CAPITULO 2

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Entre a la casa sin casi fuerzas y me caí, el señor recostó su rifle y me apoyo, me ofreció un pedazo de pan con un vaso de leche, yo los comí rápidamente y luego me sentí mejor, el señor se sentó en frente de mí y me hablo.

—Disculpa la primera mala impresión, algunas personas han sido envenenadas por la desesperación y el pánico— me dice sonriendo un poco.

—Lo entiendo a la perfección señor, y si me disculpa ya me debo ir— dije inclinando un poco la cabeza.

—puedo saber a dónde te diriges? — me pregunto con curiosidad.

—No lo sé— suspire. —Imagino que a donde me lleve el viento—.

—pues el pueblito más cercano está a medio día desde aquí, ya está empezando a oscurecer quieres quedarte? — me pregunto.

—Si no es alguna molestia Señor—.


—Para nada, puedes dormir en el sofá— y así pase el día en esa humilde casa, al recostarme en el sofá, sentí una de las muchas cicatrices que tenía en una de mis manos y mientras me dormía recordaba cómo me la había hecho.

Recuerdo después de estallar la gran guerra, que fue cuando estaba muy pequeño, salí a escondidas desde la ventana trasera sin que mis padres se dieran cuenta, debía apurarme si no, me esperaría el resto del día todas las bofetadas que mi madre pudiera darme, después de que el señor Baker me diera un poco de las sobrasa empezó a llover y no podía quedarme allí, corrí todo mojado a mi casa, los relámpagos emitían centellas tan brillantes que alumbraban todo el camino, llegue a mi casa y subiendo por la ventana la cerré de inmediato, el ruido fue muy fuerte y sentí que mi madre venia subiendo las escaleras, me seque con la funda de la cama y me senté en ella fingiendo haberme estado despertando, ella entro de repente, me lanzo hacia el piso y con un estaca de madera que sobresalía de la cama me corte superficialmente la mano.


—hiciste que mis amigas se fueran por miedo a ese ruido que hiciste, si vuelves a hacer ruido, te daré tantos golpes que desearas no haber nacido— antes de levantarse me dio una bofetada y por fin se fue, yo me quede allí en el piso hasta que me dieron fuerzas de levantarme y fue por el frio que había, deseaba salir de allí quería unos padres que me quisieran de verdad. Eso me dio fortaleza para levantarme en la mañana y salir rumbo al pueblo más cercano, desayune y me despedí del amable señor que me había atendido, dirigiéndome siempre hacia el frente.

Camine todo el medio díasin detenerme hasta que al fin llegue, solamente veía el pequeño pueblo delejos y antes de entrar comí un pan que me había regalado el amable señor. Yaal entrar pude observar que todas las casas y edificios estaban destruidos y nohabía muchas personas, las que había tenían harapos sucios y rotos, pero no lepreste mucha atención, me centre en una casa que vi en la cima de una colina, era blanca pero se veia vieja, las nubes daban mucha luz, me encamine hacia ella pero...


—¿eres nuevo aquí delicioso pastelito? — dijo una señora de aspecto horrible y su voz parecía el chillido de una puerta a la que nunca le hubiesen untado ni una gota de aceite.

—Algo así señora— le dije volteándome hacia ella y tomando fuerte mi mochila.

—y que hace un divino joven bueno y jugoso en este pequeño pueblo? — mientras me hablaba expresaba una melancólica y aterradora sonrisa, a la vez me miraba como si me quisiera tragar.

—he venido solo a observar y creo que debería seguir mi camino— dije intentando irme de allí.

—oh no! ven y hospédate en mi casa, tengo pocos visitantes y mucho mas en este pueblo tan solitario— me dijo colocando su mano en mi espalda.

—Si insiste...— le conteste y me dispuse a seguirla.


Caminamos en medio de callejón abandonado, era horrible y apestaba como nunca, al principio me dio mala vibra pero supongo que no tenía más opción. Las personas que me miraban por ambos lados movían la cabeza en señal de negación como si estuviera haciendo algo mal, ¿debería estar siguiendo a esta vieja? No sé porque no me detuve, la gente parecía caminar lentamente hacia mí, como si me quisieran detener. Seguí caminando hasta lo último del callejón donde la gente se empezaba a detener, una chica salió de repente de las sombras y me tomo la mano, yo intente soltarme pero la anciana salto sobre mí.

—SUELTALO!!! — le grito muy fuerte, la chica salió corriendo igual que las demás personas, tuve un muy mal presentimiento de lo que estaba haciendo pero sabia que ya no había marcha atrás.

—Aquí estamos— me dijo deteniéndose, así como esperando a que pasara antes que ella, pero me detuve a observar la casa.

La casa era como cualquier otra, tenía algunas paredes dañadas, y rotos por todos lados pero se veía que le habían puesto mucha dedicación al tratar de conservarla, esto me recordó al señor Baker, seguro era una anciana cualquiera que deseaba tener compañía.

—Después de usted— le dije medio inclinándome.

Al pasar delante de mí, abrió la puerta sin necesidad de llave, eso me extraño pero decidí no pensar en ello, al entrar a la casa se podía visualizar un largo pasillo que contenía fotos de una familia, seguro era la suya, habían solamente dos de la familia que se conformaba con unos padres y un niño, las demás eran solo del niño en particular, fotos de cumpleaños, de fiestas, y las observaba mientras seguía caminando por el eterno pasillo, observe un marco cuya foto tenía un payaso espeluznante que sonreía junto al niño, me quede un tiempo observándola y fue cuando recordé que estaba siguiendo a la anciana, pero ya no estaba delante de mí.

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La llamada del Reflejo ©Where stories live. Discover now