16. Durante su ritual matutino

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Muy al contrario de lo que muchos creen, Kuroo es una persona que sabe disfrutar la vida diurna. Hábito que adquirió tempranamente y que aprendió aprovechar aún más con el pasar del tiempo. Salir con Akaashi no solo produjo que ese hábito se mantuviera, sino que lo incentivaba mucho más. Y es que al menor le gustaba disfrutar la mañana, pero amaba, de sobremanera, sus exquisitas horas de sueño.

Por eso Kuroo era el que generalmente preparaba el desayuno, ya que en verdad no le molestaba hacerlo solo. Amaba mucho más la sensación de la sonrisa cálida de Akaashi al recibir comida temprana, que el murmullo indignado por cocinar de "madrugada", aunque debía admitir que eso le hacía ver lindo de todas formas.

También le gustaba la sensación de dar inicio a la rutina con el botón de la cafetera, como si plasmara en físico la vivencia del encendido. Cocinar tampoco supondría un problema, ya que al menor no le hacía asco a nada, y eso en verdad le tranquilizaba mucho más.

Esa mañana abrió la ventana desde el inicio de la rutina. Las primeras brisas veraniegas estaban haciendo su aparición por aquellas regiones, y el aroma al rocío se encargó de climatizar ese pequeño rincón del mundo que era su cocina. Y con suaves caricias, propias de la naturaleza exterior, a su cabello y una canción silbada por su aire interior, terminó su labor.

La sonrisa ya la tenía adornada en su rostro con el solo hecho de imaginarse la adormilada expresión de su pareja al despertar. Y con bandeja en mano, subió las escaleras hacia su habitación conjunta.

Dentro se encontraba -su- Keiji durmiendo apaciblemente en posición fetal, costumbre que adquiría cada vez que Tetsurou abandonaba la cama.

Caminó lento hasta la cama de dos plazas que ambos compartían, y besó a su pareja en la frente, acariciándole los ondulados cabellos suavemente en el proceso.

—Hey Keiji, despierta dormilón, el desayuno está listo. —Habló Tetsurou en un volumen de voz un poco más bajo del normal. El menor frunció los ojos levemente, lo había escuchado y aun así, se negaba a despertar. —A-rri-ba. —Dijo marcando las sílabas de la única palabra en su discurso. Keiji no necesitaba un sermón, solo un empuje (pero no literal).

Sonrió al ver que el menor estiraba su postura y tensaba sus músculos para relajarlos segundos después. Luego dejó escapar el color de sus ojos al exterior, dirigiendo la mirada al mayor.

—Buenos días, Tetsurou-san.

—Buenos días Keiji. —Con vergüenza, Akaashi aceptó el beso en los labios, dado que todavía no se había higienizado. Aunque Kuroo le haya reiterado miles de veces que ese detalle no le importaba, Akaashi seguía siendo quisquilloso con eso. Debía admitir que amaba hasta esa parte de él.

Y con una amena charla, Keiji dió comienzo a su día de primeros calores matutinos, entre besos efímeros y fugaces sonrisas.

Quizá el sabor del café sea de un tono amargo. Pero para Keiji siempre lucirá dulce. 

30 day OTP ChallengeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora