—si... Claro... Por su puesto— Rachel fue la que contesto, entraron a la tienda cerca de seis personas y todas vestían grandes batas negras con mangas que le llegaban a cubrir las manos y los pies, todos pasaron y el primero en levantar la vista fue un joven de más o menos mi edad. Era rubio y los ojos color azul claro, fijo la mirada en Rachel y se acerco a ella.
—es usted bella dama la encargada de esta panadería? — tomo la mano de Rachel y la beso con la más grande suavidad y delicadeza del mundo, eso me puso un poco incomodo.
—Los dos— yo salí del otro lado de Rachel —somos los encargados por ahora— el joven monje soltó la mano de la chica y fijo su atención en mi.
—Quisiera ordenar lo de siempre para la caravana, el pedido debe estar en la iglesia a las cinco de la mañana— no dejaba de mirarme con un cara de querer matarme ¿será porque le interrumpí su bello momento con Rachel? No lo sé, pero de inmediato me despertaron dudas acerca de la verdadera identidad de estos sujetos.
—pero porque debe estar tan temprano? Según lo que yo sé, la caravana comienza a las siete de la mañana, a las seis y media podríamos llevarlo— el monje sorprendido fijo la mirada en Rachel y al mismo tiempo esbozo una sonrisa.
—Mi querida niña, todos los jóvenes que hemos venido hasta aquí debemos preparar absolutamente todo para mañana y la mesa de la ofrenda es lo más importante, por eso es que debe llegar lo más temprano posible a la iglesia— a medida que el extraño iba hablando, su expresión cambiaba y pasaba a ser una más seductora, sentí por un momento una tensión sobre el ambiente, no sabía lo que pasaba pero cuando voltee a ver al joven pude observar de lejos que sus ojos tornaban un color rojo muy intenso, me hizo dudar un poco pero creo que lo mejor era que los despida.
—Si no me equivoco, el pedido son de 4 pasteles picados cada uno en 50 trozos, lo que daría un total de 200 trozos de pastel ¿no es así? Todos deben ser de frambuesa, moras y fresas, ¿estoy en lo correcto? — al decir esto, el rubio cerró los ojos y con una sonrisa pesada, me dirigió la mirada.
—así es, entonces si ya no tenemos nada que hacer aquí, es mejor que nos vayamos— todos los demás salieron, Rachel se dirigió a cerrar la puerta y al hacerlo el monje se le acerco.
—Nos veremos luego mi florecilla— Rachel se quedo inmóvil al igual que yo, luego el moje salió y se reunió con sus otros compañeros.
—estas bien? — además de sentirme incomodo, debía estar pendiente de ella tal vez el monje también se había enamorado, no podía imaginarme las terribles cosas que le haría si se rehúsa a ser de él, tal vez la matarían?.
—Eso debería preguntarte yo a ti Noah, te ves pensativo— ella se acerco y al recordarme de ese monje no podía soportar la idea de perderla, eso fue lo que me hizo rodearla con mis brazos.
—no estabas celoso de el verdad? — me estaba preguntando si estaba celoso, tal vez lo estaba solo que no quería admitirlo.
—Noah, mi corazón solo te pertenece a ti, por favor nunca desconfíes de mi— las palabras eran tan suaves y dulces que me hicieron no querer soltarla jamás, incline mi cabeza la puse sobre su cuello y la abrace haciéndome la promesa de nunca volver a desconfiar de ella.
—Bueno...— dijo apartándose un poco —creo que deberíamos empezar haciendo los pasteles— y así dicho esto empezamos haciendo primero los pasteles, pusimos los cuatro juntos en el horno y después de esperar casi una hora los sacamos, empezamos a rellenarlos y luego a picarlos cada uno en 50 trozos lo que nos dio un total de 200, justo como lo había dicho. Nos llevo casi toda la tarde hacer los trozos pero al fin habíamos terminado, mis padres aun no estaban despiertos así que solo tome algunos panes de la alacena y los comimos, más tarde pusimos los trozos en las cajas listos para ser entregados en la mañana y así mismo nos fuimos a dormir.
A la mañana siguiente, el sol no había empezado a salir pero Rachel y yo estábamos listos.
—Queridos!!! ¿Qué hacen despiertos tan temprano, lo siento se me paso la hora debo hacer el desayuno para hacer la entrega— mi madre se veía algo estresada, debía calmarla, de seguro pensaba que nosotros no habíamos hecho nada.
—mama, tranquila nosotros hemos hecho los trozos de pastel y ahora los vamos a entregar, volveremos pronto tu solo encárgate de hacer el desayuno— salimos de la panadería y mi madre nos despedía con su mano, se veía muy preocupada pero eso no me desanimo para nada mas bien sentía cada vez más que debía esforzarme por hacer las cosas bien.
Caminamos los dos hacia la iglesia, era enorme y muy parecida a la del otro mundo, los vidrios solo obtenían la forma de muchas personas observándonos, la iglesia estaba llena de figuras de yeso y porcelana que nos miraban, estaban por todos lados y nos seguían a todos los lados a los que íbamos.
—Bienvenidos mis jóvenes hermanos— esa voz me pareció muy familiar, era el monje, parecía estar terminando alguna especie de ritual sagrado y luego se acerco hacia nosotros.
—aquí esta lo que pidió y se lo hemos traído puntualmente, ahora si nos disculpa nos retiramos— le di el paquete a uno de los compañeros que estaba con él, Rachel me tomo del brazo y nos volteamos para irnos pero antes de que me diera cuenta, ya no estaba con ella.
—Porque tu no solo te vas y me dejas un rato con ella? — voltee rápidamente al oír esas palabras, el monje sostenía a Rachel por la cintura mientras ella tenía la mirada en dirección hacia mí.
—Ella viene conmigo, te pido por favor que la sueltes— ella de inmediato se soltó de los brazos del joven y vino hacia mí, yo la sostuve y los dos volteamos a ver al monje.
—Si no me la quieres entregar, tendré que quitártela a la fuerza— dicha esto todas las puertas de la iglesia se cerraban una por una, Rachel y yo juntamos nuestras espaldas y al darnos cuenta, ya estábamos rodeados.
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La llamada del Reflejo ©
Horror✔Una Historia de Ariel Lampe. ✔Los Derechos de este libro son reservados y protegidos. ✔Una portada de @Jst1ne. ➤SIPNOSIS: La llamada del Reflejo trata de Noah, un joven campesino pobre que narra su propia y desgraciada y historia, que va cambiando...