30. Haciendo algo caliente

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Kuroo es un hombre débil.

El mismo lo afirma en muchas ocasiones, sobre todo, cuando se trataba de Akaashi Keiji.

Por ejemplo, cuando despertaba en las mañanas y el menor aun dormía apaciblemente a su lado. O cuando llegaba a casa luego de un día de trabajo y Akaashi prepara su comida favorita, a pesar de que fuera su turno de hacer la cena. O simplemente cuando se recuesta en el regazo del menor y éste acaricia su cabello suavemente con los dedos. Y, por supuesto, cuando Akaashi era quien tomaba la iniciativa.

A Kuroo se le erizaba la piel con solo unos fragmentos de memoria.

Justo como en ese momento. Y más.

Por eso lo afirma. Y lo reafirma siempre.

Débil.

Era tan débil debajo de esos delicados dedos recorriendo su abdomen.

—Kuroo-san, no estoy haciendo nada del otro mundo. —Susurró Akaashi en su oído. El menor sentado en el regazo de Kuroo, rodeando su amplia espalda con sus brazos que bajaban lentamente. —Tus piernas están temblando. —Volvió a susurrar, cada vez en un tono más grave y cada vez más cerca de su oído. Akaashi llevó una de sus manos para acariciar una de las piernas de Kuroo. Y solo ese leve y simple roce, provocó que diera un pequeño respingo de sorpresa.

—Ya...sé. —Murmuró de manera entrecortada. El menor llevaba así unos pocos minutos pero ya sentía que su miembro reventaría si Akaashi no hacía algo con él. Y lo peor de esa situación es que su adorable pareja maliciosa lo sabía muy bien. —Estás trabajando... con paciencia, eh. —Volvió a decir, con leves jadeos que intentaba aguantar con todas sus fuerzas.

—Sí, y de hecho te estás portando bien. Así que me gustaría intentar algo más —Akaashi sacó de su bolsillo una soga de nailon y con cuidado ató las manos de Kuroo por la espalda, quien lo miraba anonadado ante la situación que se estaba desenvolviendo. Tan solo con un par de nudos, sus manos quedaron completamente inútiles. Akaashi besó una de sus mejillas —pero si quieres que te desate lo haré de inmediato.

Kuroo sonrió, con los labios entreabiertos y leves jadeos escapando por esa abertura. No le disgustaba para nada aquella idea —¿que me vas a hacer pequeño demonio?

—Algo que espero que te guste.

—Ami me gusta todo lo que haces.

Akaashi rió levemente y asaltó la boca de su pareja con la propia. Kuroo acepto con gusto aquella intromisión, trabajando diligentemente, moviendo su lengua como sabía que a Akaashi le gustaba. Después de todo, y aunque tenga las manos atadas, no se rendiría en darle su porción de placer al otro. Akaashi mordió el labio inferior de Kuroo para abandonar su boca y llevar la atención a su cuello. Kuroo tiró su cabeza hacia atrás, cerrando los ojos para que su concentración se centre únicamente en la excelente atención que le proporcionaba su pareja.

Aun así, su miembro no hacia mas que seguir hinchándose, ya hasta sentía como empezaba a latir, sintiendo la presión de la tela del pantalón como una tortura. Su pareja parecía estar haciéndolo esperar a propósito, estimulandolo con caricias y leves presiones de sus dedos en su abdomen bajo. Akaashi sonrió y volvió a susurrarle palabras en su oído -que no llegó a entender del todo-, y que luego mordió ligeramente.

—Ah...Akaashi. Por favor. —Kuroo hablaba como podía, tampoco es como si le vinieran demasiadas ideas a la mente. El rol de Akaashi como el total dueño de toda la situación le nublaba los pensamientos. Y pensar que Kuroo siempre decía que el adorable Akaashi era un hermoso ángel.

—Esta bien, te lo ganaste muy bien. —Con un leve movimiento, el menor bajó del regazo de kuroo para arrodillarse y acomodarse entre las piernas del mismo. No le daría más vueltas al asunto por lo que en un par de segundos, bajó el pantalón de su pareja y engullió el duro miembro casi en su totalidad. El más alto tuvo que morder su labio inferior con fuerza para concentrarse y no acabar en ese mismo momento. Se ayudó a sí mismo en un jadeo profundo que expulsó todo el aire de sus pulmones y por menos de un segundo, se permitió enfocarse en el diligente trabajo de Akaashi ahí abajo.

Pero el enfoque no le permitió calmarse por mucho tiempo, de un momento a otro, Kuroo no podía evitar empujar su pelvis con una fuerza secuencial. Akaashi seguía con su boca ocupada mientras hundía sus dedos en los muslos internos del mayor, que pronto le provocaron una serie de espasmos que el menor grabaria en su memoria por siempre. Kuroo siendo sucumbido por el placer que él mismo le daba, era digno como una obra de arte.

—Puta madre Akaashi —jadeaba Kuroo quien deseaba tener sus manos libres para enredar sus falanges en los cabellos rizados de su novio. —No doy mas. —Dijo como pudo, con la garganta que ya la sentía obstruida por la presión.

Akaashi escuchó la clemencia de su pareja y no se hizo de rogar, lamió y succionó la cabeza del miembro hinchado de kuroo mientras que con una de sus manos rozaba sus testículos para hacerlo temblar. Y luego solo aumentó la rapidez de sus movimientos, cada vez más fuertes y cada vez más profundos. Kuroo cerró los ojos con fuerza, los espasmos le hacían retorcer su espalda y levantar las piernas, hasta que, en un profundo gemido ahogado, se dejó ir por completo en la boca de su querida pareja.

Kuroo siguió respirando profundo y agitado, con el cuerpo desvaneciéndose sobre la silla. Mientras Akaashi se levantaba de su sitio, limpiando su rostro tranquilamente y desatando las manos de Kuroo. Acarició el cuello de su pareja cansada y sonrió.

—Bueno, me alegro que te haya gustado.

—Decir que me encantas, se queda corto.

30 day OTP ChallengeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora