23. Discutiendo

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Cada vez que Kuroo le plantea a su novio la situación de salir con sus amigos, Akaashi siempre le dice que no tiene que preocuparse.


"Los amigos son importantes, es prudente seguir en contacto con ellos".

Así era siempre y al principio eran solo dos sábados por mes, pero luego, las jornadas de salidas fueron extendiéndose hasta todos los sábados en la noche.

De repente, la situación se salió de control teniendo cada sábado, domingo y algún que otro dia de semana con Kuroo saliendo por ahí. Incluso, en algún momento, el repertorio de personas con las que salía su novio dejó de ser conocida para Akaashi.


Y ahí es cuando realmente comenzó a preocuparse.

Aun así, algo dentro de él le decía que no tenía porque decirle nada. Era su vida después de todo; y al vivir juntos era entendible que necesitara respirar un aire distinto.

Keiji solo le acariciaba y besaba la frente cada vez que Kuroo salía por la puerta principal. Deseandole que tuviera cuidado y volviera sano y salvo.

*****
Un día Akaashi decidió empezar a salir más seguido también, después de todo, tantas noches en la soledad de su casa, le provocaban intensos aburrimientos que ya no se le ocurría cómo solucionar. Aun así, ni siquiera lo hacía todos los fines de semana, ya que, al fin y al cabo, no disfrutaba salir en demasía. Prefería las cosas más calmas y pequeñas.

El verdadero problema empezó cuando ese grupo de amigos de Akaashi decidieron hacer un grupo de alguna red social

El teléfono del pelinegro menor sonaba y vibraba cada "2x3", esta situación, inevitablemente, llamó la atención de Kuroo.

—Es inusual que recibas tantos mensajes. —Dijo mientras tomaba su café matutino y miraba detenidamente a su pareja. Akaashi levantó los hombros ligeramente, restándole importancia mientras desbloqueaba su teléfono.

—Es solo un grupo de amigos de la preparatoria. A Oikawa se le ocurrió juntar a todos los armadores que conoció en aquella época. —Informó con la simpleza que requería la situación, después de todo era simplemente eso.

Sin embargo ese grupo era una bomba de mensajes ridículos y SPAM, demasiado SPAM, cortesía del mismísimo administrador (Oikawa), quien mandaba videos sobre avistamientos de OVNIS, artículos periodísticos sobre éstos, enlaces de videos de YouTube de canciones extrañas que él decía amar o simplemente capturas de pantalla sobre cosas que vió en su día (o fragmentos de conversaciones que según él, necesitaban de una opinión urgente de terceros).

Cuando Akaashi abrió el grupo lo primero que vió fue una foto del mismo Oikawa en una pose algo comprometedora. Y es por esa misma razón que el grupo estalló en mensajes de respuesta, quienes se burlaban del admin por haberse equivocado de chat y ahora esa misma foto era la imagen de perfil por excelencia.


Keiji hizo una mueca al aguantar la risa, cubriendola con su mano. Pero con el solo hecho de seguir leyendo un poco más, la risa sonora no tardó en que se le escapara sin querer.

Tapó su boca de nuevo y decidió dejar el teléfono a un lado de una vez por todas. Ya después leería los mensajes tranquilo.

—Así que... es solo un grupo. —Dijo Kuroo mirando su taza de café detenidamente.
Keiji lanzó un suspiro, notándose pesado por el modo en que Kuroo quería abordar el tema. Esperaba que la conversación no tomara el rumbo que creía estaba tomando.

—Si, Tetsuro. Solo un grupo, de hecho, ya te hable de eso ¿No lo recuerdas?

Kuroo abrió los ojos ¿lo había hecho? —¿De verdad? Por que no recuerdo que lo hayas hecho. Y sabes... yo recuerdo absolutamente todo si se trata de ti.

—Bueno, errores comete cualquiera. Porque estoy completamente seguro que si te he dicho con quienes estoy manteniendo contacto.

—No es verdad Keiji. Estoy seguro que lo recordaría. —Persistió desviando la mirada de la taza a su pareja.

Akaashi soltó otro suspiro. Uno mas largo y profundo que el anterior.

—Oh ahora que lo pienso, en todas esas ocasiones en que te hablé del tema siempre estabas pendiente en la organización de tus salidas.

—Oh vamos ¿vas a echarme en cara sobre eso ahora?

—No lo sé, dime tú. Después de todo eres el que se está enojando por un simple grupo de conversaciones virtuales. Por lo menos yo me quedo en casa... siempre pensando en dónde estarías metido a semejantes horas de la noche. Piensa y dime si debería echarlo en cara o no.

Kuroo vaciló por un segundo, anonadado a lo que su novio acababa de decirle. Su mente permaneció turbulenta un par de segundos nublando ligeramente su porte sereno, en el fondo sabía que debía detenerse, mas, una parte de sí mismo, su orgullo quizá, no lo dejó detenerse.

—Desde hace semanas que estas con el celular todo el tiempo. ¡Ya no me hablas como antes! —Era esa misma turbulencia que oscurecía sus ideas y no le dejaba pensar o actuar con claridad.

—¿De que estas hablando? Eres tu el que está cada vez más ausente. Sino estas hablando con quien sea que lo hagas por el celular, organizando quién sabe qué; te vas y me dejas aquí... Yo en verdad no se que pensar, Tetsurou. Ya no se, si solo sales con tu amigos o si ... —titubeó, porque el solo hecho de pensarlo le desgarraba enormemente el corazón, hiriendolo de sobremanera. —si ya tienes a alguien más...

Kuroo lo miró sorprendido ¿qué clase de pensamiento era ese? El jamás en su vida podría encontrar a alguien que sea mejor que Akaashi, ni siquiera que se le igualara.


De pronto, pensar en eso le hizo sonar un "click" en la cabeza. ¿Que carajos estaba haciendo y diciendo ahora mismo? Había perdido la cordura por unos segundos y ya sentía que lo había arruinado todo.


—Ke-Keiji. No es... lo que estás pensando. -Dijo intentando remendar la tensa situación que se había desenvuelto, hablando con, al menos, cinco tonos más suave del que estaba usando hacía unos segundos.

—¿Entonces, qué es? -Preguntó el menor con una clara intención de enfado.

—Lo que te digo siempre, cariño... —Habló nuevamente con voz suave, acercándose al cuerpo del menor para tomarle la mano. Sin embargo, Akaashi quitó la suya rápidamente, sabía que el mayor estaba mintiendo en ese momento. Lo

conocía lo suficiente como para descifrarlo incluso con los ojos cerrados. Kuroo suspiró al darse cuenta del evidente enfado de Keiji y decidió hablar de nuevo. —Keiji, en verdad, si piensas que estoy engañandote debería ser obvio que eso nunca pasaría, no teniendote... ¿No te digo siempre que eres lo mejor que me pasó en la vida? ¿De repente ya no me crees?

—No lo sé, Tetsurou. —Contestó, desviando la mirada para evitar la de Kuroo de cualquier manera, sino... si lo veía, sabía que terminaría rindiendose ante él. —Me faltan acciones que me confirmen lo que dices sabes. Porque palabras las dice cualquiera.

Kuroo lo miró frío. No podía creer lo que estaba pasando.

Sus manos temblaron notoriamente, estaba nervioso, en demasía. Sí, en el fondo sus salidas no eran específicamente lo que le decía a Keiji, pero él todavía no podía saber de ese detalle. Odiaba mentirle, y ahora mismo, se odiaba a sí mismo profundamente por mentirle descaradamente a quien amaba, tanto que podría golpearse. Más aún, porque el menor ya se había dado cuenta de sus falacias y ahora no se le ocurría nada para enmendar la situación.

—Keiji, yo... —Hablo de forma tan trabada y nerviosa que cualquier cuento que fuera a inventar sonaría puramente falso a los oídos de cualquier persona. —E-en verdad...


—Vete... —susurró.


—¿Eh?


—¡Vete! —repitió mirándolo a los ojos. Alzando, claramente, la voz. —Hoy es sábado ¿verdad? ¡Bien!¡ Entonces vete!! Hazlo a donde sea que vas siempre, ¡¡pero no quiero verte!! —Gritó con profundo enojo en su voz, levantándose de su sitio. Y Kuroo, al verlo de esa manera, supo que había cometido una estupidez. La mayor y más grave de todas. Los ojos de Keiji brillaban por lo vidriosos que estaban, aún así el menor no dejó derramar ni una sola lágrima. Todo el dolor lo expresaba su rostro, enmarcando frustración, enojo, tristeza y decepción.

El pelinegro menor le dedicó una última mirada y a grandes pasos, se dirigió a su habitación para encerrarse, y, finalmente, cerró la puerta con un golpe fuerte.

Entonces, Kuroo supo que había hecho mal. Aquella mirada era suficiente para darse cuenta que había sido un completo idiota; había herido a la persona que más amaba en el mundo.

Por dios. ¿Que carajos había estado haciendo todo ese tiempo? Dio media vuelta y encaró a la salida de su hogar. Su mente era un completo caos; y si quería pedir el perdón de su amado, tenía que tener la mente clara. Por lo que salió con lo puesto y no volvió hasta horas después.   

30 day OTP ChallengeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora