—¿Hola?
—Sé quien eres.
—¿Qué?
—Sé todo de ti. No te escaparás tan fácilmente.
—¿Quién diablos eres?
—Soy tu peor pesadilla.
—Entonces...¿Daniel?
—¡Cómo supiste que era yo! —exclamo frustrado porque no haya caído en mi broma.
—Como dijiste peor pesadilla...
—¡Oye! ¿Por qué le dices eso a tu novio?
Rowen ríe desde el otro lado de la línea. Escuchar su voz en el oído es un lujo que ahora tengo el privilegio de presenciar, parece mucho más intimo y seductor.
O tal vez me esté imaginando cosas.
—¿Cómo supiste mi número? Pensé que no tenías teléfono.
—Un buen detective nunca revela sus fuentes de información, sobre lo otro, ya tengo uno nuevo —bromeo. No pienso decirle que en realidad me lo dio Dominik, no sé como vaya a reaccionar. Pero eso no significa que dejaré de hablar sobre su problema con él. Me tendrá que escuchar como sea.
—Entonces te tendré que sacar la información a la fuerza
¿Acaso oigo un poco de coqueteo en su voz? De inmediato el color escarlata va adornándose en mi rostro. Antes de conocerlo, no me avergonzaba con frecuencia, pero con él parece que lo experimentaré más veces de lo que me gustaría.
—Puedes intentarlo las veces que quieras —respondo con el mismo tono.
Si piensa que me quedaré atrás, está muy equivocado.
Ríe de nuevo. Jamás me cansaré de escuchar su risa, es ronca y profunda y sobre todo, me hace pensar en cosas indebidas.
—¿Dónde estás?
—Frente a los portones, ¿has salido ya? —digo moviendo los pies inconscientemente y observando como el lugar se va quedando sin alumnos de a poco. Me extraña no haber visto a Leah el día de hoy, espero que no se haya metido en problemas.
—Salgo en quince minutos
—Te espero —afirmo.
—No es necesario.
—Insisto —vuelvo a agregar como todo un caradura.
—Bien.
—Por cierto, ¿cómo puedes hablar si estás en clases?
—¿Quien dijo que estoy en clases?
—¿No lo estás?
—De hecho si, pero fui un rato al sanitario cuando me llamaste de sorpresa, pero ya debo volver.
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El capricho de Daniel
Teen Fiction«Estoy desesperado. Harto de ocultar quien soy, pero tengo miedo de que me señalen con el dedo y se rían de mí, si tan solo pudiera salir del clóset con un novio rudo a quien nadie se atrevería a molestar. ¡Eso es! Debo conquistar al chico más temid...