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Narra Violeta

A pesar de la situación, estar rodeada por los brazos de Julieta siempre me calmaba, pero no podía evitar el miedo que sentía por dentro.

- Julieta sepárate de ella y haremos todo más rápido y con menos sufrimiento – dijo Octavio.

- No voy a permitir que le hagas nada estando yo aquí – dijo Julieta valiente.

- ¿Quieres jugar? Si quieres puedo hacer de esto una tortura lenta y dolorosa para las dos, ¿es eso lo que quieres? – gritó él y sentí como Juli me pegaba más a ella con fuerza.

- No... - dijo Julieta asustada.

- Pues sepárate de ella, ya les he dejado bastante tiempo juntas, más del que se merecen – dijo él con desprecio.

Yo solo miré a Julieta y me lancé a sus labios con miedo, amor y esperanza, si iba a morir necesitaba sentirlos por última vez.

- Te amo – le susurré, de repente se oyó un disparo.

Miré y las dos estábamos bien, solo había sido un disparo al aire.

- Eso ha sido solo un aviso, las quiero separadas ya – gritó él.

Yo me separé un poco de Juli no quería que le pasara nada. Si moría ahora mismo tendría la imagen más bonita del mundo ante mí, esos ojos verdes de Julieta que cortaban mi respiración. Octavio se empezó a acercar un poco hacía mí apuntándome con la pistola, sentía mi cuerpo temblar, él estaba un poco borracho y la mano también le temblaba un poco. De repente, la puerta se abrió de golpe.

- Manos arriba, arroje el arma al suelo – gritó una chica, mientras se acercaba rápidamente hacia Octavio.

Intentó quitarle el arma pero él disparó antes y yo solo cerré los ojos. Cuando los abrí, él ya estaba en el suelo inmovilizado y la agente le estaba poniendo las esposas.

- Llamen a una ambulancia, tenemos una herida, rápido – gritó ella.

Yo dirigí mi mirada a Julieta y estaba sangrando. Me acerqué a ella rápidamente.

- Dios Juli, no me puedes hacer esto, te vas a poner bien, ya veras – le dije yo con lágrimas en los ojos.

- Eh mi amor no te preocupes, es solo un brazo. Aún tenemos que tener a nuestros pequeños y a nuestro cachorrito no te vas a librar tan fácilmente de mí...- me dijo ella entre risas.

- ¿Cómo puedes bromear en este momento? – le pregunté yo.

- Porque aunque esto duele como el demonio, estoy feliz de que estés bien y que vayamos a salir de esta sanas y salvas – me dijo ella.

Sin más demora llegaron con la ambulancia y pusieron a Julieta en una camilla y se la llevaron rápidamente. Yo no pensaba separarme de ella así que la acompañe en la ambulancia hasta el hospital. Cuando llegamos no me dejaron pasar y me tuve que quedar sentada en la sala de espera. A la hora, salieron a informarnos de que habían operado a Juli y todo había salido bien. Habían conseguido extraerle la bala y ningún tendón había sido dañado así que con un poco de tiempo su brazo estaría como nuevo.

- ¿Puedo verla? – le pregunté al doctor.

- Sí, aunque aún está un poco aturdida por la anestesia - me avisó el doctor.

Yo solo moría por verla, pasé a la habitación y estaba tumbada boca arriba con los ojos cerrados. Me acerqué sin hacer mucho ruido a su lado y la observé, estaba absolutamente preciosa. Nadie diría que acababa de salir de una operación. Me acerqué y dejé un dulce beso en sus labios.

- Mmmm creo que necesito otro beso para poder abrir los ojos – me dijo con voz dormida.

Me acerqué y volví a juntar nuestros labios suavemente.

- ¿Estoy en el paraíso? – me preguntó - ¿He muerto? -

- No, no has muerto. Estás más viva que nunca – le dije yo - y crearemos nuestro paraíso juntas a partir de ahora -

- Dios Violeta, estaba tan asustada... solo de pensar en que te podía haber pasado algo... -

- Shhhh – la corté - ahora estamos bien las dos y eso es lo que importa, además, ahora vas a tener una enfermera, muy sexy perdona que te diga, que te va a cuidar y que va a hacer todo lo que quieras... -

- ¿Todo lo que quiera? – preguntó ella con una cara emocionada.

- Absolutamente todo – le contesté yo y vi la sonrisa de su cara expandirse.

- Te amo tanto Violeta que muero, muero de amor – me dijo ella mirándome a los ojos.

- Yo te amo muchísimo más y no te puedes imaginar el miedo que he pasado cuando te he visto sangrando a mi lado, no podía perderte... no puedo imaginar una vida sin ti, no quiero una vida sin ti... - le contesté yo.

- Ahora estoy bien y vamos a acabar con mi lista de deseos y vamos a empezar una nueva juntas, ¿te parece? – me preguntó ella.

- Contigo quiero todo – le respondí.

Nos interrumpieron de repente, Justina entró a la habitación como un huracán.

- ¿Están bien? – preguntó mientras venía corriendo a abrazarme - no saben el susto que me han dado... -

- Estamos bien, tranquilízate y ven a darme un abrazo – le dijo Julieta.

Justina se acercó y la abrazó. La agente que nos salvó, entró por la puerta también.

- ¿Cómo están chicas? - nos preguntó.

- Ahora bien – contesté yo.

- Soy María Cid – me dijo, dándome la mano, la cual yo correspondí.

- Violeta Urtizberea – le devolví.

- Julieta, no te voy a echar la reprimenda después de todo pero como te atreviste a ir tú sola, ¿sabes lo que podía haber pasado? – preguntó Cid.

- Sí, pero yo solo podía pensar en que no le pasara nada a Violeta – contestó Juli - ¿cómo nos encontraron? -

- Con las cámaras de seguridad del supermercado pudimos ver como tu ex marido se llevaba a Violeta, no se preocupó por camuflarse o taparse la cara, lo que nos facilitó el trabajo y gracias al mensaje que te envió desde el teléfono de Violeta y tu propio teléfono pudimos localizarlas y encontrar la ubicación – respondió Cid orgullosa.

- Muchas gracias por todo María, te debemos la vida – le agradeció Julieta.

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