19. Usando ropa formal

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¿Se acuerdan de "Classico"? VOLVIO! en forma de fichas! 


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Ese día, se cumplía un año desde que Akaashi improvisó el acompañamiento de "Ballade No. 1 in G Minor Op. 23" en la sala recóndita y nocturna. Un año desde que el pianista desconocido, tomó forma, cara y nombre; y le siguiera el compás y armonía de la canción. Un año desde que conoció en persona a Kuroo Tetsurou.

Ese mismo día, habían empezado a tocar juntos, intentando con Clair de Lune, cuyo resultado fue desastroso. Pero no se detuvieron ahí. Siguieron intentando con otras piezas, practicaban dos veces por semana, al principio; luego cinco días; y pronto, toda la semana.

Habían forjado una relación valiosa, ya que además de hacer dúo, compartían muchas cosas en común, aun sin tener en cuenta el "leve" detalle de que eran almas gemelas. A veces, incluso detalles como ese se les pasaba por alto; era como vivir al límite todo el tiempo cuando estaban uno al lado del otro.

Por eso, ese día, luego de horas, días, semanas y meses de práctica; por fin se sintieron con la suficiente confianza de mostrarle al público lo que ambos habían forjado. Habían hecho varias composiciones, y no había mejor sensación que demostrar todo aquello que sentían y por lo que habían trabajado tanto.

—Déjame ayudarte. —Dijo Akaashi acomodando la corbata de Kuroo, que seguía luciendo algo torcida, aún si la llevaba acomodando hace diez minutos. —Tranquilizate Tetsurou. Tú tienes mucha más experiencia que yo en conciertos. —Dijo cuando vió como las manos del mayor temblaban ligeramente.

—Lo sé. Pero es mi primera vez presentandome en un dueto y... siento que lo arruinaré todo yendo muy rápido o, por el contrario, yendo muy lento. Además mis conciertos fueron mayormente en mi infancia, estoy oxidado, sabes. —Hablaba con más rapidez de la normal, producto de los nervios, o de quien tenía enfrente. Ni él lo sabía con certeza.

—No harás un dueto con un desconocido, lo harás conmigo y practicamos mucho para este día. Así que... tranquilo... —Akaashi terminó de acomodar la corbata de Kuroo y acarició su mejilla. No queria reirse, pero ver al mayor tan nervioso le causaba algo de gracia. Aun así, se aguantó las ganas ya que estaba acostumbrado a disimular sus expresiones, y además, no quería imponerle más nervios al mayor.

Kuroo sonrió por fin, tratando de relajar sus hombros y facciones. Akaashi dio un paso atrás para cerciorarse de que todo estaba en su lugar y sonrió gratamente cuando agasajó su vista.

A pesar de que era el primer concierto, de cualquier índole, para Keiji, él lucía inmaculado y pulcro. Tan perfecto y etéreo que Tetsurou no sabía si tenerle envidia o enamorarse aún más.

Pero, por esta vez, decidió concentrarse en sí mismo. Los nervios no eran comunes en él, incluso se sorprendía de sí mismo. Por lo que tomó una gran bocanada de aire para luego exhalar y repetir el proceso de respiración unas cuantas veces, hasta que los nervios se disiparan como por arte de magia.

Un encargado del lugar se acercó a su sitio, indicandoles que su turno estaba cerca y entonces, el ejercicio de respiración se fue totalmente por la borda.

—No, Akaashi, no puedo hacerlo. —Murmuró negándose a salir al escenario.

—Kuroo... —Akaashi dejó salir el nombre a través de un suspiro, algo tenía que hacer para aliviar la tensión extrema del otro. Con suavidad, enredó sus largas y delgadas falanges con las ajenas, cuyas características se asimilaban. Con la mano libre, acarició la mejilla contraria en un gesto dulce, y luego de un beso de la misma índole, juntó sus frentes para transmitirle toda la calma que le fuese posible. —Tú puedes, Tetsurou.

El nombrado olvidó cualquier deje estúpido del estrés nervioso y se concentró en las palabras dichas de su pareja, o, más bien, en LA palabra. SU nombre siendo pronunciado por aquella voz tan angelical. Saboreó ese compuesto de sílabas y a través de una ancha sonrisa, se enlistó primero para salir al recital.

—Vamos a darlo todo, Keiji, —pronunció como si su anterior estado no fuese más que una broma (cosa que no lo era). Erguido en su mejor postura, con su mano entrelazada a la del menor estatura y con sus rostros contorneados por la luz del reflector, salieron a interpretar su primer concierto juntos.

30 day OTP ChallengeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora