Cap.: 39 - Inseguridades

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### Narra Erick ###

Después de haber visto la reacción de Marta debía haberme enfadado a grandes niveles. Quizás haber pateado su puerta chillándole insultos. Pero todo lo que hice fue llorar. Irme y llorar por el camino de vuelta hasta mi casa.

Y cuando dejé de llorar me encontré delante de la puerta de la casa de Anna. ¿Cómo terminé ahí?

Giré para irme cuando escuché como la puerta se abría. Recé para que detrás de mí no estuviera la chica que aparecía en mis sueños y pensamientos.

- ¿Erick? - me volteé y fingí una sonrisa.

- ¡Anna! Qué sorpresa

- De sorpresa ninguna, esta es mi casa... jeje... - ¿por qué dije eso? Soy inútil, seguro que le debí parecer un idiota, me reí y pareció darse cuenta de las marcas de las lágrimas que posteriormente recorrieron mis mejillas sonrojadas - ¿qué te ha pasado? - se acercó a mí y mi pulso aceleró.

- Nada... pasaba a verte - ¿pensará que soy un loco? ¿se habrá dado cuenta de que le gusto? ¿se reirá de mí? Mi mente no paraba de enviarme pensamientos y empezaba a ponerme nervioso. Cada vez se acercaba más hasta tenerme a un paso de ella. Mataría por tenerla aun más cerca de mí. Si tan solo pudiera rodearla con mis brazos y besa...

- ¿Erick? - qué bien queda mi nombre dicho por sus labios - Te has quedado empanado ¿te pasa algo? - dios, como me cuida.

- No, nada, te lo juro

- No - puso mi mano encima de mi hombro y sentí que iba a potar de los nervios -. Se nota que has estado llorando, ¿cómo te encuentras? ¿necesitas hablar?

- He visitado a Marta... - al quitar su mano de mi hombro mi alma se desplomó, necesito volver a sentir su piel encima de la mía.

- ¿Se lo has explicado todo?

- Sí - nunca antes me había fijado en sus ojos, los tiene muy oscuros y transmiten calor.

- ¿Te has declarado?

- ¿DECLARAR? - salté de repente. Joder, nunca antes me había sentido así de vulnerable.

- Sí... declararte... te has puesto rojo ¿qué sucede Erick? - era el momento, pero después de la discusión con Marta si le explicaba a Anna como me sentía quizás mataría definitivamente su relación con nosotros.

- No- no... puedo... no puedo - creía que me iba a cortar, como siempre lo había hecho Marta, pero esperó a que mi respiración se tranquilizara para escucharme, la amo - No podemos seguir fingiendo ser pareja, se lo haré saber a mi mánager, si quieres les digo a los periodistas que tú has cortado conmigo porque soy idiota o algo así... - jugué con mi pulsera para no ponerme otra vez de los nervios.

- No, claro que no

- ¿No quieres que cortemos? - intenté que no sonara a gran felicidad.

- No, digo que si cortamos di que fue porque preferimos mantener una amistad y ya, que cortamos por mutuo acuerdo

- Ah - suspiré.

- Además me viene genial, ahora voy a intentar arreglarlo con Cody.

- ¿Cody? - los celos se apoderaron de mí.

Dejé un suspiro y me armé con fuerzas. Me acerqué a ella, y antes de que pudiera preguntarme qué estaba haciendo la agarré por la nuca y llevé sus labios contra los míos. El beso fue muy intenso, húmedo. Ambos teníamos los ojos cerrados y ambos no queríamos parar. Sus manos se posaron en mi cintura y poco a poco las movió hasta detrás de mí, en mi espalda. Me la arañó con sus uñas y ese escozor me excitó aun más.













Eso hubiera sido lo perfecto. Pero no sucedió así.

Cuando Anna me dijo que se iba a ir con Cody se acercó y me dio un beso en la mejilla. Me sonrojé y no pude hacer nada para que parara. Caminó hacia la calle de la derecha y pude ver su pelo moverse en cámara lenta y alejarse de mí.

La amo.

J.E.MDonde viven las historias. Descúbrelo ahora