26. Casandose

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Otoño, esa es la estación que ambos eligieron para su boda. En un camino enmarcado de piedras musgosas; alfombras de hojas ocres y anaranjadas; plantas silvestres adornado su alrededor; y finalmente, un escudo de árboles ancianos que le propiciaban la privacidad necesaria a la pequeña boda.

La lista de invitados era reducida. Tanto Kuroo como Akaashi preferían preservar la ceremonia lo más privada posible. Por supuesto en compañía de su familia, y sus amigos más cercanos y queridos.

Era imposible imaginar un panorama más perfecto que ese. Akaashi sentía que todo estaba en su lugar, en un pulcro orden y armonía. No por nada pasó tantas horas diseñando la ambientación del lugar. Y la elección del mismo no podría haber sido más acertada.

Kuroo amaba la naturaleza, él podía ver una pequeña porción representada en los ojos de su pareja, y quizá por eso siempre le infundía una profunda sensación de calma a verlos. Él podría estar toda su vida contemplando aquellos ojos y ahora por fin, se casaría con el dueño de tan preciadas joyas. Era esta una simbolización de su relación, pero nada podía hacer más feliz al moreno, que su juramento de amor eterno se haga tangible.

Estaba ansioso. Ni la entrega de su tesis fue tan estresante como ese momento, pero ¿por qué estaba tan nervioso? Si hasta vivían juntos hace años y ambos coincidían en que la ceremonia era solo una representación simbólica. Pero no importa, él estaba nervioso y ya.

A Oikawa le dió ilusión que mantengan la tradición de que el novio no debía ver el vestido hasta el día de la boda, claro que en este caso, sería un traje. Akaashi al final no se opuso ante la idea y por más que Kuroo insistiese alguna que otra vez en verlo, el menor no le hizo caso. Aquello solo hacia que sus nervios aumentaran un poco más.

Estaba nervioso por cómo iba a verse el más bajo en un traje blanco nupcial. Kuroo llevó ambas manos al rostro para calmarse, el solo imaginarlo de esa forma, hacía que su corazón siguiera la misma intensidad nerviosa, latiendo impasiblemente.

Y la hora llegó por fin.

Él esperó en el altar de piedras pesadas y viejas, como si en ese pequeño rectángulo rocoso hubiera surgido desde el interior de la tierra. Se fundía perfectamente con el matiz de las cortezas, y los acentos del musgo. El aroma a pino y roble se mezcló con el petricor de la lluvia nocturna; y el sonido de las hojas chocando entre sí por el viento, era lo único que se escuchaba. Todos sus sentidos se vieron estimulados, en esa pequeña porción de bosque que Akaashi había elegido para ambos.

Solamente pensar en eso, lo hizo aún más feliz.

El murmullo de la gente captó su atención de repente, era hora. Era él.

Y tanto su aliento, como la percepción de cualquier otra cosa a su alrededor, incluso la hidratación de su garganta que ya se sentía seca; fueron dejados de lado para enfocar su total concentración en la persona que ahora venía caminando tan elegantemente hacia él.

Keiji... ¿Cómo era posible que luciera tan perfecto?

"Por todos los dioses de todas las religiones existentes y por existir"- Pensó

Kuroo podía ver como Akaashi era iluminado con una gracia inminente. Se sintió como cuando descubrió sus sentimientos por él. También recordó la sensación de sus labios con su primer beso; y ni hablar del puro éxtasis en su primera vez. En todas y en cada una de aquellas situaciones, Kuroo descubría una nueva revolución en su interior. Todas diferentes y todas especiales, porque definitivamente fueron momentos que no olvidará jamás.

Estaba seguro que este era uno de esos momentos.

Akaashi sonrió ampliamente cuando por fin se detuvo al lado de su prometido. Kuroo lucía una expresión sorprendida que se le hacía entre graciosa y adorable. Y él también recordó. Empezar su relación en la preparatoria le permitió a Keiji ver el esplendor y el crecimiento de su pareja, no solo verlo, sino acompañarlo, y también, él ser acompañado por el otro. De repente no pudo evitar ver al Kuroo de 17 años allí a su lado. Entonces sonrió con una pequeña risita.

No había otra cosa que amara más que el crecimiento personal del otro. Akaashi estaba profundamente orgulloso de Kuroo, y sus logros hasta lo hacia mas feliz que los suyos propios. Keiji no dejó de sonreír, ese había sido un camino bastante largo, y sin embargo, la meta no era aquella pequeña plataforma de rocas antiguas, no. La meta de su camino conjunto aún estaba mucho más allá, tanto que no podía visualizarlo. y Akaashi no quería verlo tampoco.

Así es como ambos dijeron "Acepto".

—Akaashiii!! Vamos! Lanza ese ramo a ver si así consigo convencer a Iwa-chan

Así es como ambos aceptaron seguir adelante con su longevo camino.

—Ohhh!! Tsukkiii!!

Aceptando las circunstancias tanto positivas

—¡Bokuto! ¡Voy a estar esperando la fiesta del siglo!

Como negativas.

—Akaashi ¿lo hiciste a propósito?

—Claro que no Tsukishima. Estaba de espaldas.

Pero al fin y al cabo. Todo podrían superarlo si contaban con el apoyo del otro.

30 day OTP ChallengeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora