Toco el timbre de la casa de Greg por quinta vez, ayer me ignoró por completo y hoy solucionaré las cosas entre nosotros.
Hay que ser valiente, audaz, sincero. Sí, así debo ser.
—¿Dani? ¿Qué quieres tan temprano? —dice Greg al abrir la puerta.
Oh oh, mi valentía acaba de irse por la alcantarilla. Vuelve a mí por favor.
—Greg, emm, hola —saludo con una sonrisa tensa.
Al verlo con el ceño fruncido solo quiero irme hasta mi casa de nuevo y olvidarme de la efímera valentía que me poseyó antes.
—¿Vienes para algo en específico? —se recarga por el marco de la puerta de entrada con los brazos cruzados. Me reiría del cabello desordenado y la cara de somnolencia que tiene encima, pero algo me dice que es mala idea en estos momentos.
—¿Puedo pasar? —pregunto poniendo cara de inocencia. Greg suspira y se hace a un lado dándome lugar para entrar.
Estoy un poco tenso, ya que su actitud me pone de los nervios. No es nada fácil que tu mejor amigo esté molesto contigo, me hace querer sacudirlo para que se le pase, lastimosamente es más grande que yo físicamente y lo más probable es que me agarre del cuello de la playera y me aviente afuera. Bueno, no creo que haga eso, pero es mejor prevenir que lamentar.
Greg va hasta su cuarto y yo lo sigo. Es sábado a la mañana y no hay rastros de sus padres. Lo que es normal, ellos viven y respiran el trabajo y por ende Greg se pasa en mi casa o yo en la suya la mayoría del tiempo, jugamos videojuegos, completamos estúpidos trabajos o solo pasamos el rato.
Su cuarto está más ordenado que el mío, todo está en su lugar menos la cama que está hecha un desastre, lo que comprueba el hecho de que despertó por los reiterados timbrazos que hice hace un rato. A mis espaldas, escucho como mi amigo cierra la puerta y al voltear, lo veo recostado sobre ella, todavía con los brazos cruzados.
—¿Y bien? —pregunta taladrándome con sus ojos azules. A pesar del desorden, me siento en su cama.
—¿Aún sigues enojado conmigo? —Es obvio que sí, pero no sé que más decir.
Guarda silencio y me sigue mirando. Rayos, está haciendo eso, mi hermana también lo hace a veces, me mira fijamente para que me sienta presionado y suelte la verdad. ¿Acaso todos saben mi punto débil? Me rasco la nuca y miro alrededor, pero Greg no se mueve. El calor empieza a subir por mi rostro.
—¿Puedes dejar de hacer eso? —digo más alto de lo que pensé— ¡Está bien! ¿Qué es lo que quieres saber?
Se acerca hasta mí y se agacha para que nuestros ojos se conecten. Estúpido Greg, esto es un golpe bajo.
—Dímelo Dani.
Empiezo a sudar, en verdad que odio cuando me miran así.
—No me odies.
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El capricho de Daniel
Teen Fiction«Estoy desesperado. Harto de ocultar quien soy, pero tengo miedo de que me señalen con el dedo y se rían de mí, si tan solo pudiera salir del clóset con un novio rudo a quien nadie se atrevería a molestar. ¡Eso es! Debo conquistar al chico más temid...