• dieciocho

58 8 2
                                    

cuarto creciente

Eras raro,

como una luna roja.

Me atraías por tu olor

a masacre

y libertad.

Y tus luceros ámbar

eran inhumanos e indómitos,

como fiera vacía de alma.


Una terrible maldición

imponías

cuando me mirabas

y yo sólo seguía

el iris de tus ojos

removerse,

como un cuadro abstracto

rompiendo mi cabeza.

Eras indescriptiblemente

calculador,

no sobre mí,

sino sobre todo

a tu alrededor.

Y parecías casi perfecto,

aunque sin nunca preguntarme

el porqué de esa cuestión.

Me tocabas y se sentía

como un roce muerto,

que me empujaba

a dar un paso hacia atrás

como rosa sin verano.

Pero volvía hacia ti.

Aunque acabaras

con mis pétalos

cuando la luna

desapareciese.

Abril ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora