20

3.8K 234 37
                                    

MARATÓN 3/3

Narra Violeta

No podía creer lo que estaba pasando, no entendía nada, hacía solo 10 minutos que había dejado a Julieta en la puerta de su casa... Nos metimos a toda prisa en el auto y comencé a conducir sin destino fijo.

- Julieta por favor tienes que decirme que está pasando, tenemos que ir al médico a que te mire eso... - no me dejó terminar la frase cuando me contestó...

- Nos, nos – dijo titubeando – nos ha visto besándonos cuando nos despedimos antes...-

- ¿pero qué te dijo? ¿qué pasó? ¿de verdad te hizo eso en la cara? Julieta esto no puedes dejarlo así, tienes que denunciarlo... – le dije yo nerviosa.

- No, Violeta, lo único que quiero hacer ahora mismo es desaparecer, por favor llévame lejos de aquí – me dijo con lágrimas en los ojos.

Me encontraba totalmente desconcertada, no sabía qué decir ni cómo actuar. Sabía que esta relación paralela no podía acabar bien desde el primer momento, pero uno no puede decidir de quién enamorarse... Conduje durante veinte minutos hasta llegar a un pequeño parque que descubrí al poco tiempo de estar en Buenos Aires, era un lugar al que me gustaba venir a desconectar y hasta hoy no se lo había enseñado a nadie. Nos bajamos del coche y nos sentamos en el césped mirando el hermoso paisaje que nos regalaba el lugar.

- Julieta, ¿es la primera vez que te golpea? – le pregunté, tenía esa duda desde el principio y necesitaba saberlo.

- Sí, y en cierto modo, yo lo he provocado... - me contestó ella, mirando al suelo.

- No te culpes Julieta, porque la violencia nunca está justificada con nada... - le dije yo.

- Lo sé, pero él nunca me había golpeado antes aunque últimamente bebe demasiado – me dijo Juli.-

- ¿Y qué piensas hacer? ¿Lo vas a denunciar? – le pregunté yo.

- No, a pesar de todo, yo quiero mucho a Octavio y siempre le estaré agradecida por todo lo que hizo por mí, pero llegamos hasta aquí, le voy a pedir el divorcio... - me dijo ella convencida.

- ¿Estás segura? – le pregunté.

- Más que nunca en mi vida, Violeta – me dijo mirándome y acercándose a darme un beso en los labios.

- Creo que deberíamos ir a mi casa y ponerte hielo en ese golpe para que baje la inflamación- le aconsejé yo.

- Cinco minutos más, me encanta este sitio. Es precioso y se respira paz – me contestó.

Estuvimos un rato más en silencio, disfrutando del viento y de la compañía. Subimos a mi auto y me dirigí hacia mi casa, no tardamos mucho en llegar.

- Siéntate en el sofá, que voy a buscar el hielo – le pedí a Julieta.

- Gracias Violeta, por todo, por venir a buscarme y por estar aquí – me dijo ella mientras le caía una pequeña lágrima.

- No es nada Juli y voy a estar aquí para lo que necesites – le dije mientras agarraba el hielo y lo envolvía en un trapo.

Me acerqué a Julieta y se lo puse suavemente en su mejilla. Ella dio un saltito por el frío.

- Aguanta un poco, si no mañana tendrás la cara hecha un cristo – le dije yo.

- Es que está frió y duele... - me dijo ella y parecía una niña, era tan adorable.

- Un poquito más y ahora te doy un besito para que se te cure – bromee yo con ella.

- Va a tener que ser más de uno porque me duele mucho – me pidió ella con cara inocente.

- Todos los que quieras- le dije yo.

Le retiré el hielo de la cara y me acerque hasta la zona que tenía hinchada y comencé a darle pequeños besitos hasta que Julieta me robó uno de ellos girando la cara rápidamente. La agarre del mentón delicadamente y la comencé a besar de forma pausada, sin prisa. Quería esto por el resto de mi vida. De repente, el teléfono de Julieta comenzó a sonar sacándonos de esta burbuja en la que estábamos inmersas, pero Juli hizo caso omiso. Seguimos besándonos un rato más pero el teléfono no paraba de sonar y me estaba empezando a poner nerviosa.

- Juli, deberías mirar quién es... - le dije yo.

- Sé quién es y no quiero verlo... - me contestó ella, aun así agarró su celular y me lo enseñó.

Tenía más de diez llamadas perdidas de Octavio y múltiples mensajes en los que pedía perdón a Julieta, en los que se arrepentía de lo que había pasado y quería hablar con ella.

- ¿Vas a hablar con él? – le pregunté.

- Sí, algún día, pero no en un momento próximo – me dijo ella – ahora solo quiero olvidarme de todo esto y aunque en cierto modo estoy un poco asustada, no solo por Octavio, si no por todo lo que me espera de ahora en adelante. Por otra parte, me siento tan liberada y por fin ahora puedo hacer lo que yo quiera, quiero hacer tantas cosas Violeta... He desaprovechado estos últimos años de mi vida tanto que ahora quiero recuperarlos -

- Si me dejas, yo te voy a ayudar... - le dije con ilusión- podemos hacer una lista, dime todo lo que quieras hacer.

- Quizá te parezca una tontería pero ¿sabes que he querido hacer siempre? Volar... – me dijo con gran ilusión

- ¿Cómo que volar? ¿No te subiste nunca a un avión? – le pregunté haciéndome la tonta como si no hubiera entendido a que se refería

- ¡Violeta! Claro que si... – me dijo riéndose y quise morir al verla reírse de esa forma – me refería a que me gustaría hacer paracaidismo, me da un poco de miedo tengo que confesarte, pero siempre he querido hacerlo, sentirme libre, ya sabes... Me levanté a buscar un bolígrafo y papel mientras ella me preguntaba que qué hacía.

- Ya te lo dije Juli, crear una lista de deseos – le dije mirándola a los ojos, podría perderme por horas en esos ojos, ese sí que era mi único deseo.

- Está bien anota, quiero ir a un festival, quiero bañarme desnuda en el mar, viajar a Egipto y perderme en los rincones de cada ciudad, pararme en cada esquina y besarte, besarte bajo la lluvia, besarte debajo del agua, besarte todo el tiempo, quiero tener un perro, que salgamos y bailemos toda la noche, quiero ir a un parque de atracciones y que me consigas un peluche, quiero escribir un libro, que cantemos a dúo en un karaoke, quiero que me cocines y ser tu ayudante, quiero hacerte el amor, Violeta... -

- Todo anotado y te prometo que haremos todas y cada una de las cosas de esta lista, la última sobre todo creo que deberíamos hacerla varias veces para que cuente y podríamos empezar ahora mismo... - dije yo bromeando con ella.

ProfesorasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora