Capítulo 6

15.4K 2.1K 918
                                    

Estoy con los hombros hundidos en el camino de regreso y mientras más me acerco en el corredor, más distingo la silueta de mi amigo esperándome con los bazos cruzados

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Estoy con los hombros hundidos en el camino de regreso y mientras más me acerco en el corredor, más distingo la silueta de mi amigo esperándome con los bazos cruzados.

—¿Dónde diablos estabas? Te he buscado por todos lados —me regaña, pero al percatarse de mi expresión, añade:—. Espera, Dani, ¿estás bien?

Se acerca a mí y como no soy bueno ocultando cosas, lo abrazo dolido por lo que pasó hace minutos. Pongo mi cabeza en sus hombros, que apenas alcanza por la altura de mi amigo, y me desahogo. Greg solo se limita a pasarme la mano por la espalda en señal de consuelo. Menos mal ya no hay nadie en el corredor o hubiera sido un escenario llamativo.

—Dani, ¿me vas a decir qué pasa? —me pregunta con suavidad cuando ya mis ojos dejaron de lagrimear. No le quiero mentir, él siempre fue comprensivo y amable conmigo, pero muchas opciones no tengo.

—Es que... me duele mucho la cabeza.

Evidentemente, Greg sabe que no digo la verdad porque es imposible para mi mirar esos ojos azules que tantas veces admiré y que ahora me están taladrando.

—Está bien, pero sabes que me puedes contar cualquier cosa, ¿verdad? No importa que tan grande sea la noticia, eres mi amigo y nada cambiará —Juraría que esta insinuando algo más, pero me niego a pensar que él sabe aquello que me da tanto miedo decirle.

Solo asiento con la cabeza y me voy con él pasando sus brazos por mis hombros.

Ya en la noche, en una seria conversación con mi almohada, me doy cuenta de lo irritante que fui. Si yo fuera Rowen, me hubiera dado una paliza desde hace mucho tiempo.

Doy vueltas y vueltas y no puedo dormir. Estoy nervioso por lo que pasará mañana si lo veo. Además,  para mi desgracia, debo ir en autobús. ¡Mi papá no quiso arreglarme la bicicleta! Moriré con Isabella pululando alrededor de mí como una mosca molesta.

Ante mi total insomnio, se me ocurre solo una cosa para pasar el rato.

«Greg, ¿estás ahí?»

Si yo no puedo dormir, mi mejor amigo debe aguantarme, así es como funciona la amistad.

«¿Pasó algo? ¿Ya vas a confesarlo? Hubieras elegido un horario mejor»

Me sorprende que esté despierto a estas horas, suele dormir sus ocho horas diarias o según él, estaría dormitando todo el día y eso está científicamente comprobado por mí.

«¿Confesar qué? No seas tonto, no me puedo dormir. ¿Qué estás haciendo?».

«Viendo porno, te mostraría, pero no te gustarán los de este tipo»

A veces tengo la ligera sospecha de que mi amigo lo sabe, pero sus referencias son algo ambiguas, por lo que termino desechando la idea.

«Ja. Ja. Ja. Sé que no lo estás viendo o no me estarías contestando, deja de molestar».

El capricho de DanielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora