CAPITULO 28

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Estaba un pequeño niño jugando en el campo, observaba su cubo que en cada lado tenía una letra diferente, el viento mecía consigo las grandes espigas de trigo que parecían oro recién pulido.

—Jhon!!! Jhon!!!! — gritaba la madre de tan bello niño, su débil cabello dorado reflejaba fuertes rayos de luz. El niño fue corriendo hacia su madre y al llegar esta lo alzo en sus brazos.

—a ver, quien es el niño más bonito?? — la hermosa sonrisa de la madre hizo que su hijo lo imitara.

—yo mami— después de que su madre lo estrechara sobre ella, lo bajo a piso y tomando de su mano entro a la casa.

Ese día hubo una tormenta terrible, el viento no dejaba de tambalear y los truenos de sonar. La madre estaba montada sobre la mesa intentando tapar las goteras pero al ver que no lo lograba se bajo, le dio un abrazo a su pequeño que se hallaba frente a ella. Empezó la madre a buscar cacerolas hasta más no poder y las puso en diferentes partes de la casa; el pequeño observo que la ventana se abrió de repente por el estruendo del viento, la madre corrió hacia él y lo aparto, luego cerro la ventana. Después de un rato, la madre subió hacia el segundo piso de la casa a ver si algo pasaba y la ventana que había cerrado se volvió a caer, el niño con todavía su cubo de juguete en la mano trato de cerrarla pero intentándolo se le cayó el cubo hacia afuera, rápidamente el niño cerro la ventana y salió de la casa en busca de su cubo.

—Jhon? — su madre pregunto al bajar las escaleras —Jhon?! — pregunto mas fuerte, con un gran relámpago la madre volteo hacia la puerta y al darse cuenta, su hijo ya no estaba.

—JHON!! — la preocupada salió disparada de la casa en busca de su hijo, no dejaba de gritar su nombre pero sus esfuerzos eran inútiles, el niño después de encontrara su cubo escucho uno de los gritos de su madre y volteo a ver.

—mami!!! — su madre al verlo corrió hacia él, pero al estallar el más grande de los relámpagos, el niño no la volvió a ver.

—mami? — el niño corrió hacia su mama y al encontrarla la vio en el piso con los ojos cerrados, tenía su cabeza sobre una roca puntiaguda y de su cabeza salía mucha sangre. El niño sin pensarlo fue a su casa y se escondió en un rincón hasta que pasara la tormenta y mientras lloraba se quedo dormido.

A la mañana siguiente, el lechero que iba todos los días a la casa encontró la puerta abierta y decidió entrar.

—Señora Jason? — pregunto pero nadie le contesto, decidió buscar por toda la casa pero se tropezó con algo, era el pequeño niño oculto debajo de una manta que su madre había puesto para secar las goteras.

—Jhon que haces? Dónde está tu mama? — el niño no le contesto, solo miro a la puerta, el Señor fue afuera y encontró a la madre, solamente bajo la cabeza y fue donde el niño.

—Jhon, quieres que te lleve a mi casa a beber leche? Leche de vaca!!! A ver, como dice la vaca??? — el niño entre sonrisas dijo muuu, el lechero dándole una botella de leche, fue arriba y llevo con él las osas del niño a su casa. Desde entonces el niño se crio con el lechero, aprendió a hacer pan y se convirtió en un excelente panadero. Un día, al joven cumplir los 20 años el lechero ya viejo decidió contarle lo que sucedió aquella noche hacia ya 15 años; al oír este lo que sucedió se hizo la promesa de jamás casarse ni tener hijos.

Tiempo después Jhon fue a comprar queso a la tienda, unos niños quienes disfrutaban hacerle daño a los demás, fue a donde el lechero quien se hallaba sentado frente a la puerta de la panadería, esperando al joven. Uno de los niños se le acerco y le grito.

—No puede ser!!!! Ya escucharon!!!??? Acaban de matar a Jhon, el panadero!!!!! — al decir esto los demás se rieron a carcajadas pero se asustaron a ver la cara del lechero. Estaba pálido y paralizado, del susto se fue hacia atrás de su silla y como era muy pesado para su edad se partió el cuello muriendo inmediatamente. Los niños salieron corriendo y al llegar el joven, lo único que hizo fue arrodillarse delante de el y echarse a llorar.

—Lo siento, lo siento— no dejaba de lamentarse, se culpaba por la muerte de su madre y ahora del lechero quien lo había criado toda su vida. Con muchas fuerzas, al final del día hizo una pequeña tumba y fue a aquel campo donde algún día jugo y correteo con su madre. Allí lo enterró, al lado de la otra. Fue corriendo a la panadería y tomo todo lo que pudo, pues había decidido irse de ese lugar. Al día siguiente salió de madrugada hasta llegar a la villa debajo de las montañas y en una casa abandonada, empezó a trabajar: primero arreglo toda la casa completamente destruida, luego paso a pintarla y acomodar los últimos detalles, compro muebles y todo lo que le faltaba con el dinero que había traído del otro pueblito al que pertenecía. Finalmente logro abrir su panadería, durante 30 años trabajo como panadero en ese pequeño pueblo y llegaron a ser los mejores de la región, pero aun así seguía deprimido por las dos muertes que cambiaron su vida. Hubo un tiempo en que lo atormentaba tanto que decidió quitarse la vida, tomo un clavo y lo enterró en el techo desde el segundo piso de la casa pero mientras lo hacía, un pequeño niño toco a su puerta. el señor ya de 50 años, bajo lo más rápido que pudo y le grito.

—FUERA!!!!! — el niño sin decir una palabra solo retrocedió y salió corriendo de allí, el anciano solamente se sentó a llorar en su silla con el mecate en las manos pensando ahorcarse allí mismo pero no le dieron fuerzas para hacerlo.

—quien será ese pequeño? — se paso todo el día pensando en aquel niño ¿le venía a pedir algo? Pobre, tal vez no tenia que comer. La pobreza iba aumentando cada dia mas por la gran guerra que se avecinaba, el señor cada vez recibía menos clientes y siempre le sobraban muchos panes y no tenía a quien dárselos, estuvo a punto de votar a la basura una bandeja llena de panes hasta que...

—no!! — el señor volteo al escuchar la débil voz de un niño, era él, estaba otra vez aquí, el panadero observo la bandeja y se la coloco cobre la mesa, el niño comenzó a comer y comer hasta acabarse todo, Jhon nunca se había sentido tan bien con otra persona, ese niño le había cambiado el rumbo, había cambiado su destino.

—Hijo, ven a visitarme más seguido— se acerco.

—Por su puesto señor— respondió el niño muy entusiasmado.

—y dime cuál es tu nombre— pregunto con curiosidad.

—Mi nombre es Noah— respondió el pequeño dándole la mano, sin saber que ese hombre seria aquel a quien llamaría "papa".

La llamada del Reflejo ©Where stories live. Discover now