6. Usando la ropa del otro

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A Kuroo le gustaba ser un poco salvaje cuando hacían el amor. Pero no salvaje de una forma "sensual" (porque Akaashi no reprimia las risas cuando Kuroo se ponía de ese modo).

Porque intentaba bailar -pero no sabía- o tiraba la ropa por doquier, y más de una vez había roto alguna que otra lámpara. Kuroo admitía que se ponía un poco más nervioso de lo usual. Y Akaashi admitía que su empeño lo enternecia. Aunque su técnica iba mejorando, poco a poco.

Lo que no le causaba mucha gracia al menor, era que al día siguiente debía juntar todo el desastre que su novio había hecho. A veces se maldecía por ser siempre el que despierta primero (solo los sábados) y que su sentido de la limpieza y el orden fuera más fuerte que él.

Sin embargo tampoco le molestaba demasiado, no es como si el mayor hiciera un gran desastre. Y aquel desorden solo remarcaba lo mucho que se esforzaba por él y especialmente por él. Además de que el mayor no era precisamente desordenado.

Por eso no le reclamaba nada y dejaba que Kuroo siguiera durmiendo tranquilo.

Así que cuando levantaba la ropa ajena, podía quedarse varios minutos "deleitándose" con la fragancia corporal del otro. Aquel aroma que marcaba su esencia y su presencia; y debía admitir que le encantaba.

No pasó mucho tiempo para que dejara de reprimir sus impulsos y empezar a usar las camisas de su novio.

Así es como Kuroo despertaba impaciente los sábados a la mañana, por que la primera imagen del día, es su hermosa pareja vistiendo su ropa... de la cintura para arriba.

Kuroo nunca se había sentido tan afortunado.

30 day OTP ChallengeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora