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Narra Julieta

Tras pasar la mayor parte del sábado con Violeta, el resto de fin de semana no hice nada en especial, leí, preparé mis clases y estuve limpiando en casa.

Ya era lunes y me dirigía al instituto con mi bicicleta. Estacioné y fui directa a la sala de profesores, realmente tenía ganas de volver a ver a Violeta. Entré y la vi al fondo de la sala hablando con Juan muy acarameladamente y sentí una punzada en el estómago. Los dos estaban riéndose sin parar y Juan tenía una de sus manos en la cintura de Violeta mientras hablaban. Llegó Justina por detrás y observó cómo estaba mirando la escena.

- Hacen buena pareja juntos, aunque aún no sabemos si Violeta juega a las dos bandas – me dijo Justina.

- Supongo – dije con una voz llena de hostilidad.

- Juli, ¿estás celosa? – me dijo Justina bromeando.

- Yo, ¿celosa? Que dices Justina – le contesté yo, aunque realmente ¿estaba celosa?

- No deberías estarlo de todas formas, eres la número uno de su lista – me respondió ella.

De repente, los dos se acercaron a donde estábamos nosotras.

- Buenos días chicas, yo me voy a clase. Violeta ¿Quedamos después entonces no? – dijo Juan.

- Claro, te veo luego – contestó ella con una sonrisa en su cara - ¿qué tal chicas?

- Bien – contesté aunque me salió mucho más cortante de lo que esperaba.

- Uyy la diosa se ha levantado con el pie izquierdo – dijo Violeta entre risas pero yo la ignoré.

- Es que bajar del Olympo y relacionarse con los mortales no tiene que ser tarea fácil – bromeo Justina y yo bufé y me fui a mi clase.

El día se me estaba haciendo bastante eterno y moría de hambre así que decidí pasar por la cafetería antes de irme a casa, no tenía muchas ganas de cocinar. Cuando estaba esperando en la cola, Violeta se acercó a mí.

- ¿Qué tal el día, Juli? ¿Mejor? – me preguntó ella.

- Quién dijo que ha ido mal – le contesté yo.

De repente, vi a Juan entrando en la cafetería y buscaba con la mirada a Violeta.

- Mira, tu nuevo "amigo" te está esperando – dije mientras señalaba hacia Juan que estaba en la puerta.

- Julieta, ¿estás celosa? – dijo ella riéndose.

- Obviamente no – le respondí yo.

- Sí, sí que lo estás – me dijo ella mientras me miraba a los ojos directamente.

- No, no digas tonterías Violeta – le dije yo cortante.

- Julieta Calvo, celosa, me encanta – dijo ella riéndose – pero te puedo asegurar que Juan no es problema para ti. Bueno te veo mañana... -

- Adiós – le contesté mientras vi cómo se iba con Juan.

Pedí mi pizza para llevar y me dirigí hacia la salida cuando pude oír una magnifica voz que salía del aula de música. La puerta no estaba cerrada del todo, y por la rendija de la puerta, vi como Violeta estaba cantando mientras que Juan tocaba la guitarra. Parecía que los dos se entendían con la mirada y tenían una gran complicidad juntos y es algo que sinceramente me molestaba. No sé por qué, a veces este tipo de sentimientos son tan irracionales, pero sí, estaba celosa de Violeta y no podía negarlo más, por lo menos no a mí misma. Con la imagen de los dos en la cabeza me fui a casa.

Llegué a casa y estaba sola, sentí un gran alivio porque me apetecía tener mi espacio para meditar y pensar en mis cosas. Realmente estaba teniendo unos celos injustificados y no tenía por qué contestarle así a Violeta. Al final la que está casada soy yo. Aunque realmente es lo que siento y no he podido evitar comportarme de esa manera. No tenía ganas de seguir dándole vueltas al tema así que decidí darme una ducha y despejar mis pensamientos. Estaba relajada con el agua cayendo por todo mi cuerpo cuando oí una puerta abrirse.

- Octavio, ¿eres tú? – pregunté pero nadie contestó.

Sentí como alguien se metía conmigo en la ducha, me di la vuelta y vi a Octavio con un aspecto deplorable y con olor a alcohol.

- ¿Qué haces? – le pregunté.

- ¿Qué crees que hago? Hace meses que no me tocas Julieta... - dijo él mientras intentaba robarme un beso, yo no sabía cómo reaccionar.

Finalmente, le correspondí el beso, él intentó ir más allá y yo no pude pararlo. Solo deseaba que terminará pronto y por mi mente pasó como sería si fuera Violeta y no Octavio la que estuviera aquí conmigo. ¿En qué estaba pensando? Yo nunca había hecho algo así con una chica.

Por suerte, no tardó mucho en terminar, salió de la ducha y cayó rendido en un profundo sueño. Hace mucho que Octavio y yo habíamos perdido la pasión y que no disfruto del sexo con él. Siempre que mantenemos relaciones es de este modo, como si fuera mi obligación complacerle por ser su esposa pero no porque realmente tenga ganas. El sexo es una parte que tengo olvidada desde hace mucho tiempo y hace mucho que no tengo un orgasmo con otra persona, aparte de conmigo misma.

Bajé a cenar y a ver un rato la tele, no quería meterme en la cama ya. Por lo menos, me distraje un poco viendo series hasta que me quedé dormida en el sofá.

Al día siguiente desperté con un dolor de cuello terrible. Me arreglé para ir al instituto, si no me iba ya, llegaría tarde. Salí disparada y en menos de diez minutos ya estaba allí. Me encontré con Justina y la saludé rápidamente porque iba muy justa de tiempo. Las primeras clases se me pasaron volando, decidí tomarme un café ya que tenía libre la siguiente hora. Cuando llegué a la cafetería, me pedí un capuchino y me senté en una de las mesas que daban a la ventana.

Al rato, alguien se sentó conmigo, levanté la vista y vi que era Violeta.

- Hola Juli, ¿estás cansada? – me preguntó.

- No, ¿por qué me lo preguntas? – le dije yo extrañada.

- Porque estuviste dando vueltas en mi cabeza toda la noche – me dijo ella, sacándome una sonrisa.

- Realmente me sorprende la capacidad que tienes para inventarte tantos piropos, ¿habrá un día que se te acabe el ingenio? – Le dije yo de forma burlona.

- No mientras seas tú la que me inspira- me contestó ella desafiante – Ayer quedé con Juan para trabajar acerca de lo del coro y ver donde podía encajar él, ¿te apetecería quedarte un rato después de las clases y ver qué podemos hacer las dos juntas?

- Claro, además no tengo ningún plan para hoy a la tarde – contesté yo.

- Genial, pues si te parece podemos quedar en el aula de música directamente – me propuso Violeta.

- Perfecto, ahí nos vemos – le respondí con una sonrisa.

Violeta se levantó y se fue, a mí aun me quedaba quince minutos para volver a clase

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