Cap.: 48 - Salta

5 1 0
                                    

### Narra Marta ###

Mi madre se había marchado hacía unas horas. Mi padre y ella tenían una cena romántica para celebrar sus 25 años de casados. Mis hermanas se habían ido de fiesta con las amigas y yo me había quedado en casa mirando una serie en el sofá. Estaba en pijama, me iba ancho pero era más cómodo. Me había puesto un moño que extrañamente me quedaba bien. Cuando estaba a punto de quedarme dormida en el sofá llamaron a la puerta. Me asusté y fui a abrir la puerta. No podía ser que mis hermanas volvieran ya de la fiesta ni que mi madre y mi padre ya hubieran terminado la cena. Pensé en que quizás alguien se dejaba algo pero cuando abrí la puerta mi corazón dio un vuelco.

- Marta, quiero que lo probemos - dijo Jimin. Traía unos ojos rojos, como si hubiera llorado. Y al verme sus ojos no fueron lo único rojo, sino que sus mejillas petaron de calor.

- ¿El qué? - respondí.

### MUSIC ON ###

- Probemos a amarnos, amarnos de verdad - Jimin traía una maleta en una mano. La dejó detrás suyo y se acercó a mi. Era un poco más alto que yo y me miraba des de arriba. Eso me hizo sentir intimidada. Y, joder, no sabía si echarme hacía atrás o tirarme encima de él. Quería decirle que no, que se fuera, que me había hecho daño, pero de nuevo él controlaba lo rápido que podía latir mi corazón. 

No me moví, no respondí. Simplemente me quedé mirando sus ojos. Sus pequeños preciosos ojos que en ese instante más que pequeños me parecieron una eternidad. Él aprovecho para acercar su nariz con la mía. Ahora mi mirada se obligaba a mirar la suya. Para no mirarlo más tenía que cerrar los ojos. Eso es lo que hice.

Cerré los ojos y de manera involuntaria (quizás un poco a posta) lo besé a la vez.

Cuando me separé del beso lo miré esperando a que hiciera una cara de gusto. Él notó mi inseguridad y sonrió tiernamente. Me abrazó y me susurró al oído

- Vamos a la cama - mis ojos se abrieron como platos. ¿Ya? ¿Lo íbamos a hacer? ¿Así de rápido?

- a-a - tartamudeé.

- Vamos - me cogió de la mano y me arrastró por el pasillo. Iba abriendo las puertas lentamente para ver cuál era mi habitación sin que nadie se enterara.

- No hay nadie en casa - le dije mientras seguía sus pasos agarrada de su mano.

- ¿Cuál era tu habitación?

- Izquierda - me agarró de la mano aún más fuerte. Abrió la puerta y entramos. Por si a caso cerré la puerta tras nuestro. Estaba tan nerviosa... Al pasar por el lado del espejo me miré. Llevaba un pijama no demasiado sensual así que decidí quitármelo. Cuando la camiseta me tapaba la cabeza y se podía ver mi sujetador Jimin se sentó en mi cama.

- ¿Qué haces? - sin quitarme la camiseta ni ponerla a bajo otra vez le respondí.

- Realmente estoy muy nerviosa. Será la primer vez que lo hago y no sabía si quitarme primero la ropa o que me la quitaras tú y... - Jimin empezó a reírse a carcajadas. Noté como se acercaba a mi y bajó mi camiseta. Al ver mi cara sonrojada sonrió. Su sonrisa me hace sonreír.

- Toma mi mano - entrelazamos los dedos, se quitó los zapatos y lo copié - sube a la cama - me senté en el bordillo de la cama y él se subió de pie - ponte en pie - me puse de pie encima del colchón. Era blando y me tuve que agarrar más fuerte de su mano para no perder el equilibrio.

- Creía que íbamos a... - volvió a reír. Era tan tierno...

- Vamos a saltar

- ¿Qué? - empezó a saltar encima del colchón. Parecía un niño pequeño. Se divertía y verlo saltar tan inocentemente hizo que mi corazón latiera mucho más rápido. De repente se paró muy cerca de mí. Me acerqué a sus labios y cuando lo estaba a punto de besar...

- Si quieres conseguir mi corazón brinca, salta - él empezó a saltar de nuevo - Vamos, vuela alto conmigo - seguíamos cogidos de la mano. Cada vez que daba un salto más me entraban las ganas de reír, de ser feliz. - Más alto - me dijo - como si quisieras llegar al cielo.

- Mi corazón, cuando estoy contigo, salta igual que nosotros ahora - reprimió una risita nerviosa. Yo le había provocado a sus mejillas un enrojecimiento.

Me dí cuenta de que yo podía controlar el ritmo de sus nervios igual que él podía hacerlo conmigo. Esto me hizo muy feliz. Empecé a saltar aún más alto con los ojos cerrados. Mi moño se deshizo y mi pelo saltaba libre en mi cara. Salvaje. Espectacular. Me sentí como una niña pequeña. Acompañada. Luego noté que Jimin había dejado de saltar. Paré y abrí los ojos. Lo vi mirarme con una sonrisa sincera. Me preguntaba durante cuánto tiempo me había estado contemplando a mí, a mi felicidad. Me paré a unos centímetros de él. Miré nuestras manos que a pesar de todos los saltos habían permanecido juntas.

- Incluso en el fin del mundo sostendré tus manos - dijo. Luego retiró los cabellos de mi rostro y me besó.




J.E.MDonde viven las historias. Descúbrelo ahora