—caught! Caught! — ahora yo estaba tosiendo, recordaba cuando me enfermaba cada vez que tosía era, una bofetada pero en la garganta eso hacía que tosiera mas, no podía aguantar, era muy pequeño hasta que hacia lo imposible y me daba por ya curado. Al darme la tosedera ponía sin que mi madre me viera un pañuelo muy frio en la garganta y eso hacía que esta se congelara, la consecuencia era que las cuerdas vocales estaban muy débiles por el frio y la tosedera pero si no lo hacía, mi madre seguiría dándome bofetadas en la cara. Subí a mi cuarto y debía quedarme sin hablar un mínimo de dos horas, sino perdería mi voz por completo, me quede dormido sin querer y al despertar ya habían pasado tres horas y media, intente decir algunas palabras y me sentía bien pero la tosedera iba a venir otra vez, baje lo más rápido posible y le hable a mi madre.
—madre, me dijiste que te recordara justamente a esta hora que debes hacer tus rollos de jalea para tus amigas que vienen a la media noche— mis piernas temblaban al hablarle pero esa vez todo estaba calmado.
—es verdad, pero no hay pan, sal rápido y compra te daré una hora y media, no quiero que me molestes mientras hago la jalea si llegas temprano— así mismo salí corriendo de mi casa, mi madre se tardaba dos horas y media en hacer la jalea entonces podía quedarme con el señor Baker el tiempo que quería. Llegue a la panadería y antes de que él me saludara empecé a toser y toser sin parar, el señor Baker estaba mucho más joven en ese tiempo, tomo eso como ventaja y empezó a preparar algún liquido yo solo podía ver que le corría y corría de un lado a otro en la panadería, me dio una olla grande como si fuese a vomitar y en verdad lo hice, después de toser me vinieron náuseas y luego vomite sin parar, tanto que mi vomito llego a la mitad de la olla. Cuando al fin termine el señor Baker tomo la olla, la saco de la panadería y lo echo en algún lugar luego la puso en el fregadero.
—Toma hijo mío, debes tener más cuidado— puso un pañuelo frio en mi frente.
—te debe doler la cabeza de tanto vomito, esto te enfriara un poco, este remedio está un poco agrio pero siempre que te venga la fiebre o la tos, solamente debes ponerte en la frente un pañuelo húmedo y luego tomártelo— me lo dio seguido de una deliciosa avena, solamente había pasado una hora pero me valía más volver. Tome el remedio, los panes y salí a mi casa y coloque los panes en un plato y subí sin decirle nada a mi madre, quien todavía preparaba la jalea.
—Noah...— me dijo...
—Noah! — era Rachel pero, estaba allí.
—Noah...— desperté, era Rachel quien me llamaba estaba a punto de ponerle el pañuelo en la frente, pero me quede recordando mi pasado.
—Lo siento, esto esta frio y te ayudara— al ponerlo, en su rostro se veía aquella expresión que nunca hubiera deseado ver en ella, el dolor. Solamente pasaron cinco minutos antes de que al pañuelo se le evaporara toda el agua fría, eso me pareció completamente extraño pero solo seguí poniéndoselo.
—Noah tengo mucho frio— no lograba entenderla, la chimenea hacia que la habitación sea la parte más caliente de toda la casa, eso debe ser la fiebre muy alta.
—No te preocupes, estarás bien— ya era la quinta vez que le cambiaba el pañuelo y el agua ya estaba tibia por el calor de la chimenea, pero luego se me ocurrió una idea. Muy cuidadosamente le quite de encima la sabana a Rachel, todo su cuerpo estaba caliente pero era la única forma de que la fiebre le bajara de la manera más rápida, ya estaba empezando a hablar sola y si no hacia algo, todo podía empeorar.
—no te pongas la sabana— tome la cacerola y el agua la eche en la chimenea, ya con el fuego apagado abrí la ventana y el cuarto se empezaba a enfriar, me acosté al lado de Rachel y puse mi brazo sobre su estomago, le dije que se durmiera y que yo estaría al pendiente de ella. Después de que se durmiera la observe muy detalladamente, se veía tan hermosa que me quede dormido lentamente sin soltarla y después de más o menos tres horas de descanso, el cuerpo de Rachel estaba frio, muy frio.
—Rachel!!! — ella despertó de un susto, pensé que estaba muerta, nunca había sentido su cuerpo tan frio, quería sostenerse pero no podía.
—Noah, no siento mi cuerpo, debe ser el frio ¿puedo ponerme la sabana ya? — me pregunto todavía acostada.
—Si claro— le coloque la sabana y fui a tomar el termómetro, pero no estaba. Eso era completamente extraño, podría jurar que lo deje allí mismo, mire hacia la chimenea y entre algunas de las herramientas para mover la leña del fuego vi una especie de lanza pequeña hecha de hierro, la tome y luego mire a Rachel.
—buscare el termómetro y volveré— tome con fuerza la pequeña lanza y me aventure hacia la oscuridad que empezaba a aparecer a medida que me alejaba de la habitación, al bajar las escaleras observe que alguien estaba en frente de la entrada de la mansión, era una niña. Llevaba un vestido gris con flores del mismo color, sostenía con un brazo una muñeca espeluznante con ojos sumamente grandes y con el otro brazo sostenía...
—el termómetro— me dije en voz alta, ella lo tenía ¿lo había estado robando todo este tiempo? Aunque creí que en ese momento la pregunta era ¿Cómo? ¿Cómo lo hizo? Estuve con él todo el tiempo, lo necesitaba para...
—Rachel— en ese momento, al decir su nombre la niña alzo su mirada y observe que el rostro de la niña era muy parecido al de la muñeca, fue entonces que escuche un grito muy repentino de Rachel y venia desde arriba, allí fue donde me di cuenta que, el asunto del termómetro era solo una distracción y recuerdo que al volver la primera vez la fiebre de Rachel estaba aun peor que antes.
—¿Qué quieres hacerle a Rachel? — le grite, ella solamente me sonrió pero su risa era gigantesca, tanto que le llegaba al extremo de las mejillas, me sobresalto dramáticamente otro grito de Rachel pero esta vez gritaba mi nombre, yo corrí hacia ella olvidando al pequeño monstruo pero al llegar a la habitación Rachel estaba envuelta en las sabanas y la otra chica de piel pálida estaba junto a ella, mientras sostenía su cuchillo abrió su boca y me lanzo un rugido, yo cubrí mis oídos y pude presenciar como la pequeña alzo su arma y empezó a apuñalear a Rachel. Al terminar, yo solamente caí sobre mis rodillas, Rachel, mi amor, había perdido a quien amaba. La bestia se acerco a mí, yo baje la cabeza y podía ver que su silueta se preparaba para arrebatar mi vida, finalmente alzo su chuchillo y oí el sonido de algo que traspasaba el cuerpo de una persona pero claramente no era yo.
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La llamada del Reflejo ©
Horror✔Una Historia de Ariel Lampe. ✔Los Derechos de este libro son reservados y protegidos. ✔Una portada de @Jst1ne. ➤SIPNOSIS: La llamada del Reflejo trata de Noah, un joven campesino pobre que narra su propia y desgraciada y historia, que va cambiando...