• veintidós

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dependencia emocional

De vez en cuando

te escribo una carta,

suelo poner que la vida es tan fácil

como sostener una cerilla,

prenderle fuego

y no poder apagarla

ni cuando te está quemando

los dedos.

Adrenalina,

como coger esa bicicleta

de segunda mano

y tirarte por la cuesta

más alta del barrio.

Llegas a casa con las rodillas raspadas

porque no tenía frenos,

y eres feliz.

Te asomas más de lo normal,

porque esta vez vas a ver

lo que hay detrás de la verja.

Y te arrepientes,

porque algunos secretos

corrompen las realidades

siempre.

Al otro lado del tabique

todos lloran

y los arrepentimientos son mayores

que las derrotas.

Qué doloroso hablar de alguien

a quien ya no tienes

y sonreír.

Eso me quita las ganas

de liarme el corazón

si luego no lo voy a saber desenredar,

deshacer este hechizo.

Estoy maldecida por algo adictivo,

el mismo sentimiento

que experimentó Aurora

al tocar la rueca,

y sangrar.

Después de todo,

nos han enseñado a vivir

de amor ajeno,

como mirarnos al espejo,

buscar el equilibrio

y encontrarnos.

Abril ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora