Cap.: 8 - El chico del barro

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Lo ayudé a levantarse. Ambos estábamos cansados de tanto correr pero yo, además, estaba cansada de el misterio.

- ¿Sabes quién soy? - le pregunté cuando ya estaba de pie.

- Me han hablado de ti - dijo tragando saliva.

- ¿Porqué huías de mi?

- No quería hablar contigo

- ¿Por qué? - se le veía el miedo en los ojos, pero era un miedo hermoso, extraño de explicar.

- No puedo...

- ¿Por qué me observabas? ¿Por qué estabas en el concierto?

- Que egocéntrica ¿no puedo estar ahí por gusto? - en ese momento me habría enfadado pero lo dijo como si intentara sacarme las cosquillas, sabía que lo que había dicho no lo había pensado y no podía enfadarme - me voy.

- Ni se te ocurra - lo cogí del brazo y, aunque él hubiera podido escaparse, no opuso resistencia.

- Marta, ¿dónde estabas? - dijo Anna - ¿quién es este? - Anna y el chico del barro se miraron como si ya se conocieran y el chico que en ese momento parecía aún más asustado se fue corriendo - vamos Marta, déjalo y volvamos al concierto.

- Pero el chico... aún no me ha dicho su nombre... nos estaba mirando, ¿y si fuera...?

- Marta, vamos, ya - nunca había visto a Anna tan asustada.

- Tú lo conoces - quería respuestas ya - ¿quién es?

- Marta... volvamos...

- ¿Lo conoces? ¡Dilo!

- ¡Sí! Vale, lo conozco, es un chico cualquiera, sólo lo conozco de vista, es muy rarito y ahora volvamos - pero yo sabía que continuaba ocultando cosas.

Volvimos al concierto. Anna fingió durante toda la quedada estar bien, pero ambas nos sentíamos incómodas por lo sucedido. Cuando el concierto se acabó Erick se quedó con sus fans y no lo pudimos saludar así que nos fuimos a un bar.

- Anna, ¿me dirás quién es algún día?

- No lo sé

Esa noche cenamos en silencio. Y cómo mataba ese silencio. Esa noche aprendí que el silencio es muy ensordecedor, cuando hay silencio no puedes ignorar las cosas. Cada vez que miraba a Anna me daba cuenta que durante toda la vida había estado buscando respuestas en las personas y que las personas no son para nada respuestas, más bien, son preguntas.

Para romper esa incomodidad decidí revisar mi móvil. Entré en instagram.

Tenía una solicitud de seguimiento.

Era una cuenta verificada.

@parkjimin

Me puse tan nerviosa que se me cayó el móvil de las manos. Luego me sentí ridícula. La mayoría de gente se sienten ridículos mientras hacen una acción estúpida. Yo me siento ridícula después de hacer la acción estúpida.

- ¿Qué pasa? - me dijo Anna.

"Tú no me cuentas lo que pasa pero yo sí que te tengo que contar lo que sucede" pensé.

- Nada - le dije.

Aceptar solicitud.

Seguir a él también.

Me puse a mirar sus fotos.

Me puse a mirar sus fotos

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