25. Mirándose a los ojos.

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Kuroo amaba el misterio envuelto en los iris de Akaashi. Le gustaba su azul particular, y cómo éste se fundía con un gris metálico único. Los ojos de Keiji envolvían un matiz inigualable, cuyo tono le fue imposible de encontrar en otro lado, no importaba cuanto buscara.

Es ese detalle que le hace dar cuenta, de lo especial, de la importancia, de lo único que podía llegar a ser Akaashi.

Eran esos ojos que envolvían la calma que lo caracterizaba, el azul de su inteligencia, y el brillo de su paciencia. Le llamaba la atención cómo es que combinaba tan perfecto con su completa persona.

Pero el detalle que más amaba, era ver como el azul primario se combinaba perfecto con el avellana terciario. El cómo ambos colores, contrastantes entre sí, se fundían para formar otro matiz distinto, cuyo tono no solo se perfeccionaba por la residencia de la luz, o el clima del entorno; lo que hacía perfecta aquella fundición, era la expresión completa. La mirada inigualable que Akaashi le dedicada únicamente a él.

Kuroo podría mirar aquel par de "ventanas del alma" por horas completas. Y juraría por su vida, que jamás se cansaría de ello. Podía cerrar sus propios ojos y aún así, con el solo hecho de imaginarlo, se sentía único y especialmente feliz, por todo lo que le generaba aquella intensa mirada. Tan fuerte como una tormenta. 

30 day OTP ChallengeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora