nos apuramos llegaremos temprano a... Rachel— ella no me escuchaba, estaba paralizada, petrificada ¿Qué le pasaba? Una gran parte de su pelo le cubría o un ojo, mientras que con el otro mantenía la mirada horrorosamente fija en un solo lugar...o a una sola persona. Al voltear lo vi, era un señor alto como una estaca, con un hacha llena de sangre casi fresca en su mano, respirado como un salvaje y con ¿un solo ojo?. No, el otro lo tenía medio cerrado pero el otro lo mantenía muy abierto, parecía que se le saldría en cualquier momento de sus parpados. Allí estaba mirándonos fijamente, mis nervios aumentaron al verla a ella... ¿Qué rayos estaba haciendo?, era la realidad, la mujer que estaba viendo no era Rachel.

La llamada del Reflejo ©Where stories live. Discover now