• doce

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el frío del fracaso

Como cualquier aprendiz
que se cae,
las rosas no respaldan
a los poetas,
sino que los dañan
para que derramen
letras venenosas.

Ni siquiera la mente
es capaz de cruzar la meta
sin haberse caído antes,
a punto de rozarla.

Porque la vida
es tan hipócrita,
que nos hace ver inferiores
a quienes queremos vivirla.
Y se burla de nosotros,
cuando derrumbamos ruinas
mal hechas.

Ya no tengo nada más
que la sangre negra
como tinta
para escribir mis versos
llenos de flores,
creciendo al otro lado
de la colina.

Que todo valga
para esta mente en
plena primavera,
si me va a llevar
el invierno
en
tus
manos
de hielo.

Abril ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora