24. Haciendo las pases después de la pelea

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El clima esa tarde contrastaba fuertemente con su estado anímico. Siendo un día tan soleado y refrescante, lo único que tenía en mente es que ese día podría haberlo disfrutado al máximo en compañía de Akaashi.

Llevó una de sus manos a su decadente rostro, tapándose los ojos; en un intento de que su depresión apaciguara un poco.

Y entonces recordó que hace mucho no disfrutaba de un día así al aire libre con Akaashi. Hacía mucho no salía con él, aun si era para ir juntos al supermercado, al centro, siquiera para dar una vuelta a una estúpida cuadra. Nada. Siempre que estaba en casa se sentía tan cansado que no se dió cuenta en las consecuencias que su actuar estaban provocando tan paulatinamente.

Y se odió. Se odió tanto a sí mismo, arrepintiéndose de todo. Porque también recordó, vagamente, pequeños fragmentos de conversaciones donde Akaashi le comentaba de su, anterior, motivo de discusión.

Exhaló profundamente masajeandose las sienes. Y siguió pensando, arrepintiéndose y odiándose un par de horas más.

Cuando el cielo despidió la estrella de fuego, se decidió a volver por fin. Después de todo, no podía dejar que su novio siguiera sufriendo también. Tenía que arreglar las cosas, y cuanto más pronto, mejor.

Entró a la casa lentamente. El living -y toda la casa en general- se hallaba en penumbras, ninguna de las luces habían sido encendidas. Fue a la cocina, la cual encontró en las mismas condiciones que esa mañana. Incluso el celular de Keiji seguía arriba de la mesa.

Tragó seco y se encaminó a la habitación, extremadamente preocupado. ¿En verdad él no salió en todo el día? De repente quiso matarse a golpes él mismo de nuevo.

Con el ceño fruncido abrió la puerta despacio. Adentro estaba oscuro, pero con la luz del pasillo que entraba apenas, sutilmente iluminó el interior. Cuando su vista se acostumbró lo suficiente, notó un bulto en su cama, tapado de pies a cabeza.

Se acercó a él lentamente, cuidando de que sus pasos no hicieran mucho ruido.
Se acostó en la cama, tapándose también y se quedó viendo la espalda de su pareja. Al cabo de unos minutos, Akaashi se dio la vuelta para verlo directamente. En su rostro todavía había una expresión frustrada y triste, la cual le provocaba un dolor punzante, como dagas al corazón.

—Keiji... —susurró su nombre llevando una mano a su mejilla. El menor la quitó inmediatamente, remarcando su mueca de enojo. —Lo siento... lo siento tanto... —Volvió a decir con susurros un poco más audibles.


Akaashi frunció los labios como si en su interior se hubiera desatado una batalla interna de si perdonarlo o seguir firme a su postura.

Obviamente su rostro expresaba que no vaciló en ningún momento, tampoco dijo palabra alguna. Solo siguió observando el rostro de Kuroo, herido por sentimientos de culpa, lastimándose él mismo también en el proceso.

—He sido... el peor de los estúpidos, el rey de ellos. Sabes que es cierto que no merezco que me perdones... tan a la ligera. Porque en verdad deseo que si lo hagas. Es solo que... yo... te mentí. —Soltó la verdad, mientras vaciaba sus pulmones de todo rastro de oxígeno, sintiéndose repentinamente sofocado.


Pero para Akaashi era igual. Abrió los ojos grandemente debido a la pequeña sorpresa. Pequeña porque lo sabía, Keiji sabía que Tetsurou le había mentido. Que lo confirme lo hería y dolía mucho más de lo que hubiera imaginado, y a pesar de que estuvo toda la tarde mentalizandose esta misma situación, al fin y al cabo no sirvió de nada. Porque su vista se nubló de vuelta y se sentía mareado y ahogado.

—¿A... a que...—vaciló un momento, al no poder salir del estupor por la confesión ajena. —¿A qué demonios te refieres? —Preguntó un poco más seguro y enojado.

—A los lugares a donde he estado saliendo últimamente.

Aquello realmente se sintió como un balde de agua fría y Akaashi tuvo ganas de llorar ahí mismo, pero siguió siendo firme y se tragó todo sollozo traicionero que se quisiera desbordar. No mentía si decía que aquello le dolía demasiado y, de hecho, si Kuroo no estuviera frente suyo, lo más seguro es que si se hubiera dejado desvanecer.

Kuroo inmediatamente le tomó el rostro suavemente y se apresuró a aclararse. —No es lo que crees. No te estoy engañando, si es lo que piensas. Ya te dije, Keiji, jamás podría hacer una cosa así.

—Entonces explicate. —Respondió con dificultad, ya que podría romper en llanto si se descuidaba un poco.

30 day OTP ChallengeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora