Miro el cielo y me doy cuenta de que está algo nublado, menos mal no llovió antes de poder salir y voy, para mi desgracia, a pie hasta donde cité a Rowen. Por el camino, es cuando me empieza a invadir la inseguridad. ¿Vendrá o me dejará plantado? Espero que no sea la segunda opción o no descansaré hasta que se arrepienta. Solo a Greg le perdono jugar así con mis sentimientos.
Por lo visto el camino era cerca cuando iba en la bicicleta, porque tardo un buen rato en llegar ahí con mis cortas piernas. Miro el reloj y faltan diez minutos para la hora establecida, creo que me emocioné tanto que salí muy temprano.
Como lo supuse, no hay rastros de Rowen, así que me planto cerca de la tienda y espero.
Veinte minutos. No hay rastros de Rowen y comienza a soplar una brisa fresca fruto del clima que de a poco va empeorando, mi piel se eriza y me arrepiento de no haber venido un poco más abrigado.
Él no me dejará plantado, no es ese tipo de persona. No.
Con optimismo reforzado sigo esperando. Menos mal en la tienda de verduras hay un techito de carpa y me refugio ahí cuando empieza a lloviznar. Miro de nuevo mi reloj en el celular, cuarenta minutos de retraso.
Me iría por donde vine, pero la lluvia que ahora es cada vez más intensa, me impide hacerlo. La señora de la tienda sale por la puerta y me mira extrañada por verme recostado por la pared, le digo que estoy esperando a alguien, se encoge de hombros y cierra la tienda. Las gotas caídas se convierten en un raudal en pocos minutos y el cielo se oscurece. No hay esperanzas de que esto termine temprano.
Una hora. Coloco mis manos en mis bolsillos y suspiro. ¿Qué esperabas Dani? Las cosas a la fuerza nunca dan resultados, pero como soy algo ingenuo, tenía alguna esperanza.
Mi autoestima cae en picada y resignado, salgo del lugar para no tener que esperar más como un tonto. Salto para no pisar el raudal, pero de igual forma mis calzados se mojan y en un abrir y cerrar de ojos, me encuentro empapado. Espero que mi celular no termine muy mojado en el bolsillo, aunque ya está algo viejo de todos modos, no sería una gran pérdida.
Empiezo a correr en un inútil intento de salir de la lluvia. Me hubiera ido por la acera, pero el agua de las alcantarillas se va haciendo cada vez más ancha y después ya no podría cruzarla para cambiar al otro lado de la calle. En cada paso que doy mientras corro, voy dejando una pizca de autoestima y optimismo. Mi condición física es tan deplorable que a unas dos cuadras ya no tengo aliento así que resignado, voy caminando.
De pronto, la lluvia empieza a mermar, miro arriba y me doy cuenta de que hay un paraguas sobre mi cabeza.
—¿Acaso no ibas a parar de correr nunca? —me regaña Rowen recobrando el aliento. Ahora los dos estamos refugiados bajo el paraguas.
Estoy tan enojado con él, que lo ignoro y salgo del resguardo que me brinda. ¿Qué pretende? ¿Que le sonría y le diga que me alegro de verlo después de esperarlo debajo de la lluvia como un perro?
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El capricho de Daniel
Teen Fiction«Estoy desesperado. Harto de ocultar quien soy, pero tengo miedo de que me señalen con el dedo y se rían de mí, si tan solo pudiera salir del clóset con un novio rudo a quien nadie se atrevería a molestar. ¡Eso es! Debo conquistar al chico más temid...