Capítulo 21

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Jamás pensé que estaría en este tipo de situación

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Jamás pensé que estaría en este tipo de situación. Mi hermano Xavier y Stixx lanzándose miradas nada agradables y conmigo en medio de ambos, sería hasta cómico si no fuera porque la ira de mis padres es palpable desde el otro lado de la mesa, porque sí, estamos en el comedor al no haber suficientes asientos en la sala de estar.

—¿Cómo dices que te llamas? —preguntó mi padre con los brazos cruzados y con escrutinio debajo de sus lentes de marco rectangular.

—Stixx Rowen, señor —Lo llamó señor, puntos a su favor.

Esta plática, que hasta podríamos llamar civilizada, es solo gracias a mi hermano que supo manejar la situación y calmar a mis padres para que no me asesinen. Si no me equivoco, Isabella está sacándonos fotos a escondidas. Solo espero que no lo divulgue a todo el mundo o esto se saldrá de las manos.

—¿Por qué rayos mi hijo está contigo a estas horas de la madrugada? —abrí mi boca para contestar por él, pero me manda callar— ¡No es contigo Daniel, ya llegará tu turno!

Me encojo en mi lugar queriendo desaparecer, mi papá nunca se había enojado tanto conmigo.

—Pasó un accidente —con esto mi madre lleva su mano al corazón y me mira preocupada—, pero ya estamos bien.

—¿Qué tipo de accidente? ¿Daniel, estás bien? —me pregunta mi madre. Me alivia un poco saber que su preocupación es más grande que su enojo.

—No le ocurrió nada —añade Stixx—, lo que pasó fue que Daniel me acompañó al cementerio para ir a ver a mi hermano, en el camino se asustó con algo y terminó inconsciente. Como no sabía dónde vivía, lo llevé a mi casa hasta que despertó.

—¿Hermano? ¿Cementerio? —dice mi padre y veo que Xavier también pone una cara de curiosidad.

—Así es, mi hermano falleció hace un año y medio. Daniel me quiso acompañar a verlo.

No sabía que había sido tan reciente. Por debajo de la mesa, llevo mis manos hasta la de Rowen en señal de apoyo, por un momento, me permite aquel contacto, incluso puedo sentir como por un minúsculo segundo presiona mi mano confortándome, pero luego suelta mi mano llevando la suya lejos para que ya no lo toque.

Ah, cierto. Olvidé que aún está enojado, o peor, que ya no somos nada.

¿Entonces por qué está haciendo todo esto? Hasta pude sentir que le costó cortar aquel gesto mío.

—Lamento tu pérdida —replica mi padre—, pero esas no son excusas para la tardanza y menos cuando lo veo en la esquina, besando a un chico que parece un pandillero y después de habernos hecho preocupar tanto por su desaparición.

—Espera Thomas, aún no nos ha dicho cómo fue que Daniel se desmayó. ¿Qué pasó, hijo?

Dios, cómo amo a mi madre.

El capricho de DanielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora