Cap.: 32 - Caballeroso

10 0 0
                                    

### Narra Anna ###

Odio a Erick Brian Colón. Lo odio con todas mis fuerzas. Es egoísta e inmoral. Pero me jode que tenga razón. Lo metí en un lío pero no podía permitir que Marta subiera a ese escenario. No. Ella es frágil. Erick ya la ha roto demasiado.

Esa tarde me vestí con un vestido azul. Mientras me miraba en el espejo Erick llamó a la puerta de mi casa. Bajé las escaleras y como más me acercaba a la puerta más ruido se creaba. Me puse una gabardina negra y salí.

Flashes.

Fotógrafos.

Periodistas.

Fans felices.

Fans locas.

Fans rabiosas.

Unos guardias.

Unos guardaespaldas.

Y en el fondo Erick junto a una limusina negra.

Los guardias retiraron a los fans y los periodistas y crearon un pasillo para mi. Los guardaespaldas, viendo mi estado de shock, me cogieron de los brazos y me llevaron a rastras hasta el coche.

Erick salió y las fans se pusieron a chillar. Él me cogió de la cintura y me empujó dentro del coche.

Me senté en un asiento aun creyendo que eso no era real.

- Este es mi pan de cada día - dijo abrochándose el cinturón y la limusina empezó a moverse - Abróchate el cinturón - le hice caso - Ahora iremos a un restaurante muy lujoso, ¿piensas ir así vestida? - lo miré, él llevaba un traje - Toma, ponte esto, no miraré - me dio una caja grande.

Abrí la caja y de ella saqué un vestido rojo de encaje. Era largo y precioso. Dentro de la caja también habían unos accesorios; un collar y unos pendientes, todo de perlas.

Me quité mi vestido hasta quedarme en ropa interior y vigilando que Erick no me mirara me puse lo que me había prestado. Cuando terminé le toqué el hombro a Erick y él se giró. Al verme esbozó una sonrisa. Era una sonrisa real.

- Es tu vestido. Está hecho para ti. Estás increíble, de verdad, estás preciosa

- Gracias - me sonrojé.

- Te lo puedes quedar

- ¿QUÉ?

- Que te lo quedes

- Pero si es demasiado caro, no te lo puedo pagar

- Pues no me lo pagues, te lo regalo.

- No puedo aceptar...

- Oye, eres genial, eres buena amiga, proteges a Marta y yo me he pasado contigo, este es mi perdóname, he sido un capullo - y el capullo me miró con una dulzura en los ojos que sólo le había visto... al chico del barro...

Ambos sacamos nuestro celular.

Lo primero que hice, y sin darme cuenta, fue abrir el chat del chico del barro.

Elisabeth se había equivocado.

Elisabeth dijo que cortase con él por que no era mi momento para amar. Pero era una farsa. Yo lo amaba locamente, lo supe en cuanto abrí el chat. Si habíamos cortado y a él no le había parecido tan mal era por que no era SU momento. Pero sí el mio.

"Chico del barro, cuando quieras quererme aquí estaré. Te amo y lo sabes perfectamente. Ahora te toca a ti mover ficha" pensé.

Y tan pronto como apagué el móvil llegamos en el restaurante.

Era un restaurante rústico pero moderno.

Entramos y una camarera nos atendió.

- Acompáñenme - la seguimos. Pasamos entre mesas hasta llegar a una puerta de cristal. Cuando la cruzamos sorprendimos a una pareja que comían y sonreían.

Me gusta ver parejas amarse pero esa vez no eran una simple pareja.

Eran dos asiáticos y uno era Jimin.

J.E.MDonde viven las historias. Descúbrelo ahora