Greg y yo no nos despegamos hasta llegar a un lugar donde nadie nos podría encontrar. Me alegra poder abrazar de nuevo a mi mejor amigo, estar enojado con él fue horrible, y todo por culpa de su novia. ¿Por qué me odia tanto?
—Cuéntame todo, Daniel. ¿Qué pasó en estos días?
—Ni te lo imaginas —digo sentándome junto a él en el patio trasero del instituto que a estas horas está desierto. Ni siquiera el prefecto anda merodeando, o al menos eso creo.
—Ya deja de hacerte el interesante y suéltalo de una vez.
—Mis padres ya lo saben, Greg.
—¿Saber qué? —me dice confundido. Estamos sentados hombro a hombro recostados sobre la pared de un aula vacía, bajo la sombra de un árbol.
—Tú sabes qué —digo rodando los ojos.
—No, no sé —Lo miro como si fuera un idiota, a lo que abre los ojos con sorpresa— ¡No me digas que...! ¿Saben que eres gay? —asiento con la cabeza—. Entonces, ¿estás oficialmente fuera de Narnia?
—¿Por qué Narnia? —pregunto. A veces a Greg le gusta hablar de cosas que no entiendo.
—Olvídalo, ya me acordé que eres un odialibros —niega con la cabeza en señal de resignación—, pero sigue con la historia, ¿cómo lo descubrieron?
—Me encontraron besando a Rowen a la una y media de la madrugada frente a mi casa.
Me hubiera gustado tomarle una foto en estos momentos, el rostro de Greg es épico.
—¿Te descubrieron? ¿Besando? ¿De madrugada? ¿A Rowen? —suelta.
—Sí —respondo con sencillez.
—¡¿Pero acaso te has vuelto loco?! —me zarandea por los hombros.
—¿Loco por Rowen? Definitivamente —contesto pensativo.
—Daniel, no estás bien de la cabeza —suspira luego de que termine el drama—. Pero espera, ¿desde cuándo tú y Rowen se andan a los besos?
—Esas es otra larga historia.
—Pero dime, ¿besa mejor que yo? —pregunta levantando una de las cejas, me rio de él.
—¡Por supuesto que sí!
—¡Hey! No seas tan cruel —lleva una de sus manos a la altura del corazón—. Me dueles, Dani. Pero hablando en serio, ¿son novios o algo?
—Bueno...
Empiezo por contarle la desastrosa cita, el chantaje que me llevó a la gloria, aunque me miró con reprobación cuando lo hice; incluso que me llevé a Dorothy y las miles de cosas más. No quedamos platicando por un largo rato, perdiéndonos unas cuantas clases.
—¿Un fantasma? —me pregunta con incredulidad cuando llego a esa parte.
—¿Tú tampoco vas a creerme? —frunzo el entrecejo y me cruzo de brazos.
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El capricho de Daniel
Teen Fiction«Estoy desesperado. Harto de ocultar quien soy, pero tengo miedo de que me señalen con el dedo y se rían de mí, si tan solo pudiera salir del clóset con un novio rudo a quien nadie se atrevería a molestar. ¡Eso es! Debo conquistar al chico más temid...