Capítulo 19

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Trato de que mis pies caminen de manera normal, pero es muy difícil cuando estoy como gelatina por el beso que Rowen me dio minutos antes

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Trato de que mis pies caminen de manera normal, pero es muy difícil cuando estoy como gelatina por el beso que Rowen me dio minutos antes. Sin embargo, trato de no hacer ruido lo máximo que puedo para que no se dé cuenta de que lo estoy siguiendo. Soy consciente de que no es la mejor idea del mundo, pero vamos, ya he demostrado más de una vez que no soy muy racional que digamos. Nada de hecho. Pero en el riesgo está la ganancia, diría mi padre.

Hablando de padres, mi madre ya debe de estar preguntándose donde rayos estoy. Le dije que llegaría más tarde, pero ya está anocheciendo. Estúpido clima de otoño. Hace que los días sean más cortos, incluso a estas horas ya está siendo más oscuro. Bueno, no importa, si le doy alguna excusa creíble, me perdonará. Después de todo, soy su favorito.

Rowen da vuelta en una calle algo desolada y me detengo porque no hay un lugar donde pueda esconderme. Estoy seguro de que no está yendo a su casa. ¿Entonces, dónde?

Gira de nuevo y aprovecho para ir corriendo por la calle y quedarme en una esquina para seguir vigilándolo. Para mi asombro, entra en una florería. ¿Qué busca alguien como él en un lugar como ese? Espero unos minutos y veo que sale del lugar con un ramo de rosas en la mano.

De inmediato me entra un ataque de celos. ¿Por qué compra flores? Estúpido, idiota. ¿Me está engañando? Sí es así, atente a las consecuencias Rowen, porque me las vas a pagar. No soy de los que comparten.

Calma Daniel, calma. Me digo y respiro hondo. No actúes como un tonto impulsivo. Aunque eso es exactamente lo que soy. Encima de todo, luce contento con ese ramo de flores. No me queda de otra más que depositar un poquito de confianza en Rowen. No sería de los que engañan a sus parejas, ¿o sí?

Un poco más preocupado que unos minutos atrás, voy a pasos lentos, pero precisos. Ahora está doblando de nuevo una calle, una que no tiene muchas casas ni tiendas, más bien parece algo desierta, solo se puede ver una enorme muralla vieja que da la sensación de que puede desmoronarse en un segundo. El muro ocupa toda la calle y me atrevería a decir que la manzana entera. Rowen gira nuevamente y aprovecho para acercarme. La parte frontal parece ser en donde está justo ahora ya que hay una especie de guardia custodiando unas altas rejas, las cuales tienen unas letras enormes en la parte de arriba que desde mi posición no puedo ver bien. Rowen habla con el hombre y este niega con la cabeza. Rowen protesta y si no me equivoco, luce enojado. ¿Qué está pasando? No me deja tiempo de pensar en nada más porque veo como viene de nuevo para acá.

¡Rápido, Daniel! ¡Escóndete! Me grito a mí mismo y entro en pánico por un momento. Retrocedo a toda velocidad por donde vine y justo cuando Rowen está volteando la calle, logro esconderme.

Suspiro de alivio. Dios, eso estuvo cerca.

Miro de nuevo a escondidas y lo veo mirar a los lados, cuando gira su cabeza hacia mí, me oculto. Espero un momento y vuelvo a asomarme.

El capricho de DanielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora