Cap.: 9 - Luna nueva

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- Jimin - le dije mirándolo - ¿qu-qué haces aquí? - miré a Anna para saber su reacción, ella estaba boquiabierta.

- Siento lo que pasó ese día en el bar, como me despedí y eso.

Miró a Anna incómodamente, de repente me cogió de la mano y me llevó hasta fuera del restaurante. Su mano era muy pequeña y regordeta, era cálida y fina. Fuera todo estaba oscuro, a excepción de un par de farolas. Ya había caído la noche y la luna era hermosa.

- Marta - me dijo. Podía ver reflejado el cielo estrellado en sus preciosos ojos. - lo he estado pensando y he comprado una caseta en este pueblo para poder estar con... -

- ¿Tienes família o amigos aquí?

- No, te tengo a ti - Sonreí y él se rió silenciosamente mirando hacia la luna. - Hoy está preciosa la luna - quería echarle un vistazo al satélite pero no podía quitar la mirada de Jimin - Yo... - me miró - perdona por haberte estropeado la cena con tu amiga - sacó un papel un poco estropeado y me lo dio - es mi número de teléfono y la dirección de la caseta. Pásate mañana por favor.

Asentí. Luego él tocó mi pelo y cuando empezó a ponerse rojo me dijo adiós y se fue con las manos en los bolsillos de los pantalones.

Después de que desapareciera por la oscuridad me quedé un rato mirando a la luna. Volví al restaurante muy feliz pero Anna no se encontraba en el restaurante. Miré las notificaciones del móvil y no había recibido ningún mensaje de ella. Al preguntarle al camarero si sabía dónde se había ido me dijo que había pagado la cuenta y que simplemente se fue.

Anna llevaba una semana rarísima y me estaba empezando a preocupar.

Me volvieron a acariciar el hombro.

- Jimin... - me giré.

- ¿Qué? - me dijo Erick.

Llevaba su guitarra en la espalda. Supongo que ya habría terminado su concierto y volvía a casa. Se ofreció a acompañarme hasta mi hogar y, a pesar de que le dije varias veces que no hacía falta, él, muy caballeroso, me llevó. Estábamos andando por al lado del río, uno de los lugares más románticos del pueblo.

- ¿Quién es ese tal Jimin? ¿Es el mismo que hace una semana se puso celoso de nuestra amistad y se fue? ¿El del bar?

- Sí, ese mismo

- ¿Estáis saliendo?

- ¿Qué? ¡No! - aunque era lo que estaba deseando.

- Marta, ¿por qué somos amigos?

- ¿Qué dices?

- Quiero decir - me puso unos cabellos detrás de la oreja - ¿por qué no somos más que amigos?

- ¿Erick?

- Hoy te he visto en el concierto. Me mirabas y sonreías. Me habías hecho sentir muy feliz y nadie me hace sentir eso nunca. No sólo sonreían tus dientes. Sonreían tus ojos, tu cuerpo. Ni la mejor luna estará nunca tan bonita como te veías tú esta noche. - me puse cabizbaja - Marta... - empujó mi mentón hacia arriba, para que pudiera ver mi cara - ... no volví para seguir con mis estudios. Te echaba de menos. Entonces, vuelvo a preguntar, ¿por qué sólo somos amigos?

- No lo sé...

- Puedo pedir que las estrellas dejen de brillar o que el viento deje de soplar pero no puedo pedir que mi corazón deje de sentir cosas por ti... Marta... quieres...

- Espera - realmente estaba escuchando a Erick y a sus cursiladas que me parecían adorables, se estaba declarando y ese era un momento de película pero detrás de él, una cosa me asombró más que su declaración. Lo aparté un poco de delante de mí y lo pude ver claramente.

En el río había un puente de flores. En medio había una pareja besándose. Me quedé petrificada. La chica era Anna. El chico era el chico del barro.

J.E.MDonde viven las historias. Descúbrelo ahora