1. Tomándose de las manos

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Las primeras veces, sus manos transpiraban. A veces podían llegar a temblar, pero muy ligeramente. Akaashi se negaba a hacerlo en público, porque no era su fuerte llamar la atención.

Sin embargo, adoraba ese pequeño tacto. Esa ligera sensación de roce. Cuando entrenaban, cuando volvían a casa o cuando salían. No importaba la situación, aquella pequeña intromisión se abría paso como un segundo valioso.

Pero había ocasiones en que ambos estaban de acuerdo tomarse las manos abiertamente. Si la noche caía y la oscuridad los envolvía, podían darse ese pequeño lujo. Dependiendo de la situación, también, Kuroo se podía dignar de tirar un poco de ese pequeño agarre, y aumentar su intimidad un poco más. Siempre y cuando no se sobrepasaran del juicio del "exquisito fruto de la ley".

Para esos preciosos momentos, sus manos se unían como una sola extremidad. Sus dedos se entrelazaban y se acariciaban también.

Kuroo amaba ese pequeño tacto con su pareja, por eso lo iba a buscar a la salida de la escuela, cada vez más a menudo. Se había vuelto una rutina. Pero las escasas ocasiones de tomar la delgada mano de su pareja, es que esa rutina podía volverse algo especial.

Tampoco importaba que la casa de Akaashi se encontrara en dirección contraria. Porque valía la pena cada segundo que tuviera junto al menor. Por supuesto, siempre sosteniendo su mano con firmeza y fuerza, transmitiendole el mensaje al menor, el mensaje mudo de palabras pero inundado de sentimientos. De que no importa lo que pasara, nunca lo soltaría.

Y Akaashi siempre podía decodificar esos mensajes. Por eso, aún estando en silencio, ambos no evitaban sonreír.

30 day OTP ChallengeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora