Cap.: 4 - Chonis en el bar

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El beso fue intenso y romántico. Jimin sabía besar a la perfección y me rodeaba con los brazos como si no me quisiera soltar en su vida y yo no quería ser soltada. 

- Niña levántate ya de una puñetera vez - chilló mi madre y me despertó de ese agradable sueño en el que yo y Jimin nos besábamos sin motivos.

- Jimin... - dije yo aún dormida.

- ¿Qué dices tú ahora loca?

- ¡Mamá! - me levanté enseguida - ¡Jimin! - miré al suelo del lado de la cama dónde se debía encontrar mi chico que, sin embargo, no estaba ahí - Digo... ¡Mamá! No puedes entrar sin mi permiso ¿y si estaba desnuda?

- ¿Quién crees que te cambiaba los pañales?- dijo mientras subía las persianas. En realidad dije lo del nudismo por que en ese momento mi mente estaba bloqueada ¿dónde estaba Jimin? ¿se habría ido? Así que empujé a mi madre hasta el pasillo mientras me recitaba no muy amablemente las tareas de la casa que debía hacer ese día. Luego cerré la puerta y me apoyé en ella durante unos segundos para observar la habitación des de lejos y encontrar pruebas que me dijeran dónde estaba Jimin. De esos segundos que pasé apoyada la puerta del armario se abrió lentamente y Jimin pudo dejarse ver, parecía asustado. Genial. Mi madre lo había asustado.

- Tranquilo, ya no está aquí - le dije mientras miraba que mi madre no apareciera otra vez.

- La he oído entrar y he empujado las sábanas debajo de tu cama y me he escondido

- ¿Tienes hambre? - le dije mientras me daba cuenta de que no llevaba una camiseta. Él, al ver que yo me había fijado en su abdomen (precioso abdomen, por cierto), cogió su camiseta que estaba debajo de la cama como había dicho y asintió. - baja por la ventana, estamos en un primer piso así que no hay problema y espérame junto al buzón.

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Nos fuimos a un bar que había cerca de la gasolinera del pueblo. Quería que no lo viera mucha gente y que no nos volvieran a perseguir fans locas. Pero dentro de ese bar había algo peor que fans locas. Unas chicas que solían escuchar música machista sin ritmo. Unas chicas que parecían ser sordas ya que ponían ese tipo de música más fuerte que el grito que pegó mi madre la noche anterior. Unas chicas que vestían con poca ropa. Unas chicas que fumaban y bebían y que salían con chicos también drogadictos y borrachos. Unas chicas que me miraron mal sólo al entrar. Jimin, al ver que había gente se puso su capucha y agachó la cabeza.

- ¿Quieres un café? Ve a por un asiento

Yo y él nos separamos. Él cogió un asiento en una punta del bar y yo esperé en la barra a que alguien me atendiera. Mientras esperaba le echaba miradas a Jimin intentando recordar el momento en la parada del bus. Suspiraba. Ojalá se repitiera.

- Cinco cafés - dijo una de las chicas chonis al camarero que por fin había llegado.

- Perdón pero yo iba antes - dije tranquilamente.

- ¿Y tú quien eres para intentar colarte? - me dijo sacando pecho.

- Yo soy Marta - le sonreí, era una sonrisa falsa, pero era una sonrisa y no quería que hubieran problemas por que el pobre camarero ya empezaba a mirarnos nervioso y tenso.

- Yo soy No Te Importa y Me Da Igual - dijo poniendo los ojos en blanco

- Sólo intentaba ser amable- eso no lo dije yo. Eso no lo dijo el camarero o ninguna choni. Lo dijo una voz de detrás mio.

- Jimin - dije dulcemente y me giré.

Pero no era Jimin.

Era...

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Erick Brian Colon.

J.E.MDonde viven las historias. Descúbrelo ahora