29. Haciendo algo dulce

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Eran muchos los días de estrés que pasaban cuando era la época de exámenes. Entre muchas horas de estudio y pocas de sueño, mantenerse completamente sano y despierto se convertía en la verdadera tarea difícil.

Una de las principales características de Akaashi, es que es una persona funcional al 100%. Una persona que se preocupa por su organización y realizar sus tareas en tiempo y forma. Pero claro que puede tener sus altibajos, como toda persona.

Fueron solo un par de horas después de rendir su último examen que llegó a casa con ojos adormilados y piernas cansadas y pesadas como el plomo. Dejó su mochila olvidada en algún punto de la habitación y se recostó en el sillón de su sala. No había comido prácticamente nada en todo el día y sin embargo, no tenía hambre, mucho menos ganas de cocinar. Por lo tanto solo se quedó allí, tumbado mientras sus parpados solo se cerraban cada vez más debido a la falta de descanso.

Solo media hora pasó, Kuroo abrió la puerta del departamento de su pareja anunciando su llegada como de costumbre. Aun con la misma carga de cansancio, el dio su rutinario saludo con la misma alegría.

—Hey lin- —Kuroo detuvo su hablar al notar a su pareja durmiendo plácidamente en el sillon. Se tapó la boca instintivamente ya que hablaba en voz alta. Se acercó hacia él sigilosamente y lo observó dormir unos segundos. Acarició sus cabellos suavemente y sonrió con dulzura. Pero luego notó que el cuerpo del menor temblaba ligeramente.

Rápidamente lo tomó en brazos y lo llevó a la cama. Akaashi temblaba pero su cuerpo estaba caliente, evidentemente afiebrado. Lo recostó en la cama y lo tapo hasta la nariz. Cuando, un minuto después volvió con paño de agua fría, Akaashi estaba despierto.

—¿Tetsurou? —dijo e intentó levantarse, acción que Kuroo evitó recostandolo suavemente de nuevo.

—Shh Keiji debes quedarte acostado. —Colocó el paño sobre su frente y besó su cálida mejilla.

—Lo siento, Tetsurou, también estás cansado. —Sacó una de sus manos de debajo de la frazada y acarició la mejilla ajena. —Perdón... y gracias.

Kuroo sonrió de nuevo, besando la mano que lo había alcanzado. —Por favor Keiji, como si fuera posible dejarte solo cuando estas enfermo, asi, de esta forma. —Se levantó de su sitio y se dirigió a la puerta. —Portate bien mi amor, iré a cocinarte algo. —Avisó tirando un beso al aire. Akaashi soltó una débil risita y se acomodó nuevamente, cerrando lo ojos para volver a descansar.

Amaba profundamente la dulzura de su pareja. 

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