13. Comiendo helado

468 51 24
                                    

Kuroo se había levantado extremadamente temprano ese día. "Levantado" en términos literales, ya que no había podido pegar un ojo en toda la noche, pensando y pensando. Ideando una infinidad de formas de "no arruinar" su preciosa primer cita con Akaashi.

Por que si, luego de meses de observar al menor a lo lejos, acercarse a él de forma minuciosa, intentado entablar una cómoda conversación y "conquistarlo" con chistes químicos; se armó de valor para pedirle salir con él.

Kuroo era un manojo de nervios (así como en este momento), perdiendo cualquier encanto que la faceta de experto en la provocación, había dejado en él.

No, ni la huella quedaba de aquello, ahora solo era una persona que luchaba con su peinado de "recién levantado" frente al espejo. Jamás había podido ganarle una batalla a su propio cabello, y ese día no parecía ser la excepción.

Así que suspiró, rindiéndose al fin. Algún día lograría ganar la guerra, aunque quería esforzarse al máximo por ese día, ya que es sumamente especial. Pero bueno, si tendría que llevar el cabello despeinado, tendría el mejor "no-peinado" del lugar.

Entonces miró su reflejo en el espejo, nunca se había detenido fijamente en ver su propia imagen y analizarla con profundidad. Por alguna razón sentía que su cabello (a pesar de haberlo peinado con anterioridad) se veía más enmarañado que de costumbre, y que los parches ennegrecidos bajo sus ojos solo denotaba y resaltaba su noche ansiosa sin dormir.

Bien, admitía que aquello era más deplorable de lo que esperaba, pero no se iba a dejar vencer por lo que el espejo dijera.

"Solo sé él mismo de siempre" fue el consejo que le dio su mejor amigo y vaya que que se encontraba en un embrollo de desesperación si estaba considerando tomar el consejo de Bokuto.

Perfecto. El primer objetivo de su día fue perdido, pero no por eso se iba a rendir. Aun era temprano y quizá un buen desayuno, le subiría los ánimos.

Y por eso mismo, caminó a paso decidido hacia la cocina y preparar lo que sería una taza de café potente, y asegurarse de que una noche en vela por la ansiedad no lo desmaye del sueño.

Así que mientras ingería felizmente su taza de "5000 granos de café colombiano en tres gotas de agua", repasó su plan del día por millonésima vez. Imaginándose miles de escenarios donde compartiría dulces momentos con Akaashi.

Fue en el momento que terminó el último bocado de su pan tostado que se dignó a ver la hora, dándose cuenta que solo faltaban unos escasos 10 minutos para encontrarse con el "chico de sus sueños". El destino no parecía querer dejarle las cosas fáciles ese día, pero Kuroo no era de esos que se rinden tan fácilmente.

Solo tomó las pertenencias más importantes, guardandolas en sus bolsillos y salió, literalmente, corriendo a pasos agigantados. No iba a hacerlo esperar de más, porque conociendo al menor, seguramente ya estaba allí. Por suerte se había antepuesto a distintas situaciones, y había preparado todo con antelación por si se le hacía tarde.

"Bien hecho yo del pasado". Pensaba mientras volvía su concentración en el camino y dejarse obstruir por nada.

Lamentablemente -o no- él no era lo que se dice "una mala persona" más allá de lo que su aspecto de rebelde sin causa llegase a aparentar. Así que por supuesto que ayudaría a la señorita embarazada a levantar las naranjas que se le habían caído; y por supuesto también, ayudaría a la pobre ancianita a cruzar la avenida.

Recibió los agradecimientos lo más rápido que pudo, y aún en medio de la carrera, sacó su celular para avisarle a su angelito que ya estaba en camino. La situación de su ropa desarreglada, su rostro sudoroso por el repentino ejercicio de cardio intensivo; daba la sensación de que ya nada podía ir peor de lo que ya estaba. Pero al destino le gustan los retos también y por ello, cuando estaba por llegar a una esquina, un sujeto de apariencia no muy grata y mirada amenazante se topó en su camino, impidiendole el paso.

30 day OTP ChallengeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora