dependencia emocional
De vez en cuando
te escribo una carta,
suelo poner que la vida es tan fácil
como sostener una cerilla,
prenderle fuego
y no poder apagarla
ni cuando te está quemando
los dedos.
Adrenalina,
como coger esa bicicleta
de segunda mano
y tirarte por la cuesta
más alta del barrio.
Llegas a casa con las rodillas raspadas
porque no tenía frenos,
y eres feliz.
Te asomas más de lo normal,
porque esta vez vas a ver
lo que hay detrás de la verja.
Y te arrepientes,
porque algunos secretos
corrompen las realidades
siempre.
Al otro lado del tabique
todos lloran
y los arrepentimientos son mayores
que las derrotas.
Qué doloroso hablar de alguien
a quien ya no tienes
y sonreír.
Eso me quita las ganas
de liarme el corazón
si luego no lo voy a saber desenredar,
deshacer este hechizo.
Estoy maldecida por algo adictivo,
el mismo sentimiento
que experimentó Aurora
al tocar la rueca,
y sangrar.
Después de todo,
nos han enseñado a vivir
de amor ajeno,
como mirarnos al espejo,
buscar el equilibrio
y encontrarnos.
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Abril ©
Puisi⚘ Entre la infancia de césped resquebrajado y la adolescencia de palabras sin sentido, germinó la imperfecta flor que quería llegar a ser, floreciendo en su cautiverio al lado del huracán que la hizo crecer. Cualquiera lo suficientemente sabio...