24

2.5K 178 11
                                    

Narra Violeta

El resto de la semana había pasado bastante tranquila, mi relación con Juli cada vez era mejor y tenerla en casa era un placer. Cocinábamos juntas, todos los días paseábamos por la playa, preparábamos nuestras clases, leíamos en la cama y hacíamos el amor. Me podría acostumbrar a esta vida tan fácilmente, de hecho ya no quería renunciar a ella. Julieta me hacía tan feliz. Marcela se puso en contacto con Juli a los pocos días de que fuimos a visitarla, por lo visto había entregado ya los papeles de divorcio a Octavio y él estaba dispuesto a firmarlos sin ningún problema, lo que me sorprendió bastante, pero estaba muy contenta.

Por otra parte, yo me había propuesto ayudar a Julieta a cumplir esa lista de deseos, realmente era una manera simbólica de celebrar su libertad y yo quería participar de ello. Hoy era viernes y tenía una sorpresita para ella al salir del instituto. Estaba en mi última hora pero no podía dejar de pensar en todo lo que tenía preparado, esperaba que le gustara y le sorprendiera. Cuando terminó la clase, me dirigí a la sala de profesores donde había quedado con Juli. Ella ya estaba ahí, hablando con Justina, las dos se reían y yo no podía dejar de mirar esa sonrisa que me volvía loca. De repente, sus ojos se posaron en mí y puedo jurar que su sonrisa fue aún mayor y yo me quedé sin aliento. Justina sabía todo lo que tenía preparado para hoy con Juli, incluso ella era parte del plan en algún momento. Me acerqué a ellas.

- Juli, ¿preparada para irnos? – le pregunté.

- Claro – me contestó ella – hasta luego Jus -

- Nos vemos luego chicas – nos dijo ella, guiñándonos un ojo.

Fuimos a casa y preparamos algo rápido de comer, aún no le había dicho nada a Julieta de la sorpresa. Estábamos sentadas, viendo la tele y comiendo nuestra pasta.

- Juli, tengo una sorpresa para ti – le dije yo.

- ¿Qué? ¿Qué es? Dímelo, porfi... - me pidió ella.

- No, si te lo digo no será una sorpresa pero en una hora nos tenemos que ir y necesito que te vistas con algo cómodo – le sugerí yo.

- Está bien, no me voy a cansar en preguntar porque sé que no me lo vas a decir - me contestó ella con resignación.

- Así me gusta, vamos a terminar de comer y a cambiarnos, prometo que te gustará... o eso espero – dije yo un poco insegura.

- Todo lo que viene de ti, me gusta – me dijo ella, mientras se acercaba a darme un dulce beso en la mejilla.

Terminamos de comer y nos cambiamos con unas mallas deportivas, íbamos como si fuéramos al gimnasio, la idea de ir con Juli al gimnasio me parecía muy excitante, me la apuntaría para un futuro. Nos metimos en el coche y me giré para mirarla.

- Juli, te tengo que tapar los ojos – le dije.

- No, no me gusta no saber dónde voy, ni qué haces... - me contestó ella.

- De eso se trata, además no va a ser mucho tiempo, confía en mí. Si no, no hay sorpresa... - le dije yo.

- Está bien... hazlo – me respondió ella resignada.

Le coloqué el pañuelo en los ojos y le dejé un dulce beso en los labios para poner rumbo a mi destino. No estaba muy lejos así que en veinte minutos ya estábamos ahí. Salí del coche y me dirigí a la puerta de copiloto para abrírsela a Juli.

- Vamos, sal – le dije mientras le daba mi mano para que pudiera apoyarse.

- ¿Puedo quitármela ya? – me preguntó.

- Un minuto más – le dije mientras la dirigía y entrabamos en el local.

Se la quité y vi su cara de sorpresa cuando vio donde estábamos.

- ¿Es lo que creo que es? – me preguntó asombrada.

- Sí y me muero de miedo, pero por ti me tiro en paracaídas y lo que haga falta – le respondí yo.

- Ahora yo también muero de miedo... no estoy preparada – me contestó ella nerviosa.

- No te preocupes, iremos con monitores y todo irá bien, ya he hablado con ellos y es super seguro. Además, es mejor no pensarlo y hacerlo ¿lista? – le pregunté.

- Lista – me contestó ella.

Nos pusimos los trajes, los paracaídas, las gafas, todo lo necesario y los monitores nos explicaron cómo funcionaría todo. Cada una iríamos con uno de ellos y realmente no teníamos que hacer mucho ya que ellos se encargarían, solo teníamos que dejarnos llevar. Nos subimos a la avioneta y empezamos a sobrevolar la pista.

- ¿Estás nerviosa? – le pregunté.

- No te imaginas cuanto pero a la vez estoy super emocionada... - me dijo ella.

- Lo haremos sin pensarlo y prométeme que cuando estemos cayendo intentaremos darnos la mano en algún momento ¿ok? Quiero volar contigo... – le pedí.

- Lo intentaré... si es que soy capaz de hacer algo ahí arriba... - me contestó nerviosa.

- Chicas en tres minutos saltamos – dijo uno de los monitores y yo noté como el miedo subía por mi cuerpo, pero lo haría, lo haría por Julieta - ¿quién va primero? -

- Yo – respondí sin pensarlo mucho y mire a Juli con nerviosismo.

Nos dirigimos a la puerta de la avioneta y realmente no lo había pensado, moría de miedo al mirar hacia abajo.

- En 3, 2, 1, Ya... – dijo el monitor mientras me empujaba y saltábamos al vacío.

La sensación era indescriptible, cuando noté el aire en mi cara y abrí los ojos, la adrenalina de mi cuerpo era increíble. Ya no tenía miedo, miré hacia arriba y vi a Julieta detrás de nosotros. En unos segundos estaban a nuestra altura y logramos darnos la mano, las tuvimos durante varios minutos agarradas pero nos tuvimos que separar, ya que estábamos mucho más cerca del suelo y es cuando los monitores abrieron el paracaídas y no tardamos mucho en llegar al suelo. Fue genial y nunca olvidaría todo lo que sentí. Mi monitor me ayudó a desabrocharme todo y cuando me quise dar cuenta ya tenía a Juli tirándose encima de mí.

- Dios Violeta, fue absolutamente increíble, la sensación de libertad, el viento en mi cara, darte la mano mientras caíamos juntas, ver todo desde ahí arriba... Gracias, muchísimas gracias, eres la mejor – me dijo mientras no me soltaba de su abrazó.

- No tienes que dármelas, si no hubiera sido por ti nunca me hubiera atrevido a hacer esto y me lo habría perdido, es algo único – le dije, nos estábamos mirando y nos besamos trasmitiendo toda la emoción del momento que habíamos vivido.

- Otra cosa más tachada de la lista, gracias a ti – me dijo Julieta con una gran sonrisa en la cara.

ProfesorasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora